La Orbada, donde nace el río Guareña
El poblado de El
Pueblito se encuentra en la dehesa de La Genestosa (Casillas de las Flores), en
el extremo sudoccidental de la provincia de Salamanca y muy cerca de la
frontera portuguesa. Es uno de los ejemplos estudiados de asentamientos en al
alta Edad Media sin haber estado sometidos a ningún poder estatal. Han sido
excavadas un par de tumbas en la roca y la datación parece corresponder a la
segunda mitad del siglo VII y el primer cuarto del VIII, abandonando la
población el asentamiento en los próximos años[i]. Aunque
han aparecido restos cerámicos, estos son poco útiles para establecer la
cronología, pues se parecen mucho a otros de diversos lugares.
Otro yacimiento es
Canto Blanco (Calzada de Coto), al oeste de Sahagún en la actual provincia de
León. La ocupación habría tenido lugar entre los siglos VI y VIII, pero
continuaría quizá hasta el siglo X. Sus habitantes, pocos en número y de igual
manera que en caso de El Pueblito, se organizarían comunalmente para ayudarse
en el devenir diario, quedando aislados de cualquier influencia política
foránea a la que someterse.
El yacimiento de La
Huesa se encuentra en Cañizal, muy cerca del arroyo de San Moral, que desagua
en el río Guareña, afluente a su vez del Duero. La Huesa fue habitada entre los siglos VII y
X, y Martín Viso dice que debe relacionarse con los restos encontrados en el
vecino pago de El Barcial, datado en el siglo X, donde se ha localizado un sarcófago de piedra, un
ajimez en arco de herradura y dos fragmentos de celosía, posiblemente asociados
a una iglesia.
En El Castellar, sito
en Villajimena, actual provincia de Palencia, al nordeste de la capital
provincial, se descubrió una pequeña necrópolis de época visigoda con restos
de un ajuar; igualmente una pequeña iglesia en torno a la cual se agruparía la
pequeña población autárquica, reducida y aislada. La iglesia se amplió más
tarde y quizá perduró hasta el siglo XII.
Otro caso es el de Santa
María de la Aldea (Baltanás), al sureste de la actual provincia de Palencia,
donde se ha excavado un pequeña necrópolis datada en el siglo VII, luego
sustituida por otra en el siglo VIII o principios del IX, cuando se levantó una
iglesia, edificio que, allí donde ha ido apareciendo, parece haber sido el
elemento aglutinador de las comunidades, pero aquí parece que el poblamiento se
prolongó hasta la plena o baja Edad Media (en estos dos casos ya no
independiente de un poder político superior).
Santa María de
Matallana (Villalba de los Alcores) se encuentra hacia el oeste, pero no lejos de
Baltanás; es otro poblado donde se descubrió una necrópolis en el lugar llamado
Prado de la Guadaña, en uso durante los siglos VII y VIII. Más tardios han
aparecido restos de tumbas de lajas, de teja y de fosa que parecen corresponder
a los siglos plenomedievales.
El autor citado habla de Fuenteungrillo[ii],
en la provincia de Valladolid, que también debió de ser ocupado en los siglos
altomedievales. Muy cerca de León se encuentra Villaturiel, donde Nieves
Candelas ha estudiado el cementerio de Marialba de la Ribera, que delata la
existencia de un poblamiento, en este caso prolongado, entre el siglo IV y el
XIII[iii].
Estos datos abonan la
idea, expresada por Sánchez-Albornoz hace mucho tiempo, del “desierto
estratégico” o frontera tácita entre el poder musulmán y el cristiano en torno
a la cuenca del Duero, aunque el gran medievalista limita en el tiempo dicha
situación. Si esas pequeñas comunidades se dotaron de algunos jefes o elites locales para regirlas no está
claro, pero no cabe duda de que habrían ido creando identidades locales que se
manifestarían en reuniones o asambleas documentadas desde finales del siglo IX,
y estas asambleas se celebraron precisamente en las pequeñas iglesias.
Martín Viso señala que
este modelo se reprodujo en otras zonas del área estudiada, como es el caso de
Dueñas, en un valle con parameras que hicieron posible el asentamiento de una
población comunal. Así nos encontramos –para los siglos estudiados- con un
conjunto de territorios de pequeño tamaño sin que se estableciera una conexión
jerárquica entre ellos. Sus formas de vida fueron muy elementales, donde la
agricultura y la ganadería –seguramente con predominio de la primera- serían la
base del sustento, pero sobre todo la organización comunal que permitió
apoyarse unos vecinos en otros.
Cabe preguntarse qué
sistemas de defensa emplearon cuando eventuales razias de unos estados y otros
actuaron en la zona, pero por la misma naturaleza de aquellas, su objetivo era
el castigo, y eventualmente el botín, de escaso interés en estas pequeñas aldeas
alisladas de los principales centros de poder al norte y al sur de la cuenca
del Duero.
[i] Iñaki Martín Viso ha estudiado algunos casos de asentamientos humanos que vivieron de forma autárquica y elemental durante un período de tiempo más o menos corto según los casos, antes de entrar a formar parte de una entidad política superior, cristiana o musulmana. El autor ciñe su estudio a un área de 90.000 Km2. entre la cordillera Cantábrica y el Sistema Central de Norte a Sur, y los montes de León y la parte más occidental del Sistema Ibérico de Oeste a Este.
[ii] Los restos más antiguos se remontan a época prehistórica.
[iii] Citada por Martín Viso en el trabajo titulado “Tiempos de colapso y resiliencia: espacios sin estado en la península Ibérica (siglos VIII-X)”.
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