Presos del campo de concentración de San Pedro de Cardeña (Burgos) |
El fanquismo fue un aprendiz a pequeña escala de lo que los nazis ya habían empezado a hacer en Alemania a partir de 1933. Gracias a trabajos como el de Rafael Huertas (1) sabemos de lo que hicieron los "servicios psiquiátricos" militares del ejército franquista con los prisioneros de guerra a partir de los datos que se publicaron entre los años 1938 y 1939, es decir, en plena guerra civil española. Citando a Isabel Jiménez dice: en la primera etapa del franquismo hubo una obsesión por rechazar lo exterior (excepto si era nazi o fascista), el liberalismo, el comunismo (esto durante todo el franquismo) al tiempo que se sacralizó el poder ya que este venía de Dios, como rezaban las monedas con la efigie del general Franco. La vida era concebida autoritariamente y la realidad era armónica, cuando sabemos que es tan inarmónica que las sociedades la han intentado cambiar mil veces.
Las experiencias realizadas por el psiquiatra Vallejo Nagera con sus colaboradores en los campos de concentración franquistas con los presos allí internados revela una crueldad, una indignidad y una falta de rigor ilimitados. Se intentó demostrar -entre otras cosas- que todo aquel que se había dejado arrastrar por el marxismo era un inferior mental y un psicópata social, por lo que muchos españores lo eran. Rafael Huertas señala en su estudio que esto no es una novedad, pues ya había sido defendido a finales del siglo XIX por el italiano Lombroso. Así llegó este autor, como premonición de lo que harían los nazis, a medir los cráneos de los anarquistas para demostrar su inferioriad entre la especie humana. Vallejo Nágera, por su parte, llegó a publicar que el simplismo del ideario marxista y la igualdad social que propugna favorecen su asimilación por los inferiores mentales y deficientes culturales, incapaces de ideales espirituales, que hallan en los bienes materiales que ofrecen el comunismo y la democracia la satisfacción de sus apetencias animales (1938).
A Vallejo Nágera no le gustaba la democracia ni la igualdad entre los seres humanos y prefiririó ponerse del lado del poderoso, del que había ganado una guerra que se había llevado por delante a cientos de miles de españoles y al exilio a muchos miles de ellos. Uno de los test diagnósticos a los que se sometía a los presos en los campos de concentración bajo la tutela carcelaria de Vallejo Nágera preguntaba: ¿piensa usted mucho? ¿acaudillaría un movimiento social? ¿se abandona a ilusiones o pensamientos ideales? ¿acepta indicaciones o sugestiones de los demás? Podemos imaginar las consecuencias de responder con sinceridad a estas preguntas teniendo en cuenta que quienes se las hacían eran "enemigos acérrimos de los individuos investigados".
Un total de 221 individuos fueron sometidos a los test citados, que logicamente comprendían muchas más preguntas: la indiferencia religiosa y el ateísmo fue más frecuente entre los presos ingleses que habían formado parte de las Brigadas Internacionales y una de las cuestiones que se pretendía averiguar era la causa del alistamiento en las filas marxistas, así como los fracasos profesionales, sociales y sexuales de los presos. Una vez que se disponía de los datos de estos test se diferenciaba a los individuos entre revolucionarios natos e imbéciles sociales. Con las mujeres hubo en especial ensañamiento, lo que demuestra una acusada misoginia: se trató de ciencuenta mujeres presas en la cárcel de Málaga sobre las que se dijo, además de todas las demás, lo siguiente:
... si la mujer es habitualmente de carácter apacible, dulce, bondadoso, débese a los frenos que obran sobre ella; pero como el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal, cuando desaparecen los frenos... y se liberan las inhibiciones frenatrices de las impulsiones instintivas, entonces despiértase en el sexo femenino el instinto de crueldad... (conclusiones firmadas, entre otros por Vallejo Nágera tras sus test).
Vallejo considera a la mujer "impura" y la culpabiliza de su analfabetismo, aunque constata una religiosidad que las mujeres marxistas no encuentran contradictoria con sus ideales políticos. La vida sexual de las mujeres es considerada como primordial en la información buscada, "destacando la presencia nada menos que de un 20% de vírgenes... y, al parecer, una gran precocidad en el inicio de la vida sexual. Con Vallejo trabajaron en esta denigrante actividad un alférez médico y un médico agregado, además de otro personal auxiliar. También fueron objeto de estos "experimentos" presos en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña, Burgos, encontrándose allí "separatistas vascos" y "marxistas catalanistas". A estos y a otros se les tomaba la figura corporal, las reacciones temperamentales, se les calificaba de esquizotímicos, ciclotímicos, esquizoides, cicloides, paranoides, epileptoides, psicológicamente inestables, oligofrénicos... También el grado de inteligencia apreciado, el grado de cultura, la instrucción recibida, la religiosidad individual, la vida sexual y la edad de desfloración de las solteras.
Vellejo llegó a escribir (1947) que las más elevadas funciones psíquicas, las más refinadas actividades de la inteligencia, el pensamiento creador, el genio artístico, están ligados a las hormonas sexuales masculinas y representan verdaderos atributos del varón. Preguntas en los test como ¿que piensa de la España nacional? ¿cual ha sido su impresión durante la época roja? y ¿que piensa de Rusia? no podían perseguir sino empeorar la situación de los presos y presas a poco que estos fuesen minimamente sinceros, que no lo serían, por lo que los test también sirvieron para la correspondiente campaña propagandística; para nada más.
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(1) "La psicobiología del marxismo como categoría antropológica en el ideario fascista español", 1995.
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(1) "La psicobiología del marxismo como categoría antropológica en el ideario fascista español", 1995.
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