Siétamo (Huesca)*
El conde de Aranda[i]
pasa por ser un librepensador, indisciplinado y culto personaje de la España
dieciochesca, e incluso algunos le han hecho iniciador de la masonería
española, pero no es esto lo que aquí nos interesa. Cuando el ministro
Grimaldi, al servicio del rey Carlos III, era Secretario de Estado (responsable
de los asuntos exteriores), Aranda lo era de los de interior en el Consejo de
Castilla, teniendo roces recíprocos. Más tarde el primero sería sustituido por
Floridablanca, y también con este tuvo Aranda diferencias, siendo subordinado
suyo como embajador en París.
Uno de los motivos de
enfrentamiento entre Grimaldi y Aranda fue la diferente política que pretendían
con Inglaterra, que acababa de ocupar las islas Malvinas, siendo el primero
partidario de contemporizar y el segundo de la guerra. Las islas habían estado
en poder de la monarquía francesa hasta 1767, que pasaron a manos de la
española, pero ya entonces Inglaterra había hecho algunas incursiones en el
contexto de la lucha por el control de los mares.
Cuando Aranda llegó a
París como embajador empezaron las hostilidades entre las colonias inglesas de
Norteamérica y la metrópoli, alieándose aquel meditadamente contra Inglaterra
debido a su anglofobia comprobada. La oportunidad de debilitar a Inglaterra –dijo-
no podía desaprovecharse, aun considerando el riesgo de que las colonias
españolas en América pretendiesen lo mismo más tarde o más temprano. Aranda se
dirigió a su superior, Floridablanca, que no tenía la misma visión que él sobre
América, diciéndole que no se atrevía a “atar el dedo gordo”, expresión que en
la época significaba acometer la empresa más importante.
Lo cierto es que en
1783 se firmó el Tratado de Versalles con Inglaterra en el que Aranda participó
en nombre de España, consecuencia de la finalización de la guerra de
independencia de las colonias inglesas, por lo que el conde fue felicitado por
el rey Carlos III. De ese mismo año hay un memorial que se le ha atribuido y
que el profesor José Antonio Escudero López considera falso. Una vez en Madrid,
Aranda se entretuvo en formar parte de la camarilla del futuro Carlos IV contra
su padre el rey (es lo que se ha llamado “partido aragonés”).
Durante el reinado de
Carlos IV, Godoy empezó a ascender mientras que Floridablanca y Aranda
descendían, buscando este apoyo en la reina María Luisa, y logrando ser
nombrado (aunque por poco tiempo a favor de Godoy) ministro de Estado. En esta
ocasión el conde no fue partidario de la guerra con la República Francesa, por
considerar que España no estaba en condiciones de asumirla, mientras que Godoy,
que a la postre sería nombrado “príncipe de la Paz”, sí lo fue… Este
enfrentamiento, que al parecer llegó a producirse con cierta violencia en
presencia del rey, llevó a Aranda al destierro.
Godoy propuso entonces
formar monarquías en América en sustitución de los virreyes y sendos senados
formados por mitad de peninsulares e indianos. Y este asunto es el que entronca
con el memorial de 1783 que se le atribuye a Aranda (parece evidente que no es
su autor) en el que se proponía asegurar el control sobre Cuba y Puerto Rico y
crear tres monarquías: Costa Firme, Perú y México, que estarían federadas con
España y su rey tendría el título de emperador. Todo ello en la línea de evitar
que se intentase en la América española seguir el curso de las colonias
inglesas de Norteamérica, recientemente independizadas. Pero este memorial
apareció por primera vez a la vista treinta años después de su fecha, no
conociéndose el original (esto último no sería el mayor problema), y existen
copias en varios archivos españoles (entre ellos el de Simancas) y en uno
francés[ii].
En relación a ese memorial
no aparece correspondencia entre Floridablanca y Aranda, lo que representa la
primera rareza, y en él Aranda se mostraría arrepentido de la firma del
reciente Tratado de Versalles (en el mismo año). Además –dice el autor citado-
no existe correspondencia alguna entre el estilo literario de Aranda y el del
memorial. Como existe otro memorial de Aranda con fecha de 1786, del cual
sabemos es ciertamente autor el conde ¿cómo es posible que no se haga
referencia al de tres años antes? Además tenermos la contestación de
Floridablanca al memorial del último año pero no al del primero, del cual no
sabemos su autor.
Centrándonos en el
documento de 1786, Aranda dice a Floridablanca que “no podemos sostener el
total de nuestra América”, proponiendo cambiar Portugal por Perú, ya que la
monarquía lusa poseía Brasil; el resto de la América meridional sería entregada
a un infante con el título de rey; y en el documento Aranda se anticipa a las
aspiraciones de los Estados Unidos sobre la Florida y México, pero
Floridablanca dio evasivas a esta propuesta.
Volviendo al documento
de 1783, Escudero López ha podido saber la fecha en la que Aranda salió de
París hacia España después de firmar el Tratado de Versalles: 10 de diciembre
del mismo año, llegando a Madrid el 28 del mismo mes y encontrándose que su
esposa acababa de fallecer. Tendría que haber redactado el documento entre
dicho día 28 y el 31 de diciembre para que el año coincida con el del documento.
Si lo hubiese redactado en París significaría que se habría arrepentido de la
firma del Tratado poco después de haberlo suscrito…
No corresponde aquí
especular sobre lo que hubiera resultado de las propuestas de Godoy y Aranda,
aunque sí demuestran la preocupación por retener los lazos con la América
española mucho antes de que se produjese el proceso independentista. Sería
mucho esperar del tibio Floridablanca (recuérdese su política contra las ideas
de la Revolución Francesa, lo que fue común a muchos otros ministros europeos);
o quizá la prudencia demostrada por José Moñino evitó un fracaso, porque
ciertamente eran audaces las propuestas antedichas.
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