jueves, 17 de octubre de 2013

Polacos y rutenos


La larga y profunda historia de Europa hace que se den fenómenos que han quedado en el olvido, al menos en parte, y son cosa solo de especialistas. Entre el sureste de Polonia y el oeste de Ucrania, estados actuales, se encuentra el espacio geográfico de Galicia o Galitzia, según la grafía que usan unos y otros. En poder del imperio austriaco y luego austro-húngaro, varias comunidades han convivido, pero sobre todo polacos y rutenos, estos últimos una suerte de ucranianos aunque asimilados tardíamente a esta nacionalidad y con lengua propia (por lo tanto rasgos culturales propios). 

Cuando Stalin, Churchill y Roosevelt se reunieron en la población balnearia de Yalta en febrero de 1945, la guerra mundial ya estaba ganada para los aliados, aunque todavía morirían miles de europeos, asiáticos, africanos y de otros continentes. Al sur de la península de Crimea y al borde del mar Negro, en Yalta se acordó que se separase de Polonia un territorio de unos 177.000 km2 y se anexionase a la Unión Soviética. Los once millones de habitantes que tenía ese territorio al comenzar la II guerra mundial, según Jedrzej Giertych, hablaban lengugas distintas: más de cuatro millones polaco, cuatro millones ruteno, más de un millón bielorruso, un millón hebreo, ochocientos mil polesio (un dialecto ucraniano), ciento treinta mil ruso, ochenta y cuatro mil lituano, ochenta mil alemán y treinta y cinco mil checo. Más de seis millones eran católicos de rito latino y casi tres millones católicos de rito griego, casi cuatro millones ortodoxos griegos, más de un millón judíos, cien mil protestantes y ochenta mil que profesaban diferentes tipos de religión (musulmanes entre otros). Casi no se puede pedir mayor complejidad para un territorio relativamente pequeño. 

Para el que conozca minimamente la historia de Polonia como estado y de los polacos como pueblo, lo ocurrido en Yalta no debe extrañar, pues Polonia ha sido objeto de reparto entre las potencias vecinas en repetidas ocasiones, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII. Por lo que respecta a la Conferencia de Yalta, Galitzia oriental fue incorporada a la Ucrania soviética y la occidental a Polonia. 

Galitzia, si nos remontamos a la edad media, había pertenecido a la monarquía polaca desde mediados del siglo XIV, aunque poco después pasó a poder de los húngaros para volver a Polonia. Esta inestabilidad se debe a la extinción de la dinastía que gobernaba Galitzia, lo que hizo que unos y otros se la disputasen, pero la mayoría de población polaca inclinó a favor de Polonia aquel territorio. Ya entonces estaba poblado por polacos, rutenos, ucranianos no rutenos, judíos y alemanes.

Cuando terminó la primera guerra mundial se produjo una guerra en Galitzia entre los partidarios de Polonia y un movimiento separatista ruteno, que se desarrolló entre los años 1918 y 1919, aunque según algunos autores estos nacionalistas contaron con apoyo internacional. A las autoridades del vencido imperio Austro-Húngaro les interesaba debilitar al reciente estado soviético y a Polonia, que se beneficiaría de una parte de territorio antes bajo soberanía austríaca, aunque con un cierto grado de autonomía. Un comité separatista, liberado del poder austíaco, proclamó la independencia de la "República de Ucrania occidental", patria de los rutenos. Parece ser que Lloyd George, liberal en materia ideológica, primer ministro británico en el momento, apoyó a los separatistas; puede que porque como galés había apoyado a los nacionalistas de su país contra el centralismo londinense, pero también influiría la intención de debilitar a la que pronto se llamaría Unión Soviética.

Algunas ciudades jugaron un importante papel por su relevancia cultural, política o por haber sido centro de decisiones. Lwów era la capita de Galitzia con su universidad, que pasó por vicisitudes derivadas de la conflictividad en la región. Sufrió mucho durante la primera guerra mundial y su reconstrucción a partir de 1918 coincidió con el intento secesionista ruteno. Cracovia fue centro de la identidad polaca al recobrar los polacos su independencia tras la ocupación rusa desde 1815. Shitomir, por cuanto en 1918 se estableció allí la capital provisional de la República Socialista Soviética de Ucrania, al noroeste del país.

Contra el separatismo se levantó la ciudad de Lwów a comienzos de noviembre de 1918, acaudillada por Czeslaw Maczynski, que como antiguo militar del imperio austró-húngaro tenía experiencia militar, pero en las operaciones no intervino autoridad polaca alguna, ya que Polonia no era todavía independiente. La ciudad había sido sitiada por los separatistas rutenos. Mientras tanto, Cracovia había sido liberada del poder austríaco y poco después lo fue Lublin; Varsovia fue liberada de los alemanes en noviembre y Poznan en diciembre. Wilno no fue liberada hasta abril de 1919, pero con el tiempo Lwów recibió ayuda de otras regiones polacas, lo mismo que ocurrió con ucranianos que apoyaron a los rutenos. En la primavera de dicho año toda la Galitzia oriental fue conquistada por Polonia y las fuerzas militares rutenas y ucranianas fueron desplazadas a la Ucrania dependiente de Rusia.

Esto no fue todo, ya que a la victoria militar siguió la lucha diplomática. Se opuso a que Polonia tuviese la soberanía sobre Galitzia oriental Gran Bretaña, pero dicha soberanía fue reconocida por la Sociedad de Naciones en marzo de 1923. En realidad había muchos polacos en el país consecuencia de migraciones a lo largo de los siglos, sin perjuicio de que, como se ha dicho más arriba, también hubiera rutenos, ucranianos no rutenos y miembros de otros colectivos nacionales y/o religiosos. De todas formas el movimiento ruteno y sus aspiraciones nacionalistas existía desde los movimientos liberales del siglo XIX, particularmente desde 1848, que realizó sus actividades, de muy corto alcance, dentro del imperio Austro-Húngaro.

Habrá que esperar a la ocupación alemana de 1939, que colmó el vaso de la paciencia de los gobiernos británico y francés, para que Polonia volviese a ser ocupada militarmente por nazis y soviéticos, como si el tiempo no hubiese transcurrido: los nazis unieron Prusia oriental a Prusia occidental y Stalin se comportó como el zar Alejandro I en 1815. La liberación de Polonia tras la segunda guerra mundial desplazó su territorio hacia el oeste, pero Galitzia quedaría definitivamente dividida en dos soberanías como muestra el mapa de arriba y de acuerdo con lo decidido -o impuesto por Stalin- en la Conferencia de Yalta.

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