Ruinas de San Ignacio (nordeste de Argentina) |
Al sur de Perú, lejos de la costa, se encuentra Juli, la primera misión jesuítica en América, aunque quizá los dominicos llegaron antes. Los jesuitas llegaron solo comenzar el último cuarto del siglo XVI. Cerca del lago Titicaca aún se encuentra allí la iglesia de San Pedro, con su aspecto macizo, su torre rematada en cúpula y sus dos cuerpos en la fachada, tipicamente barrocos. Cerca, las pequeñas casas en la ladera, el lago en su inmensidad y la iglesia de Juli, con su fachada lateral destacando sobre la horizontalidad del edificio aladrillado y rojizo. Hoy la población, a poco más de 16º sur, todavía conserva la fisonomía de la misión jesuítica en cuadrícula, con calles trazadas a cordel, con manzanas regulares y la plaza de Armas en el centro. A casi cuatro mil metros sobre el nivel del mar, el clima es soportable gracias a la altura.
A partir de principios del siglo XVII los jesuítas se desplazaron a la región del Guayrá, cerca del río Paraná. El clima húmedo propio de las proximidades del trópico propiciaba la existencia de una tupida selva que era el hábitat de los guaraníes. Estos vivían en pequeños núcleos de población no muy lejanos unos de otros. Cultivaban y se valían de animales domesticados para los trabajos y para la alimentación, pero al cabo de unos pocos años abandonaban el lugar -que había sido rozado- y se instalaban en otro. Así hasta que había transcurrido un tiempo y el primer lugar se encontraba otra vez en condiciones de ser cultivado.
Entre los guaraníes hubo conflictos y guerras intermintentes, pero también entre estos indígenas y los criollos españoles y portugueses, que querían hacerse con mano de obra esclava para ser llevada a Asunción o al sur de Brasil. La lucha contra estos depredadores fue una constante y cuando los jesuítas se instalaron en la zona tuvieron que combatir las incursiones de los blancos en sus rapiñas. En este ambiente constituyeron los jesuítas sus misiones, poblados de nueva planta que se adaptaban, en cada caso, a la comunidad indígena de que se tratase. Nunca les fue impuesto un determinado tipo de poblado sino que dichas misiones presentan ciertas semejanzas, pero también diferencias en su fisonomía. Al mismo tiempo los jesuítas, que tenían un doble objetivo, defender a los indios de la opresión y cristianizarles, respetaron -según Graciela Viñales- sus mitos, leyendas, tradiciones, las fuerzas cósmicas y la presencia constante de la divinidad, las plantas, los animales, los ciclos estacionales, el monte, el agua y en general sus formas de vida.
También respetaron los jesuitas a los chamanes y caciques de los guaraníes, pero estos tendieron a prescindir de la autoridad de los últimos, propensos al egoísmo, y seguir en cambio fieles a los sacerdotes en sus creencias ancestrales. En la medida en que dichas creencias fueron compatibles con el cristianismo los jesuítas realizaron una labor económica, cultural y humanitaria de gran altura, muy apartada de la de las jerarquías eclesiásticas de la época, y esto mismo se puede decir de franciscanos, dominicos y otros monjes en América.
Algunas misiones fueron las de Itapúa, Yapeyú y Candelaria, atendidas por fraciscanos y jesuítas. Itapúa se encuentra al sur del actual Paraguay, cerca del río Paraná, fundada en 1607 y perdurando hasta la expulsión de los jesuítas en 1768. La fundación correspondió al criollo Roque González de Santa Cruz, natural de Asunción, habiendo ya participado en la misión de Encarnación y en la de San Ignacio Mini. Otras misiones fueron Trinidad, Corpus, Loreto, Apóstoles, Concepción, Mártires. Yapeyú se encuentra al borde del río Uruguay, a donde llegaron en 1627 los jesuítas y más tarde fue la sede de la autoridad jesuítica de estas misiones. Sus habitantes se dedicaron fundamentalmente a la ganadería y fueron de los que más tuvieron que soportar los ataques de los bandeirantes o cazadores de indios para llevarlos a las poblaciones criollas de Brasil. Candelaria se encuentra hoy en la provincia argentina de Misiones.
Planta de San Ignacio Mini (Argentina) |
La Cruz, San Ángelo y otras misiones entre las actuales Paraguay, Uruguay y Argentina, forman el extremo meridional de otras misiones más al norte, como Chiquitos, Moxos y Maynas; la primera y la segunda en la actual Bolivia y Maynas al norte de Perú, en la región montañosa por la que se despeñan los ríos que van a desaguar al gran Amazonas, después de su curso alto o Ucayali. En todas estas regiones, siempre con abundancia de agua, con selvas y vegetación abundante, al lado de grandes rios en ocasiones, con climas tropicales, los jesuítas desarrollaron una labor que nada tiene que ver con la de los encomenderos y los explotadores de indios mitayos.
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