Liu Ban (o Pang) |
Dice Pérez Ledesma[i]
que en toda la historia de China existieron movimientos campesinos que
pretendieron cambiar la situación de injusticia en la que vivían y lograr la
igualdad. La importancia de la revolución que culminó en 1949 se vio precedida
por movimientos campesinos frecuentes e intensos, y el historiador Chesneaux
señala que “ningún país dispone… de una herencia tan rica y, sobre todo, tan
continua como la de China”.
Una de las rebeliones
estudiadas es la que tuvo lugar entre los años 1850 y 1864 (Taiping), que llevó
a una guerra civil entre las fuerzas imperiales de los Qing y el Reino
Celestial de la Gran Paz[ii],
un movimiento teocrático. Puede que se produjeran en este enfrentamiento veinte
millones de muertos o más, antes de la intervención de las potencias
occidentales a favor de la dinastía Qing. Otros estudios se han dedicado a las
sociedades secretas y su participación en los movimientos populares chinos de
los siglos XIX y XX.
Es un tópico –dice Pérez
Ledesma- que los campesinos tienen dificultades para participar en movimientos
político-sociales, de forma que hay una gran diferencia entre la enorme fuerza
potencial del campesinado tradicional y su limitada influencia en la evolución
social. También se ha hablado de la baja clasicidad del campesinado por su
segmentación vertical en comunidades locales, clanes y grupos, que tienen
diferentes intereses: los campesinos tienen dificultades especiales –ha escrito
Eric Wolf- para pasar del reconocimiento pasivo de los males que sufren a la
participación política. Los campesinos son competidores entre sí y las
alteraciones momentáneas de la rutina amenazan su capacidad para reiniciarla.
El control de la tierra le permite retirarse a la producción de subsistencia y
los lazos de parentesco suelen amortiguar las conmociones.
Los campesinos pobres y
ricos pueden ser parientes, o un campesino puede ser al mismo tiempo
propietario, arrendador, arrendatario, trabajador para sus vecinos y mano de
obra estacional, lo que le coloca en una posición distinta con respecto a los
demás, y con frecuencia los campesinos carecen del conocimiento para articular
sus intereses. Sin embargo, los movimientos campesinos chinos han tenido una
gran capacidad combativa con fuertes propensiones a la rebelión.
Estas rebeliones
produjeron cambios políticos de importancia y en varias ocasiones las dinastías
reinantes cayeron víctimas de revueltas campesinas: la Ch’in (221-207 a. C.)
fue sustituida por la dinastía Han (206-23 d. C.), instaurada por Liu Pang[iii].
Otras oleadas campesinas acabaron con la segunda dinastía Han (25-220 d. C.) y
con las dinastías Tang y Sung (960-1279). Los Ming, que llegaron al poder tras
una rebelión popular contra los mongoles, en 1368, fueron derrocados por otra
revuelta campesina en 1644, aniquilada posteriormente por los manchúes. En
conjunto, se trataba de rebeliones de ámbito relativamente amplio con claros
objetivos políticos.
Parece que la ideología
de tales revueltas era esencialmente igualitaria: la lucha contra los poderosos
y los ricos y la defensa de los pobres y oprimidos, lo que se refleja en los
lemas “ataquemos a los ricos y ayudemos a los pobres” o “los mandarines
oprimen, ¡que el pueblo se levante!”. Estos levantamientos solían estar
sustentadas por infraestructuras estables: las sociedades secretas, muchísimas
en número en China, que proporcionaron dirigentes en los momentos de rebeldía
además de cumplir funciones de ayuda mutua, seguridad social, protección de las
mujeres y afirmación del principio de igualdad con respecto al hombre; además
cumplían una función religiosa fundamental prometiendo la salvación espiritual.
Los miembros de esas sociedades secretas no eran solo campesinos desposeídos, sino
nobles descontentos, artesanos, pequeños comerciantes, contrabandistas, antiguos
soldados o bandidos. Estaban influidas por corrientes heterodoxas del taoísmo y
del budismo y participaron en la organización y dirección de numerosos
movimientos campesinos en los dos últimos siglos, incluidos los republicanos de
la primera década del XX como en los maoístas de los años treinta.
De todas formas, la
mayoría de los movimientos campesinos clásicos no consiguieron el triunfo por
la dispersión geográfica, la mezcla de la revuelta social con el bandidaje y
otras causas. Incluso cuando triunfaron, la falta de un programa hizo que
muchos esfuerzos fuesen inútiles. En otro orden de cosas hay una controversia
sobre la influencia que en los movimientos campesinos chinos tuvo la
penetración occidental tras la guerra del opio (1839-1842) y la firma del
tratado de Nankín, que abrió el mercado chino a los productos occidentales y
favoreció la actividad evangelizadora de los misioneros europeos.
Sea como fuere, el
mayor conjunto de guerras campesinas de toda la historia universal se dio en
China con la rebelión Taiping, recogiendo la tradición de rebeldía y teniendo
como base los nuevos tipos de opresión importados de occidente.
Empezando en Guangxi,
como muchas otras revueltas anteriores, el movimiento Taiping fue fundado por
Hung Hsiu-ch-üan[iv],
teniendo un carácter sincretista que se reflejó en la multiplicidad de facetas
ideológicas. Defendió el colectivismo y la modernización al mismo tiempo,
combinando elementos de la religión cristiana con fórmulas budistas y taoístas.
El movimiento importó reformas occidentales como la creación de una red
ferroviaria y un sistema bancario, pero la conversión progresiva de los
dirigentes en una camarilla de privilegiados apartó a muchos campesinos. La
necesidad de aumentar los impuestos y la reducida zona geográfica donde había
triunfado, establecieron sus límites.
La rebelión de Taiping
fue la más espectacular, pero no fue el único movimiento campesino de los años
1850-1870. Existió la revuelta de los Nien (1853-1868) en el norte de China,
más apegada a las formas de los bandoleros. Las pequeñas unidades de guerrilla
de los Nien atacaban a las caravanas de los mercaderes mientras pretendían
derrocar a la dinastía Qing sin conseguirlo, pero sus consecuencias fueron
terribles.
Las sociedades
secretas, por su parte, demostraron un elevado nivel de combatividad dentro del
campesinado chino, y serían necesarias enormes matanzas para acabar con la
oleada de estas rebeldías. Pero el repliegue no duró mucho, pues a finales del
siglo XIX comenzaban de nuevo las revueltas como respuesta a la penetración
extranjera en China y a la presión demográfica. En este período se produjeron
cambios de especial relevancia que demuestran la penetración del capitalismo,
lo que dio lugar a los nuevos movimientos sociopolíticos del siglo XX: la
intensificación de cultivos comercializables en detrimento de la producción
para la subsistencia, la subida de los arrendamientos rurales, la ruina de los
artesanos tradicionales y la aparición de nuevas capas sociales, que se
integraron en organizaciones clandestinas con un decisivo componente
nacionalista. Un ejemplo de ello son los bóxers (1897-1900).
Ahora se manifiesta la
hostilidad de los campesinos hacia el cristianismo, un protonacionalismo
popular, de nuevo la intervención de las sociedades secretas, la resistencia
ludita a las máquinas y el apoyo a la política antioccidental de la alta
burguesía y la baja nobleza.
Las malas cosechas de
1909-1910 agravaron el problema, lo que coadyuvó a la revolución republicana de
1911. Empezó entonces una nueva fase definida por la politización de las luchas
campesinas y su control por organizaciones como el Kuomintang y el Partido
Comunista; la “acción dirigida desde fuera”, según se ha dicho. Pero las formas
clásicas de rebeldía no desaparecieron, aunque las modernas fueron ahora más
determinantes.
En la zona de Hunan, al
sureste de China, en los años 1924-1927, se crearon numerosas asociaciones
campesinas apoyadas por el Kuomintang o por el Partido Comunista. Formadas por
campesinos pobres, se adueñaron del poder local, formaron milicias rurales y su
punto central fue luchar para la reducción de impuestos y contra la usura. La
participación campesina en el movimiento nacionalista Kuomintang y en la
revolución comunista china, tenía numerosos precedentes.
[i] “En
torno a los movimientos campesinos chinos”.
[ii] Se
inició al sur de China, en la provincia de Guangxi.
[iii] Junto con Zhu Yuanzhang, fundador de la
dinastía Ming, los dos únicos de procedencia campesina.
[iv] Nacido
en 1814 y fallecido en 1864, era miembro de una familia de granjeros, pero tuvo
estudios.
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