jueves, 27 de junio de 2019

Anarquistas en Andalucía


Paisaje sevillano de olivares
Hobsbawm[i] se inspira en la obra de Gerald Brenan, “El laberinto español” para hablarnos del anarquismo andaluz, la “Sicilia de España”, según aquel autor dice. “Consiste, a grandes rasgos, en la llanura del Guadalquivir y las montañas que la contienen como una concha”. En los pueblos se concentra la población con un campo vacío al que los campesinos iban a vivir durante largos períodos en chabolas y cortijos.

Andalucía, sobre todo la occidental, ha sido país de grandes propiedades pertenecientes a terratenientes absentistas, tierras mal cultivadas, y una población de braceros y jornaleros no propietarios reducidos a un estado casi servil. Una parte de los predios era arrendada a corto plazo por pequeñas parcelas, y solamente una parte exigua de la propiedad era minifundista o estaba arrendada para períodos largos –porciones que formaban islotes políticamente conservadoras en un mar revolucionario-. Lo mismo que en Sicilia –dice Hobsbawm- los braceros trabajaban cuando había tarea para ello y pasaban hambre cuando no la había, como de hecho siguen haciendo hasta cierto punto. Este fue el caldo de cultivo para que las ideas socialistas, particularmente anarquistas, prendiesen en ese proletariado rural, sobre todo en las provincias de Sevilla, Cádiz, Córdoba y Málaga, pero también en las áreas mineras al oeste y al norte (Río Tinto, Pozoblanco, Almadén[ii]) donde sobre todo actuaban los socialistas.

Díaz del Moral y Brenan han demostrado que los pequeños terratenientes y los artesanos desempeñaron un papel tan importante, por lo menos, y algunos aseguran que más sostenido, en la política anarquista, ya que eran menos vulnerables económicamente y no tan apocados socialmente. “La revolución social en Andalucía [dice Hobsbawm], empieza poco después de 1850, aunque se hayan citado ejemplos anteriores como el del pueblo de Fuenteovejuna en 1476, un caso de revuelta contra la opresión de un señor, contando aquella con la colaboración de los cordobeses urbanos”. También hubo asonadas motivadas por el hambre en el siglo XVIII, pero parecen haber sido cosa más de las ciudades que del campo.

De mediados del siglo XIX se tienen noticias de cuadrillas de campesinos que merodeaban y aún de pueblos que asumían el poder. El primer movimiento revolucionario que atrajo atención específica fue la sublevación de Loja y de Iznájar en 1871, varios años antes de que llegaran a España los divulgadores del bakuninismo, pero quizá hubo una cierta influencia masónica en la sublevación de Loja. El período de la Internacional y de las agitaciones republicanas de 1868-1873 fue testigo de ulteriores movimientos: el cantonalismo o “independencia aldeana”, la exigencia de la división de tierras en Pozoblanco y Benamejí, donde los bandoleros habían sitiado con frecuencia a los ricos y donde el Estado no castigaba los delitos porque nadie estaba dispuesto a declarar.

Entonces apareció al anarquismo propagado por los enviados de Bakunin, lo mismo que en otros lugares de Europa, implantándose con fuerza en la Andalucía donde el latifundismo era más extenso: Cádiz y el sur de Sevilla; Medina Sidonia, Villamartín[iii], Arcos de la Frontera, Arahal[iv], Bornos[v], Osuma, El Bosque[vi], Grazalema, Benaocaz[vii], etc. Pero el movimiento se hundió poco antes de 1880 y volvió a resurgir pocos años después. La primera huelga general campesina es de dicha época y tuvo lugar en el área de Jerez, por aquel entonces y luego, fortaleza del anarquismo partidario de la violencia. En 1882 hubo otra llamarada, que culminó en la fácilmente reprimida marcha de varios miles de braceros sobre Jerez. A principios del siglo XX hubo otro brote, esta vez en forma de huelga general, táctica que hasta entonces no había sido considerada de modo sistemático como arma para llegar a la revolución social.

Las huelgas generales campesinas se reprodujeron por lo menos en dieciséis pueblos, en la provincia de Cádiz sobre todo, en los años 1901-1903, para venir luego otro período de quietud e iniciarse el mayor movimiento de masas hasta entonces conocido a consecuencia, según parece, de la revolución en Rusia. Es cuando Cádiz pierde su primacía en el anarquismo andaluz pasando esta a Córdoba. Durante la II República se asistió al último de los grandes rebrotes y en 1936 tuvo lugar la toma del poder en muchos pueblos anarquistas por parte de la población. Sin embargo, con la excepción de Málaga y de la franja cordobesa colindante, la zona anarquista pasó a estar bajo dominación de los militares rebelados. (Ver aquí mismo “Los primeros anarquistas españoles” y “Anarquistas y Tribunales de Urgencias”).



[i] “Rebeldes primitivos…”. En un capítulo de esta obra se basa el presente resumen.
[ii] En la provincia de Ciudad Real.
[iii] Norte de Cádiz.
[iv] Sevilla.
[v] Norte de Cádiz.
[vi]Nordeste de Cádiz.
[vii] Nordeste de Cádiz.

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