Herodes "el Grande" mandró reconstruir el templo de Jerusalén (hoy solo queda un muro) y cuando murió se le enterró en un mausoleo de veinticinco metros de altura cuya parte central se ha podido ver en una exposición arqueológica en Israel. Esto es coherente con la obsesión que este rey tuvo por la arquitectura, pues mandó construir varios palacios, restos de los cuales se han expuesto también. En cuanto al mausoleo quizá lo que tenga más interés sea el sarcófago, hallado en Herodión, cerca de Belén. El encuentro se debe al equipo de arqueólogos dirigidos por Ehud Netzer.
El mausoleo constaba de tres alturas y en la exposición se ha reconstruido la sala del trono en Jericó. El sarcófago tiene toda la influencia de la cultura grecolatina, con una cubierta a dos aguas y frontones con decoración aunque se ha perdido parte de la misma. En la parte frontal un gran rosetón ricamente labrado es el motivo más sobresaliente desde el punto de vista decorativo.
Judea ya estaba bajo la dominación romana, los judíos ya habían dado muestras de su oposición a los soldados y administradores romanos pero Herodes, sin embargo, se mostró complaciente con ellos para conservar el poder. Su reinado fue largo, superior a cuarenta años y, auque judío, su cultura era griega. Su muerte, en el año 4 después de Cristo, le impidió conocer lo que sería el nacimiento de la facción judía que luego se conocería como cristianismo.
Herodes fue coetáneo de las primeras décadas del Imperio como régimen romano, de los últimos años de la República y de Octavio Augusto. Su mausoleo, en el cual se encontró el sarcófago, fue grandioso no ya por la pretensión constructora del rey, sino porque se sometió de tal manera a las autoridades romanas que le fue permitida su construcción.
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