Interior de la iglesia visigótico-mozárabe de Santa María de Melque (Toledo)*
Según se ve, el tema de
los mozárabes ha sido muy discutido por los historiadores, hasta el punto de
que algunos han señalado lo inadecuado del término para referirse a los
cristianos en territorio andalusí[i].
Lo que sí parece claro es que los mozárabes no formaron un bloque homogéneo,
sino que se comportaron de forma distinta según las regiones. Acién Almansa
contrapone la sociedad que él llama feudad[ii]
de los cristianos peninsulares del siglo VIII y la que se conformaría en
al-Andalus, más caracterizada por la importancia de las ciudades y el pago de
tributos.
Volviendo a los
mozárabes, el autor citado señala que su cultura sería de “muy bajo nivel” si
se la compara con la de los cristianos del oriente islámico o de los judíos
andalusíes, y asegura cateóricamente que la Hispania visigoda capituló ante la
embestida islámica en el siglo VIII, lo que así parece ser no solo porque se
conocen sufientes casos de pacto[iii],
sino porque el avance musulmán en el territorio fue muy rápido, aunque luego
siguiese un repliegue ante la imposibilidad de controlar el más alejado de la
actual Andalucía. Sabemos que hubo casos de resistencia[iv], pero
fueron los menos, y no deben olvidarse el conjunto de enfrentamientos que se
dieron en los valles de la cordillera Cantábrica a partir de 722.
Los musulmanes tuvieron
preferencia por ocupar las ciudades, desde las que se gobernaría el territorio
rural circundante, aunque debe tenerse en cuenta la poca entidad de las mismas
en época visigoda, y al mismo tiempo parece que funcionó lo que el autor al que
sigo llama “dualidad “‘amil-obispo”,
es decir, jefe militar musulmán y autoridad religiosa cristiana para el control
del territorio. En efecto, muchos obispos obedecieron muy pronto a Córdoba
según las fuentes carolingias sobre la conquista de Septimania y el nordeste
peninsular, a lo que siguió la destrucción de las sedes episcopales por Carlos
Martel tras su infructuoso ataque a Narbona, y quienes resistieron a la
conquista franca de esta ciudad y Barcelona no fueron obispos, sino homines. Más tarde los francos no fueron
partidarios de reponer obispos y sí condes[v].
Los obispos del reino
visigodo, por su parte, defendieron los pactos que habían hecho con los
musulmanes por los que se les aseguró la tercera parte de todos los bienes de
los cristianos[vi],
mientras que el rey asturiano Alfonso I (693-757) quiso hacerse con el control
de las sedes episcopales que permanecieron arrebatándoselas a la sede toledana,
y no todas las sedes en territorio andalusí continuaron.
Otro tipo de pactos
fueron los que llevaron a cabo nobles de época visigoda con los invasores
(Tudmir en su territorio de la actual Murcia es el más conocido), y en el medio
rural se instalarán los yundíes (militares
sirios) a mediados del siglo VIII en las tierras del sur, mientras que en el
valle del Ebro y el suroeste surgieron
los grandes linajes muladíes. A mediados del siglo IX Córdoba había crecido
mucho como consecuencia de la inmigración de corto radio, donde tenían sus
propiedades los monasterios y las grandes familias mozárabes, lo que indica la
preferencia de dichos inmigrantes por trabajar como artesanos en los arrabales
de la ciudad en vez de seguir siendo siervos en el campo.
La colaboración de los
obispos con las autoridades de al-Andalus continuó, y de igual manera se dio
una “convivencia y aculturación” que se puede encontrar en los mozárabes
toledanos, pues en las repetidas rebeliones en la ciudad, nunca aparecen estos,
sino muladíes, y en los medios rurales se sabe, por el “Calendario de Córdoba”[vii],
de la pervivencia de iglesias y monasterios, y están claras las diferencias
sociales dentro de las comunidades mozárabes.
En definitiva, el autor citado parece demostrar que los mozárabes fueron una comunidad heterogénea en al-Andalus, con marcadas diferencias sociales entre sus miembros, con comportamientos distintos en unos lugares y otros ante los conflictos que surgieron, haciendo una crítica a la historiografía más tradicional que, basada en hechos como el de Eulogio[viii] y sus compañeros en Córdoba, ha pretendido dar una idea de resistencia tenaz que no sería tal más que en ciertos episodios. Otro es el caso de los mozárabes que huyeron el norte para escapar a la influencia musulmana o para no ser discriminados por ser cristianos.
[i] Manuel Acién Almansa, “Consideraciones sobre los mozárabes de al-Andalus”.
[ii] Si se han rastreado algunas características del feudalismo en el bajo Imperio, también se darían en época visigoda (relaciones de dependencia, gran propiedad en manos de la nobleza y de la Iglesia…) pero parece entonces que dicho feudalismo tendría muchas diferencias respecto al que florece en los siglos plenomedievales.
[iii] Ver aquí mismo “El conde Casio”. También “Obispos, emires e impuestos”, “Resistencia y colaboración con el invasor”.
[iv] Ver aquí mismo “Conquista y crueldad”.
[v] Próspero, obispo de Tarraco entre 711 y 713, huyó.
[vi] Con la ley de Egica (687-702) los obispos tenía reconocida la tercera parte de los bienes de las iglesias…
[vii] Obra de la segunda mitad del siglo X debida al obispo mozárabe Recemundo, donde se habla de diversos asuntos relacionados con la vida en el campo y la agricultura. Se relacionaba a las estaciones con las cosechas y con la vida en la ciudad. Se la dedicó al califa al-Hakam II.
[viii] A mediados del siglo IX murió ejecutado después de haber alentado el martirio voluntarios de unas decenas de mozárabes.
* Fotografía de Wikipedia.
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