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“Es mejor que la tierra
produzca un poco menos y que los habitantes tengan una mejor ordenación”,
señaló Rousseau según el trabajo hecho por F. Javier Monclús[i].
Otros han considerado la ordenación del territorio como una propuesta global
del orden social. El historiador y arquitecto italiano, Leonardo Benevolo,
participó por su parte en una polémica sobre la distribución homogénea de la
población[ii]
para alcanzar un equilibrio territorial, mientras que otros han pretendido
conseguir unas condiciones mejores para la producción agronómica.
Se ha considerado a
Vauban[iii]
como el primero en emplear de forma sistemática las informaciones geográficas
al servicio de “la acción”, por lo que podría ser considerado como el padre de la
Geografía aplicada, pero Paul Claval[iv]
considera que Vauban no tuvo continuadores, por lo que se trata de una “isla” y
habrá que esperar a las consecuencias de la revolución industrial para que la
ordenación del territorio rural pueda ser considerada una decisión consciente. Pero
la idea de equilibrio territorial, demográfico, económico y social es de
Rousseau.
En el siglo XIX vuelve
a plantearse este problema en España, y es aquí donde está Fermín Caballero
que, siendo presidente de la Sociedad Geográfica, propuso acabar con los
sistemas tradicionales de repoblación sustituyéndolos por medidas que
favoreciesen una redistribución homogénea de la población rural en el
territorio. Para él, “población rural” es lo mismo que “población dispersa”, y
por lo tanto debería legislarse para crear “la finca y población rurales”. El
ideal es ahora la generalización del “coto redondo acasarado”, lo que va a
convertirse casi en dogma en toda la segunda mitad del siglo XIX. Para Agustín
Cañas ya no se pretende conseguir una distribución uniforme de la población,
sino de la penetración del capitalismo agrario en el campo en los años de auge
de la agricultura española (1830-1890).
Es la época en la que
se pretende, junto a una legislación adecuada, la realización de un plan de caminos
vecinales, de canalizaciones y lo más difícil, la reorganización de una
propiedad territorial excesivamente fraccionada. Más tarde, por tanto, que en
Inglaterra, donde ya a finales del siglo XVIII, el agrónomo Marshall ha sido
reconocido como anticipador de los métodos modernos de la descripción y de la
interpretación regionales.
Dado que la agricultura
fue la principal fuente de acumulación de capital en numerosos países europeos
durante el siglo XIX, no es extraño que el espacio agrario se convirtiera en
objeto de estudio preeminente, y condición previa para cualquier intervención
en él. Entonces se dio una elaboración exhaustiva de informes durante la
segunda mitad del siglo XIX, y con la aparición de las nuevas políticas
agrarias, estos informes no pueden desligarse de la creciente utilización
económica y política de sus datos.
También en España,
aunque no se llevó a cabo una verdadera reforma agraria, un avance fue la
elaboración del censo y del catastro, además de diversos programas de reforma
de la agricultura que tuvieron una constante: la homogeneización de las
variables que definían el espacio agrario y en particular la densidad y
distribución territorial de la población. Para ello se creó la Comisión
Estadística General del Reino (1856), la cual se empeñó en hacer un inventario
del país reuniendo muchos de los trabajos realizados antes, como mapas y otros
estadísticos. La Junta General de Estadística, por su parte, publicó en
1859-1860 los trabajos de parcelación o catastrales.
Aunque la historia del
catastro español comienza a mediados del siglo XVIII, su urgencia se hará
sentir a mediados del siglo siguiente. En 1852-1856 se estableció en el
Ministerio de Fomento la Dirección de la Carta Geográfica de España, y entre
1862 y 1863 comenzaron los trabajos del Mapa Parcelario. Gracias a los datos
catastrales se pudo obtener una “regularidad matemática” en el funcionamiento
del mecanismo hipotecario para fomentar las mejoras agrícolas. Por otra parte
se harán estudios administrativos y económicos sobre repartición de la
propiedad y de la población; sobre cultivos, producciones y otros mil asuntos
que solo pueden estudiarse después de tener la representación y medición
parcelaria del territorio.
La Junta General de
Estadística no se dedicó únicamente al conocimiento del territorio, sino
también al hombre como ser físico, moral, intelectual y social. No se limitó,
por ejemplo, a consignar los productos agrícolas conseguidos, sino también los
consumidos, para saber si hay falta o sobrante, y también la falta o sobrante
de brazos para la agricultura, el estado de las tierras abandonadas que pueden
ser cultivadas, el precio de los jornales, el estado físico y moral de la
población agrícola… Aunque la labor de la Junta y del Instituto Geográfico y
Estadístico, fundado en 1870, consistió en la realización de trabajos sobre las
características geográficas del país, años más tarde se crearía la Sociedad
Geográfica de Madrid[v],
especialmente dedicada a obtener información territorial de acuerdo con el
espíritu colonial de la época (colonización interior).
La estrecha relación
entre ciencia geográfica y colonización fue evidente, entendiendo por
colonización interior lo mismo que colonización agraria, de igual forma que una
institución más, la Sociedad Geográfica Comercial, presidida por Francisco Coello[vi],
muy ligada al regeneracionismo de la época en el que participó también Joaquín
Costa.
[i]
“Agrarismo y ordenación del territorio en el siglo XIX: del poblamiento
racional al fomento de la población rural”. En este trabajo se basa el presente
resumen.
[ii] Ver
aquí mismo “Un agrarista español”.
[iii]
Sébastien Le Preste (1633-1707), fue ingeniero militar y en 1690 dirigió la
elaboración del censo del Flandes francés (al norte del país), pero también
escribió sobre agricultura, ganadería y colonización de territorios interiores.
[iv] Nacido
en 1932 es un geógrafo francés que ha contribuido decisivamente a la renovación
de la Geografía.
[v] Con
Fermín Caballero como primer presidente, se concibió la Geografía al servicio
de la Administración.
[vi] (1822-1898).
Militar y cartógrafo, autor del “Atlas de España y sus posesiones de ultramar”.
Formó también parte de la Junta General Estadística.
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