lunes, 31 de diciembre de 2012

Los Iluminados de Baviera

Texto de la fundación de la Universidad de Ingolstad
Todo empezó en la Universidad de Ingolstadt, al sur de Alemania, que en la época napoleónica pasó a formar parte de la Confederación del Rin. Fundada la Universidad en el siglo XV, languidecería durante el siglo XVIII, pues la oposición a la Iglesia que en ella nació como consecuencia de las ideas ilustradas, hizo que los jesuítas la combatiesen.

Cuatro años después de haberse fundado la sociedad de los Iluminados de Baviera, ingresó en ella (1780) Adolf Freiherr von Knigge, un sajón de la baja nobleza. El objetivo de este y de los Iluminados era conseguir el respeto a los derechos humanos; aunque Knigge se separó de los Iluminados solo cuatro años más tarde, de todas formas su influencia ha sido decisiva en aquella sociedad.

No siendo una sociedad masónica, los iluminados se fueron infiltrando en las logias masónicas para captar adeptos, toda vez que los objetivos eran los mismos: la "república universal". Hasta tal punto es así que, segúnn Santiago del Solar, del total de los miembros de que se tiene conocimiento (1394), el 41% (575), eran masones. El mismo autor ha dicho que la masonería tuvo su "edad de oro" durante la época napoleónica, aunque de aquí a deducir que la masonería contribuyó decisivamente al triunfo de la Revolución Francesa va un trecho. Pero fuera de la época napoleónica la masonería fue perseguida tanto durante el Antiguo Régimen como durante la revolución. En el origen de todo está la sospecha de la conspiración, pues por mucho secreto que guardasen sus miembros, en efecto los masones intentan infiltrarse en los sectores rectores de la sociedad, de la economía y de la política e influir desde ellos hacia sus fines.

Los Iluminados de Baviera otro tanto, sobre todo en la dividida Alemania, Viena, París, Nápoles y Génova. Logró infiltrarse -dice Santiago del Solar- en el aparato del Estado, en instituciones académicas y en los círculos de las elites germánicas, incluyendo al clero. Los iluminados constituyeron una corriente radical de la Ilustración alemana, planteándose la lucha contra los enemigos del la misma; a favor del progreso y de la educación. El secreto se justificaba porque se trataba de estudiar aquellas doctrinas que eran consideradas subversivas. Pero los iluminados crearon una escuela para la formación moral de sus miembros y ofrecerse como verdadera alternativa al Estado, la Iglesia y las instituciones educativas, etableciéndose entre sus miembros relaciones fraternas.

La sociedad como tal se mantiene, pues, al margen de la sociedad, lo que no quiere decir que sus miembros dejen de infliltrarse en los organismos decisorios de la misma; incluso los iluminados buscaron diferenciarse de la masonería, pues evitaban preocuparse de lo sobrenatural. Los Iluminados de Baviera no fueron subversivos, pero la persecución fue generalizada desde que las logias de Berlín les acusaron por intromisión y de complot contra el Estado. Un elector de Baviera prohibió la Orden y la represión se extendió por toda Europa. Durante el siglo XIX las monarquías europeas emprendieron una oleada de persecuciones, destacando en España, tanto contra la masonería como contra los iluminados, Hervás y Panduro, jesuita que, aparte sus indudables méritos académicos, representa uno de los ejemplos más claros de reacción contra las ideas revolucionarias.

Ver: https://www.youtube.com/watch?v=UCZjkp9qmOA

domingo, 30 de diciembre de 2012

Antas de Ulla


En el centro de Galicia y el el alto Ulla, a unos 550 metros de altitud sobre el nivel del mar, se encuentra la villa de Antas, rodeada por sus parroquias: Amoexa, Castro de Amarante, Olveda (donde nace el río), Queixeiro, San Fiz de Amarante, San Martiño, Santa Mariña, Terra Chá, Vilanuñe son algunas de ellas. Si algo hubiera que destacar son sus carballeiras, de una frondosidad extraordinaria. Los troncos de los carballos son gruesos y nudosos, las ramas descienden mansamente hasta formar una cobertera vegetal que casi se confunde con el follaje de la superficie. Los colores verdes y amarillos, ocres y pardos; los musgos en las zonas más húmedas, soutos en las proximidades del río. Y la piedra. En Antas, como en otras muchas villas y ciudades de Galicia abunda la piedra granítica, que ha hecho posible la construcción de iglesias, casonas, pazos, balaustradas, muros y cruceiros.

La iglesia de Amoexa es de planta rectangular, con un atrio cubierto a su derecha, según se dirige la vista hacia la fachada principal. La espadaña barroca se eleva en contraste con la horizontalidad dominante, un solo ábside cierra la cabecera, decorado con motivos jaqueses, canecillos y una ventana románica. En el alero de la iglesia más canecillos, y los capiteles, con motivos vegetales, animales y rostros de personas. La iglesia se encuentra aislada, dominando un extenso territorio, toda ella de piedra bien labrada, con sillares grandes y la única nave ligeramente elevada.

 Entre las edades media y moderna se levantaron las casas fuertes de la nobleza local: los Noguerol mandaron construir una en Amarante durante el siglo XIII, pero ha sufrido modificaciones. En uno de los dinteles el escudo de armas, en una de las esquinas matacanes sostenidos por ménsulas toscas pero originales. Su altura aún se encumbra más por la gran chimenea, símbolo de una buena lareira que garantiza las fiestas gastronómicas de la familia dominante. En uno de sus lados una gran torre de planta circular, con los sillares irregulares, en contraste con la edificación residencial. Las ventanas altas, para huir de la humedad y posibilitar la defensa en siglos pasados. 

Y el pazo de Santa Mariña tiene la balconada más ostentosa que imaginarse pueda, saliente sobre el edificio, sostenida por un haz de ménsulas que envían un mensaje al vecindario: junto con su portada, su chimenea, su escudo de armas, señala el poderío de los moradores (ver arriba). 

El río baja a veces remansado, en otras ocasiones pequeñas cascadas rompen el silencio de los parajes. La altura, la humedad y los suelos crean las condiciones para que las carballeiras salgan al paso de los caminantes, cerca y más lejos del río, permitiendo mantener molinos que ya no muelen, pero dan una nota de humanidad en medio de tanta naturaleza.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Villas fortificadas en torno al Miño

Plano de Tui en el siglo XVIII (al sur, el Miño)

Aunque existe la idea de que las ciudades de época clásica se levantaron sobre la base de las ideas urbanísticas romana y helenística, regulares y obedeciendo al patrón de un campamento militar, el historiador Juan Juega ha sugerido una interesante idea, basándose en los planos de algunas ciudades y villas medievales, aunque las reformas sucesivas vendrían a desfigurar lo que se pretendía en las Partidas de Alfonso X. El plano de Viana do Castelo, por ejemplo, está organizado en cuadrícula, y a lo largo del río Miño hay una serie de villas -señala el autor citado- que se amurallaron durante la Edad Media como consecuencia de los conflictos fronterizos entre la naciente monarquía portuguesa, a mediados del siglo XII, y la leonesa y/o castellano-leonesa: A Guarda, Caminha, Tui, Valença do Minho, Salvaterra, Monçao, Monterrei, Chaves.

"La refundación de Tui por Fernando II, en 1170, tras la victoria sobre Afonso Enriques en Cedofeita (Pontevedra) y Badajoz, es altamente expresiva de la necesidad de dotar a la frontera con Portugal de una serie de plazas fuertes". El mismo rey obligó a un cambio de emplazamiento de la ciudad, situándola en el lugar que ahora ocupa, dominando el río Miño, que pasa encajado sobre la cota de la población. "En oposición a Tui surge del lado portugués Contrasta, durante el reinado de Sancho I", y más tarde Afonso III la reconstruye y amplía sus muros, con un nuevo foro en 1262, cambiándole el nombre por el de Valença do Minho. 

Salvaterra se sitúa en el lugar donde antes estaba la villa de Lazoiro, propiedad de la mitra compostelana. "La villa de Lazoiro se cita por última vez en 1170". Frente a ella se encuentra la también amurallada portuguesa de Monçao, que recibe foro en 1261. La denominación de A Guarda (La Guardia) parece hacer alusión a la necesidad de tener que "guardar" la desembocadura del Miño, frente a la portuguesa Caminha.

Baiona recibió foro en 1201, pero esta fue fortificada más tarde y para guardar la entrada en la ría de Vigo, algo más al norte. Las ciudade fronterizas gallegas no tienen una planimetría tan claramente reticular como las portuguesas, si exceptuamos Salvaterra de Miño, pero este trazado es ya del siglo XVII, tras la ocupación durante un tiempo de la plaza por Portugal. Fuera de Galicia también cabe hablar, como hace Torres Balbás, de la Guernica vizcaína, cuya zona vieja tiene también un plano regular.

La mujer también emigra

"Mujeres", de Luis Seoane, 1946

Camagüey está casi en el centro de Cuba, donde la explotación de la caña de azúcar ha dado a la provincia su riqueza principal, en medio de un relieve llano y entre las costas norte y sur de la isla. En la ciudad se comercializaban los productos agrarios, y junto con Oriente y las Villas, conformó la más importante producción azucarera a donde fueron, entre finales del siglo XIX y principios del XX, casi cuatro de cada diez españoles que emigraban a América. 

Ciertos estudios han demostrado (1) que, teniendo en cuenta la procedencia de los "colonos" de la contrata de Goicouría (1845-1846) de un total de 1.208 emigrantes, el 22,7% eran mujeres, pero si tenemos en cuenta la procedencia de algunas regiones en particular, ese porcentaje aumenta, en el caso de Valencia, a 35,7% y en el caso de montañeses (Cantabria) a 28,9%. En cuanto a Galicia, el mismo estudio revela que, entre 1915 y 1925, los porcentajes más altos de emigrantes estaban en las edades de 15 a 24, seguiéndole de 25 a 29, aunque en este caso no se hace distinción entre hombres y mujeres.

Aunque las mujeres tenían restringida la emigración por la Junta del Reino de Galicia en las cuadrillas de segadores que iban a Castilla, en varias ocasiones se saltaron tal prohibición. Las autoras a quienes sigo indican que durante muchos años una tercera parte del éxodo rural a Castilla correspondió a mujeres, tanto para la siega como para faenas vinícolas. Por otra parte, la ausencia del esposo convirtió a algunas mujeres en actoras ante los poderes públicos, antes de que la ley lo estableciese. 

En todo caso, entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, el porcentaje de mujeres emigrantes a América aumentó, mientras que el de hombres disminuyó, lo que no quiere decir que disminuyese la cantidad total de estos últimos. Si en en el período 1882-1889 el porcentaje de emigrantes salidos por puertos gallegos que llegaron a Buenos aires se distribuyó con algo más del 70% de varones y algo menos del 30% de mujeres, en el período 1912-1926, el procentaje de los primeros bajaba de 60 y el de las segundas subía de 40, y esta tendencia se manifestó a lo largo de los años intermedios a los señalados.

La mayor parte de las mujeres emigrantes (salidas de puertos gallegos hacia Buenos Aires) en el período 1882-1926 eran solteras (más del 60%), mientras que las casadas nunca pasaron del 40%; porcentajes muy bajos eran viudas, probablemente porque habían enviudado a edad avanzada o porque por ellas mismas y con la ayuda de algún hijo no les fue necesario emigrar. Es decir, la imagen estereotipada de que el hombre emigró y la mujer se quedó en casa cuidando de la pequeña propiedad familiar (agraria) para trabajarla, pierde peso a medida que nos acercanos a finales del siglo XIX y nos adentramos en el XX.
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(1) "Mulleres e emigración na historia contemporánea de Galicia, 1880-1930", María Xoxé Rodríguez Galdo, María Pilar Freire Esparís y Ánxeles Prada Castro, 1998.

Los pintores de Moritzburg

Uno de los lagos de Moritzburg

En el extremo oriental de la actual Alemania está la ciudad de Dresde, y en sus cercanías los lagos de Moritzburg, donde Pechstein, Kirchner y Heckel se retiraron a pintar durante los veranos de 1909 a 1911. La ciudad y los lagos se encuentran en una depresión de la gran llanura europea. 

En la obra de los tres pintores se ve clara la influencia de los tres grandes que han pasado a ser conocidos como postimpresionistas: Gauguin, Cézanne y van Gogh. El cielo de "Al aire libre", de Pechstein es claramente el del holandés (ver abajo); así como los colores terrosos de los desnudos son trasunto de los de Cézanne; mientras que el vivo colorido de muchas de las obras de Heckel y Kirchner son influencia tanto de Gauguin como de los fauves

Teniendo gustos parecidos, amigos y partícipes en movimientos pictóricos de principios del siglo XX y efímeros, pasaron por vicisitudes distintas: Nacieron los tres a principios de la década de 1880 pero el de vida más corta fue Kirchner, que murió en 1938 y no tuvo que sufrir el nazismo en el poder. Heckel fue el que más tiempo vivió (hasta 1970) y sufrió la destrucción de una gran cantidad de sus obras por los nazis. Su prolífica actividad nos ha dejado, no obstante, ejemplos de su expresionismo más vivo. Pechstein también sufrió el desprecio de los nazis pero, que se sepa, no tuvo que abandonar el país. Estudió en Dresde y formó parte, junto con los otros dos, del grupo "El Puente", manifestación genuina del expresionismo alemán. El grupo duró poco (1905-1913) porque entre otras cosas las novedades se sucedían continuamente y los pintores y artistas se sentían atraídos por otras experiencias. También formó parte del grupo "El Jinete Azul" en Munich (1911). 

Con algunas diferencias, el amor a la naturaleza que habían inspirado los postimpresionistas, permanece en ellos: árboles, baños, desnudos. Incluso Pechstein, imitanto a Gauguin, se fue a las islas Palaos, en el Pacífico, en 1914, para aislarse de la "contaminación" del mundo moderno y recurrir a la inspiración de la naturaleza en estado puro, primitivo. Los colores de los tres -como es característica del expresionismo- son subjetivos, de forma que no tienen inconveniente en pintar cuerpos amarillos o árboles de troncos grises. No conceden importancia a la perspectiva, aunque no está ausente en sus obras; y tampoco al volumen, aunque las gamas de colores evitan una sensación totalmente plana en la mayoría de las obras. Heckel fue además grabador, dándose en él el máximo gusto por el color fauve, sobre todo por influencia de Matisse, una generación mayor. 

El agua en Galicia

Molinos de agua

Son ya varios los estudios que se han hecho sobre el uso del agua en Galicia durante la Edad Moderna, así como la conflictividad que planteó su aprovechamiento. Estaban en juego los intereses de los agricultores y de  los molineros, los que poseían una tierra donde nacía un riachuelo, los que desviaban el curso de los pequeños ríos que bajan por las pendientes, los señores contra sus vasallos y los vecinos entre sí; vemos, en fin, a clérigos pleitear por el agua contra un vecino o varios, y así sucesivamente.

En una sociedad eminentemente agraria, como era la gallega hasta bien entrado en siglo XX, se comprende que el agua fuese un bien preciado. Si bien un clima lluvioso hace que muchas explotaciones agrarias no necesitasen del riego, otras sí debido a la naturaleza de los cultivos, a las cualidades del suelo o a la necesidad de aumentar las cosechas. La enorme dispersión de la población por todo el teritorio gallego, no dejando comarca sin poblamiento, así como la extrema división de la propiedad, explican sobradamente la conflictividad por el uso del agua.

Rey Castelao ha estudiado (2007) el uso de los molinos de agua en Galicia a fines del Antiguo Régimen; Pegerto Saavedra lo ha hecho con el agua en el sistema agropecuario gallego (2009); para localidades concretas está la obra de Cabanas López (1997); Falcón Galiñanes lo ha hecho para el caso del Ulla (2003) y no son los únicos.

A mediados del siglo XIX Martínez Padín decía que "las aguas de riego eran una de las causas más comunes de la conflictividad rural en Galicia", llegándose incluso a la violencia. Antes -dice Ofelia Rey- el ilustrado Pedro Antonio Sánchez constató el desmesurado número de molinos (8.278 en 1800). El estudio de la autora citada (1) explica que cada familia (y esto ha llegado hasta el siglo XX) necesitaba hacer harina con su propio cereal, por lo que los molineros necesitaban el agua que también necesitaban los agricultores y ganaderos. 

Pero la conflictividad solía resolverse en la misma base del conflicto, es decir, entre las partes implicadas, llegando a acuerdos, mediante indemnizaciones, mediante arbitrajes o mediadores. En menos ocasiones se recurría a la justicia señorial, arbitraria muchas veces cuando no estaba el propio señor implicado en el conflicto. A la Real Audencia de Galicia llegaban muy pocos casos en comparación con la documentación que los especialistas han consultado en los protocolos notariales de los archivos. 

La legislación sobre aguas en Galicia era la misma que la del conjunto de la Corona de Castilla, "que apenas cambió desde las Partidas de Alfonso X hasta el Código Civil de 1889". En ocasiones el agua se cedía gratis, en otras por precio; a veces se trataba de respetar una servidumbre; en general fue la costumbre y la libre avenencia entre las partes lo que prevaleció, antes de recurrir a las leyes generales. Los conflictos nacían cuando un vecino trasvasaba agua en detrimento de los intereses de otro, o desviaba el cauce de un riachuelo, o daba un uso al agua en el curso alto del río que perjudicaba a los que estaban en el curso medio o bajo. El agua era objeto de división en las partijas de herencias -incontables, dice la autora citada-, o en los apeos de bienes.

A mediados del siglo XVIII el 48,8% de los vecinos eran de señorío secular y el 38,9% del eclesiástico, por lo que solo una pequeña parte de la población era de realengo. Esto complicaba las cosas, pues la justicia señorial se entrometía, en ocasiones, en la conflictividad vecinal, que podía ser individual o colectiva: todos los vecinos de una parroquia, de un lugar... Según el estudio hecho por Ofelia Rey los demandantes fueron en un 43 por ciento grupos vecinales y en un 39 por ciento lugares, mientras que los demandados fueron "varios vecinos" en un 46,8%, "individuos del común" en un 32,3% y destaca también el 8,5% del clero. 

Curiosa la naturaleza humana, que aún en un país donde abunda el agua, no por ello deja de haber conflicto en relación a ella.
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(1) "La lucha por el agua en el país de la lluvia" (2012).

viernes, 28 de diciembre de 2012

El poblamiento de las mil islas


Al noreste del mapa se ve la península de California y parte de la costa pacífica de México y al suroeste las islas de Nueva Zelanda. El área enmarcada está entre algo más de 20º N y algo más de 40º S, es decir, la mayor parte entre los trópicos.

En la parte más próxima a América se encuentra Rapa Nui, consecuencia en parte de la acción volcánica. Para su pequeñez alcanza una altura máxima considerable, que supera los 500 m. sobre el nivel del mar, estando rodeada de pequeños islotes. Con unas temperaturas durante todo el año en torno a los 20º C. y unas precipitaciones totales de 1.000 mm., se puede decir que su clima es ideal para la vida humana. Junto con las casi mil islas que forman la Polinesia, se trata de uno de los territorios descubiertos y colonizados más recientemente por los seres humanos.

Debió ser a finales del siglo IX antes de Cristo cuando las primeras embarcaciones arribaban a unas y otras islas. De unas a otras la especie humana empezó a poblar lo que después conocimos como islas Marquesas, Samoa, Tonga, Cook y las islas de Sociedad, entre otras muchas. Especialistas canadienses y australianos han llegado a esta conclusión mediante un método de datación por uranio-torio a objetos hechos de coral, que fueron encontrados en un yacimiento arqueológico de Tonga, un conjunto de islas en la Polinesia meridional, a la misma latitud que el norte de Australia. El torio 230 se utiliza para dataciones de sedimentos oceánicos antiguos y es consecuencia de la desintegración del uranio 238, teniendo una vida media de 80.000 años.  

¿Que tipo de embarcaciones pudieron surcar las aguas del Pacífico sin necesidad de los avances científicos que el ser huamano conoció a partir del siglo XV? Seguramente embarcaciones muy sencillas que navegarían de isla en isla aprovechando las calmas ecuatoriales; no hay que olvidar que cuando los europeos descubrieron el "mar del Sur", el Pacífico, le llamaron así porque comprobaron que los vientos eran mucho menos frecuentes que en el Atlántico, dado que su amplitud hace que el Ecuador "discurra" por el Pacífico en un gran espacio.

El aire caliente de las proximidades del Ecuador hace que aquel se eleve (el aire cálido pesa menos que el frío) formándose bajas presiones, que son las que provocan las lluvias casi constantes en dichas latitudes. Las temperaturas, a la vez que llas lluvias frecuentes, han sido y son muy suaves, lo que invitaría a los seres humanos a indagar y buscar nuevas islas para su supervivencia.

Manuel Colmeiro: un economista gallego


Los contratos forales han sido objeto de estudio, crítica y defensa por parte de unos y otros a lo largo de los siglos, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XVIII. El arraigo de estos contratos en Galicia (y en otros territorios) fue tal que cuando se produjeron las desamortizaciones decimonónicas, lo que se desamortizó fue el dominio directo, pero los adquirentes del mismo no se convirtieron en propietarios plenos, pues los titutalares del dominio útil siguieron haciéndolo valer.

La situación se hizo más injusta aún por cuanto poco a poco fue apareciendo la figura del subforista, generalmente un hidalgo, que se beneficiaba de una parte de la renta agraria sin aportar nada, es decir, sin tener el dominio directo (titularidad del bien) y sin trabajar la tierra (en ocasiones el bien aforado era un molino, un horno...). 

Manuel Colmeiro, en el siglo XIX, aportó sus propias ideas a este problema, partiendo de la base de que el origen de los contratos forales estaba en el régimen señorial, aunque con el tiempo el que ostentase el dominio directo pudiese no pertenecer a la categoría de señor. Colmeiro publicó, en 1843, su obra "Memoria sobre el modo más acertado de remediar los males inherentes a la extremada subdivisión de la propiedad territorial en Galicia", donde ya apunta que las tierras comunales debían privatizarse. Otra cosa es que no fue partidario de ponerlas a la venta en pública subasta, como se hizo a partir de 1855, sino de repartirlas entre los campesinos para que cada uno explotase su parte en régimen de propiedad.

... porque por la sola razón de que nadie se encariña con la tierra que se dice pertenecer a todos, nadie tampoco la defiende, ni los terrenos se cultivan, sino que se talan hasta desterrar de ellos el menor vestigio de vegetación. Así habla en la obra citada, y sobre los foros dice: ... la consolidación del dominio debe ser el primer paso del legislador... Es decir, que el que tiene el dominio directo pase a ser propietario pleno, o bien que pase a ser propietario pleno el que tiene el dominio útil, resarciendo convenientemente al primero. 

Para Colmeiro -dice Cordero Torron- "el foro imponía cuatro importantes obstáculos a la mejora de la agricultura: la inexistencia de una garantía expresa de que fuesen respetados los derechos de los utilitarios; la irredimibilidad de la renta foral, con lo que el foro se desviaba de la naturaleza de los censos...; la gran subdivisión... del dominio útil. Pese a la gran extensión de las tierras controladas por los dominios directos no se favorecía la agricultura de grandes extensiones y sí en cambio la excesiva partición de estas; el entorpecimiento causado por los laudemios al gravar la propiedad territorial y castigar las mejoras que hiciese el utilitario.

Colmeiro plantea, para una mejora del agro gallego, la necesidad de la instrucción pública, la mejora en las vías de comunicación, la libertad del comercio interior y cierta protección temporal en relación al exterior. También constató la inexistencia de capital suficiente para que las explotaciones fuesen eficientes y los frecuentes pleitos entre los "condueños", es decir, entre el dominio directo y el útil.
 
También Manuel Ortiz de Zúñiga, administrativista español, fue partidario de la redimibilidad de los foros, continuando así una tendencia que venía de los fisiócratas e ilustrados del siglo XVIII. (Fuente: Xosé Cordero Torron, "Manuel Colmeiro y la propiedad de la tierra en Galicia", Universidad de Santiago de Compostela).

jueves, 27 de diciembre de 2012

Los masones en Galicia

Ferrol: barrio de la Magdalena

Los estudios de Valín Fernández sobre la masonería en Galicia han contribuido decisivamente al conocimiento de estas sociedades secretas. En uno de sus trabajos expone la relación entre los oficios vinculados al mar y la masonería, así como la excepcional presencia de masones en la Galicia rural como en ningún otro territorio. 

"Buscar masonería rural y marinera -dice- en un país como Galicia es encontrarse con la propia Historia (sic) de la masonería gallega". Además de los masones compostelanos, coruñeses, vigueses, buena parte de los masones gallegos llevaron a cabo su labor en zonas rurales, sobre todo a partir de la villa lucense de Monforte de Lemos. En cuanto a las profesiones destacan los militares, sobre todo marinos, quizá por la influencia recibida de otros países visitados; también abundan los obreros y artesanos, muchos de ellos relacionados con el ámbito marítimo en Ferrol, empleados en los astilleros. El autor cita a Vicente de la Fuente cuando, en 1873, dice: "Algo de analogía tiene con esto el observar que casi todos los marinos... están afiliados en la francmasonería, y sobre todo los de los puertos de Galicia; pues tanto allí como en Andalucía abundan las logias...". Escoceses que se instalen en Ferrol contribuirán al fenómeno, abundando los ingenieros, peritos, obreros cualificados, tenderos y hasta el maestro de escuela de la colonia británica de los astilleros.

A partir de Monforte de Lemos se da en Galicia (sigo a Valín) "uno de los modelos de masonería rural más singulares de España. "En Galicia puede decirse que encontramos a masones organizados en cualquier sitio", siendo la provincia de Lugo el caso más particular. Sin embargo, que exista una masonería rural en Galicia (el caso de Córdoba -dice el autor- sería el más parecido) no quiere decir que abunden los masones agricultores: algunos medianos propietarios que cultivarían directamente sus tierras, comerciantes, funcionarios municipales, maestros, abogados, médicos, peritos agrimensores, notarios, etc. Estos masones vivían en la zona rural aunque la logia resisiese en la villa más próxima, por muy pequeña que esta fuese, como son los casos de As Nogais y Rubián. Otros son los de Vilaesteve, O Saviñao, Pantón, San Clodio y Pobra do Brollón.

Hasta tal punto asustó esto a la Iglesia que el obispo de Lugo, Gregorio María Aguirre (1885-1894), denunció el fenómeno, asociándolo a la construcción de la vía férrea que tendría en Monforte de Lemos uno de los nudos más importantes. Una masonería viajera: por la mar y en tren llegaron las ideas masónicas y en Galicia se quedaron, sobre todo a partir del personal especializado en la construcción de barcos y del ferrocarril. La masonería femenina se adelantó en Galicia a la francesa y se dio también aquí el primer caso conocido de masonería ferroviaria de la historia de España.

Mujeres piadosas

"Mujeres en la iglesia" (1881)

A mediados del siglo XIX, cuando nace Leibl, Colonia es una ciudad alemana que ha recibido la influencia de las ideas liberales, sobre todo cuando fue ocupada por el ejército napoleónico. Tras el congreso de Viena los intelectuales, periodistas, profesores, estudiantes, comerciantes y otros ciudadanos no pudieron renunciar ya a las posibilidades que daba el liberalismo. Aunque Colonia formó parte de la Confederación Germánica, fuertemente controlada por las autoridades prusianas, el germen liberal había dado ya sus frutos, aunque no se pudiese manifestar abiertamente siempre.

Wilhelm Leibl podía haberse adscrito a cualquiera de los movimientos artísticos existentes en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX, pero prefirió el realismo que habla de las gentes humildes, de las escenas cotidianas, de la sencillez de las cosas: paisanos reunidos en conversación, gente popular, retratos anónimos, un niño durmiendo, mujeres entregadas al trabajo, en el campo; pero tecnicamente Leibl ensayó diversas facturas: el dibujo en ocasiones, el color en otras, casi nunca estridente, sino sobrio y frío; la pincelada rápida de los impresionistas, sin descomponer nunca la forma. 

La obra de arriba es un óleo sobre madera de 113 por 77 cm. que se encuentra en la Hamburger Kunsthalle. Según Christa von Lengerke se trata de una obra en el apogeo del artista. "El pintor, trabajador lento que meditaba y componía con meticulosidad hasta las zonas más pequeñas de sus obras, logró una tabla perfecta de su fase realista, acabada a la manera de los viejos maestros". Tres mujeres, dos de ellas ancianas, están en la iglesia entregadas a la lectura religiosa. Es una escena que todos hemos podido ver, sobre todo en las zonas rurales. 

Aquí el artista contrasta los colores blancos para resaltar el perfil de la mujer del fondo, así como la blusa y el delantal blancos de la más próxima, quizá porque todavía no ha sufrido los rigores de la viudez, y en medio la vieja que se inclina hacia el libro, reparando quizá en un significado hasta entonces desapercibido. A la izquierda, un apoyabrazos oscuro y barroco, como se han conservado en muchas iglesias de toda Europa. Los campesinos con los que se familiarizó Leibl son los bávaros, a donde llegó cuando estalló la guerra franco-prusiana en 1870. Estaba en Francia en contacto con algunos pintores impresionistas. 

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Los votos de San Millán

Monastereio de San Millán de Suso

Tiene gran interés el trabajo de Máximo Diago sobre los monasterios benedictinos riojanos, donde destacan el de San Millán de la Cogolla, Santa María de Nájera y Valvanera. Se centra el autor en el espacio del obispado de Calahorra, que en la Edad Media abarcaba gran parte de las actuales provincias vascas con su multitud de monasterios, aunque se trababa de pequeñas fundaciones. Muchas de estas eran casas de la Magdalena, donde se acogía a mujeres arrepentidas que entraban por esta causa a profesar. En ocasiones sería por escapar de la enorme pobreza que padecerían.

Como en otras partes de España y resto de Europa, en las ciudades y villas se establecieron los mendicantes, franciscanos y dominicos. Entre los conventos de los mendicantes, las casas de la Magdalena y los tres grandes monasterios riojanos, existieron diferencias notables en cuanto a sus rentas, siempre a favor de estos. Las fuentes de los ingresos que recibían estos monasterios -según el autor citado- eran muy diversas, así como sus propiedades estaban muy dispersas.

Durante el siglo XV no solo en La Rioja, sino en otras muchas partes de la península, los monasterios sufrieron un gran deterioro por dos causas fundamentales: la gran crisis económica y demográfica derivada de la peste negra, que se extiende desde el siglo anterior, y la mala gestión de los monasterios como consecuencia de la caída de estos en manos de abades comendatarios, algunos de los cuales recibían las rentas residiendo en la Corte romana. 

El monasterio de San Benito de Valladolid había iniciado una reforma de sus casas ya en el siglo XV, y esto fue quizá el motivo que llevó a los Reyes Católicos a encargarle la continuidad de la misma, haciendo depender a todos los benedictinos de la capital castellana. Se empezó reiniciando una rigurosa clausura y una gestión económica que implicó la "mesa comun", es decir, que las rentas del monasterio no se dividieran entre monjes según su categoría o poder. También se intentó evitar los conflictos internos que habían ido surgiendo en los diversos monasterios. Máximo Diago cita el interesante caso de los abades que, para aceptar se implantasen las reformas, se hicieron reconocer la asignación de una renta vitalicia, como en Valvanera (1523), cuyo abad exigió y consiguió que durante el resto de su vida continuase usufructuando los bienes del monasterio.

El caso de San Millán de la Cogolla es el más notable, solo superado en Castilla por el de Sahagún, y el de San Salvador de Oña muy cerca del primero. El autor anota que, según estimaciones del año 1563, la renta de Sahagún alcanzaría más de 4,5 millones de maravedíes, y la de sus prioratos 778.000. La renta del monasterio de San Salvador de Oña sería de más de 2,5 millones de maravedíes, y la de sus prioratos 883.000. La de San Millán de la Cogolla, 2,6 millones de maravedíes. Sin embargo el número de monjes en el siglo XVI (1565) no excedía de 27 conventuales, aunque a estos hay que añadir 14 familiares, 12 pastores, 38 mozos y 14 muchachos, distribuidos entre la casa principal y las granjas. 

San Millán contaba con dos grandes partidas de ingresos en el siglo al que el autor se refiere: dinero y especie, si bien esta distinción -dice él mismo- no es importante, porque algunos ingresos en especie el monasterio los convertiría en dinero en los mercados. Fuente de ingresos importante fue por la cesión en arrendamiento de propiedades o derechos, además de los votos de San Millán, que se percibían a lo largo y ancho de la geografía castellana. Se trata de un privilegio que el monasterio tenía desde el siglo X, por el que los habitantes de Navarra y Castilla debían pagar una cantidad anual al monasterio, aunque todo hace pensar que el origen del privilegio está en el siglo XIII mediante la falsificación de documentos por parte de los monjes. No es el único caso de "votos", destacando el caso de Santiago por el que la Iglesia gallega recibió durante siglos rentas procedentes de buena parte del territorio peninsular.

martes, 25 de diciembre de 2012

La escritora burguesa

Concha Espina
Sobre la calidad literaria de su obra no cabe duda, además de que no me considero competente para juzgarla, pero fue un ejemplo de intelectual de segundo o tercer orden que colaboró con los militares sublevados y con el régimen del general Franco hasta su muerte. Sus tertulias literarias en la calle Goya de Madrid, a las que asistía lo más granado de la burguesía madrileña (no necesariamente culta) dicen mucho de su personalidad. Por ejemplo: nunca se vio en dichas tertulias a Ortega, a Marañón o a Unamuno. Mucho menos a los de la generación del 27, verdadera intelectualidad de la época republicana, entre los que se encuentra Vicente Aleixandre, cuyo izquierdismo no podía cuadrar con aquellas veladas.

Ya fue galardonada durante la monarquía de Alfonso XIII, entre otros premios con la Orden de las Damas Nobles de María Luisa, todo un símbolo de su conservadurismo e incluso reaccionarismo ante cualquier novedad social y política. Al parecer fue en 1933 cofundadora de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, lo que la hace todavía más contradictoria, quizá como consecuencia de su acomodación a los tiempos. Luego sería premiada durante el régimen de Franco repetidamente.

Se trata de uno de esos ejemplos de la intelectualidad franquista, junto con Cela, Maeztu (no llegaría a vivir para serlo, pero su pensamiento reaccionario y calidad literaria están fuera de toda duda) y José María Pemán. Todo lo contrario que los comprometidos intelectuales como Ortega y López de Ayala (menos claro es el caso de Marañón), Alberti, Giménez Caballero (este no republicano), Bergamín y los citados de la generación del 27.

El confesionario



La confesión de los fieles ante los sacerdotes no fue siempre una obligación en la Iglesia católica. En el siglo XIII uno de los concilios lateranenses impuso la confesión privada al menos una vez al año. En el siglo XVI vendrá el concilio de Trento y la Iglesia, acosada por todos los lados, querrá reafirmar su control social con una obligación más estricta de la confesión de los fieles. 

Los sacerdotes pasaban a conocer la intimidad de los feligreses en la mayoría de los casos, pues hay que suponer que algunos no confesarían aquellos "pecados" que consideraban "inconfesables" o muy vergonzosos. Esta situación era aún más grave en el caso de las mujeres, pues se exponían a que el confesor supiese cosas que ni sus propios maridos (caso de estar casadas) sabrían. En las pequeñas comunidades, donde un solo confesor atendía a todos los feligreses, la visión panorámica que tenía aquel sobre los fieles era absoluta: podía entrar en la taberna y saber de este y de aquel esto y lo otro; cruzarse con alguien por la calle y tener información sobre sus debilidades, comprar a un vendedor y conocer sus pecados, incluso saber sobre delitos, pleitos entre unos vecinos y otros. Ciertamente el secreto de confesión obligaba al sacerdote a no decir nada, pero el control que él ejercía sobre el común de las gentes era extraordinario. Mejor que el de la policía más preparada.

Por eso los sínodos diocesanos, que recogían las normas emanadas de la cabeza de la Iglesia, exigían que los feligreses se confesasen con el "cura propio", por si había alguno que pretendía ocultarle ciertos "pecados" confesándose con un cura alejado del lugar. Para que esto se pudiese dar sin menoscabo de los efectos sacramentales, el penitente debía contar con permiso del "cura propio", lo que era un inconveniente, pues ya se delataba la intención de ocultamiento. Además, dicha licencia "la pedirán con humildad, reverencia y gratitud", según se dice en el Sínodo de Braga de 1477. 

Los confesores debían actuar "como jueces" -dice Fuentes Caballero- con la obligación de "inquirir y juzgar", aunque también se exige que muestren "una especial delicadeza y prudencia al preguntar, evitando siempre la curiosidad". La práctica de la confesión fue evolucionando desde una labor casi inquisitorial hasta una relación más respetuosa con el penitente. En el Sínodo de Oporto de finales del siglo XV, que ha estudiado Fuentes Caballero, "se exige la manifestación íntegra de los pecados o confesión de la boca; se dirán en la confesión las circunstancias necesarias", sin las cuales no es posible una indagación todo lo precisa que se exigía. 

La confesión dio ocasión a que algunos clérigos sucumbiesen a algunas tentaciones al confesar a ciertas mujeres a quienes podían desear. Surge así la solicitación, que muchos autores han estudiado tanto para el caso de España como para el de América. Franciscanos, jesuítas, clero secular que directamente, o mediante terceras personas (generalmente mujeres) solicitaban los favores sexuales de ciertas feligresas. Hay que tener en cuenta que en la sociedad antigua (me refiero a los siglos XVI en adelante y hasta bien entrado el siglo XX) el sacerdote estaba en una posición social dominante respecto de la mayoría de la población, de forma que "solicitar" a una mujer humilde, pobre, sola o esclava ciertos favores, situaba a esta en la disyuntiva de desobedecer a quien se consideraba persona sagrada o aceptar, con el cargo de conciencia que en este caso sufriría.

Muchos católicos no se confiesan hoy en día, considerando que su religiosidad es cosa personal e íntima, así como sus debilidades y faltas, pero otros siguen haciéndolo. En relación a los siglos citados, la solicitación se solía hacer en el momento de la confesión, es decir, estando el sacerdote en el confesionario y la penitente arrodillada en uno de sus lados. En aquella penumbra, soledad relativa (a veces en un convento) a las horas donde la iglesia estaba menos frecuentada, se aprovechaba el cura o el fraile para solicitar. La Inquisición, hasta que dejó de existir, persiguió esto, pero la Iglesia tendió a ocultarlo aunque se produjeran juicios en los que normalmente solo intervenían los denunciantes y los testigos (de haberlos) pero no el acusado; de igual manera que en los últimos años la Iglesia ha ocultado casos de pederastia y otros abusos por parte del clero.

Es muy interesante la obra de Jaime Contreras para el caso de Galicia, si bien trata genéricamente el comportamiento de la Inquisición; la de Caro Baroja sobre las "formas complejas de la vida religiosa"; la de Jaqueline Vasallo sobre la solicitación en la Córdoba argentina; y otras muy conocidas como la investigación de Carmen Martín Gaite ("Usos amorosos del siglo XVIII en España"), Henry Lea ("Historia de la Inquisición Española"), Henry Kamen y Domínguez Ortiz.

domingo, 16 de diciembre de 2012

No hay razón...

... para cambiar mi felicitación navideña del año pasado, por lo que la reproduzco aquí: 

Claro que deseo feliz Navidad a casi todos (excluyo conscientemente a los grandes especuladores y usureros, a los grandes explotadores, a los grandes taladores de vidas humanas).
En cambio me gustaría que tuviesen una feliz Navidad (y no la tendrán) muchas mujeres que representan el 70% de los pobres del mundo, muchos habitantes de los países empobrecidos (porque son ricos pero les han expoliado), los segregados tanto en la ciudad como en el campo, los que son pobres absolutos, los que sufren privaciones básicas, los que forman el "cuarto mundo", los que sufren el dualismo económico en los países ricos, ese 26% de la población mundial que en 2005 vivía con menos de 1,5 dólares al día, que representaba, en ese año, 1.400 millones de seres humanos; los que pasan hambre, los niños desamparados de toda piedad, los que no tienen ni una pequeña casita, los que sufren anemias, los que no tienen salud, los que carecen de medicamentos, los que no tienen agua potable, los inmigrantes. A estos deseo -aunque inútilmente- que tengan feliz Navidad.

A los opulentos y egoístas, a los que viven sin mover un dedo para que el mundo cambie a mejor; a esos no les deseo feliz Navidad. ¿Para qué si su felicidad consiste en vivir para reventar?

martes, 11 de diciembre de 2012

Compostela y los curas liberales

La plaza de Cervantes (imagen antigua)
Trabajos como el de J. A. Vázquez Vilanova (1) avanzan sobre lo que sabemos acerca del clero liberal en el siglo XIX, particularmente en Galicia. El autor habla de que se trata de un grupo reducido en medio de la inmensa mayoría absolutista, aunque quizá algunos clérigos de pensamiento liberal, lo ocultasen por "temor a las represalias". 

De entre los liberales también se observa una cierta diversidad, sufriendo algunos encarcelamiento durante las etapas absolutistas, particularmente entre 1814-1820 y 1823-1833. Algunos lucharon para que se aboliese el Tribunal de la Inquisición, comprendiendo que era una institución culpable de muchas injusticias y que en nada se ajustaba al derecho procesal de un Estado justo. El autor cita el caso de Don Manuel Acuña, enemistado con el arzobispo Múzquiz, que había intentato con anterioridad, sin éxito, obtener plaza de inquisidor. Podría ser como un "modus vivendi" o para ejercer desde ese puesto una política más benigna que la usual. Terminó desterrado y recluido en el convento de Herbón, donde estuvo preso hasta 1820.

Los oportunistas tampoco faltarían, acomodándose a los períodos liberales en torno a 1812, 1820-1823 y desde 1833 en adelante. De todas formas la inmensa mayoría del clero en la diócesis compostelana era absolutista (del 0,5 al 0,8% sería liberal según el autor). 

Otro asunto son las motivaciones: en ocasiones serían intereses materiales, otras intereses ideológicos, pero la mayor parte de los liberales que se han localizado se encontraban en núcleos urbanos y entre los cuadros docentes de la Universidad, por lo que las autoridades eclesiásticas decidieron crear el Seminario Conciliar en 1829, cuando ya el concilio de Trento lo había ordenado en el siglo XVI. En el Seminario se defenderán la unidad católica y el poder temporal del papado, entre otras cosas, en un momento en que el regalismo se encontraba en una fase avanzada de su existencia. 

Otro caso es el del presbítero de la parroquia de Salomé, que declarando sus convicciones liberales, fue recluido en un convento; al igual que un vecino de Santiago, Don Sebastián Souto, quien en 1828 fue encarcelado en varios conventos hata que, estando en el monasterio de Acibeiro, se fugó. A principios del siglo XIX existía una tertulia liberal en el Colegio de San Jerónimo, en la cual participaban clérigos como el catedrático de la Universidad, Bazán de Mendoza, el profesor Regueiro Vázquez y quizá algunos canónigos. Otros eran Don Joaquín Patiño, González Varela y el bibliotecario Don Francisco Pedrosa, que se reunían en la biblioteca de la Universidad, concretamente en el cuarto de los libros prohibidos. 

En ocasiones se mezclaban las acusaciones de liberal con otras circunstancias personales, como es el caso del cura de Santa María de Iria, que en 1826 fue denunciado por "comunicación ilícita con la criada mayor". En Pontevedra encontramos casos de curas liberales: Don Juan María David, presbítero secularizado y Don Sebastián Giménez, capellán. Agunos otros casos se detectan en A Coruña y Betanzos. En la primera ciudad destaca Don Gregorio Moreno del Molino que, según el párroco de San Jorge, era "el constitucional más exaltado... pero tiene la habilidad de mudar la Piel (sic)... anduvo por las calles predicando y exortando a todos en fabor (sic) del diablo y recogiendo firmas contra el Rey...".  En las afueras de Santiago también encuentra el autor citado clérigos liberales: el cura de Santa Cristina de Nemenzo y el de San Cristóbal de Eixo.
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(1) "El clero liberal de la diócesis compostelana durante la primera mitad del siglo XIX: análisis e interpretación de un fenómeno peculiar", Cuadernos de Estudios Gallegos, tomo XLVIII, fascículo 114, Santiago, 2001.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Ensayos de la pintura

"Música" de Dorrit Black

Es muy conocido su "Plantación de olivos", en el que la curvatura del relieve parece obedecer a un programa de ordenador, como la misma plantación. La australiana Dorrit Black vivió entre 1891 y 1951 y pintó sobre todo acuarelas. Luego pintó al óleo y su obra es de una gran variedad. Paisajes verdosos en los que el relieve parece elevarse bajo la "carne mollar", visiones, escenas infantiles, marinas, campos, habiendo recogido las influencias de muchos pintores: Modigliani, el "comic", el cubismo, el informalismo, los "fauves" y los impresionistas.

En su evolución se mezclan estilos, técnicas, inovaciones, sugerencias mil que la hacen polifacética, verdaderamente moderna, original a pesar de haber conocido, durante su estancia en Europa, particularmente en Londres, la obra de los grandes maestros de finales del siglo XIX y princpios del XX.

Giovanni Segantini

El castillo de Arco
Giovanni Segantini nació en 1858 en el norte de Italia, cerca de Trento, en una pequeña localidad montañesa. Fue un artista místico e influido por varios movimientos y técnicas: el divisionismo (ejemplo de lo cual es la obra de abajo, "Flor de campo"), la mayor parte de sus cuadros son paisajes del norte de Italia y de la región suiza de los Grisones, donde vivió y a donde se retiró en cierto momento de su vida.

De familia humilde, se vio obligado a trabajar desde joven en la ya gran ciudad de Milán, hasta que alcanza cierta fama y consigue exponer en Londres. En sus paisajes estan siempre los animales, las vacas sobre todo, los campesinos, las personas humildes, sobre todo mujeres en las cuadras, a la luz de un farol, en soledad.

 

Quod numquam

Grabado de Lepizig
"Lo que nunca debiera ocurrir", a falta de mejor traducción, es el título de una encíclica del papa Pío IX sobre lo que él consideró una persecución de la Iglesia en Prusia, cuando este país había conseguido, hacía pocos años, unificar a Alemania en torno suyo. Siendo la mayoría de la población prusiana protestante y gozando la Iglesia de privilegios mientras el espacio alemán estuvo dividido, las autoridades prusianas se aprestaron a acabar con ellos.

Aparte el léxico papal, nada diplomático a pesar de que en el siglo XIX la Iglesia ya había aprendido a lidiar con el liberalismo triunfante, se comprende la indignación del papa, acostumbrado a una situación de preeminencia y sometido ahora a la pérdida de los territorios italianos precisamente como consecuencia de la unificación de Italia. 

"Se ha descendadenado una fiera..", dice el papa; de "malhechores" tilda a las autoridades prusianas; habla de "violación de la libertad" de la Iglesia, cuando esa misma Iglesia había sido -y lo seguía siendo- partidaria de que no existiese libertad religiosa en los países confesionalmente católicos... Luego amenaza con una pena espiritual (la excomunión) a los clérigos y fieles que sigan la religión de acuerdo con las nuevas formas que establece el Estado recientemente formado: "advirtiendo a los piadosos files que no presencien sus misas ni reciban de ellos [de los clérigos que se acomodasen a la nueva situación] los sacramentos...". 

Considerar que la causa católica era "incólume" es el primer error del papa, que a la altura de 1875 no ha entendido que no se encuentra en el siglo XVIII. La alusión a los "derechos de la Iglesia" es constante, no solamente por la destitución de sus cargos a muchos clérigos católicos sino porque considera que la constitución de la Iglesia es "divina", lo que un luterano no cree y mucho menos está demostrado. Los derechos de los obispos se consideran en esta encíclica "sagrados" y denosta dar poder a los jueces laicos cuando antes quien ejercía dicha jurisdicción era la Iglesia.

Le interesan mucho al papa los "bienes temporales" de la Iglesia, de la que no solo fue despojada en los países protestantes, sino en los católicos, aunque como es sabido se repuso siempre en mayor o menor grado. Aún insiste el papa que su poder es de origen divino: "el cargo apostólico que Nos concedió Dios...". La encíclica "Quod numquam" es un buen ejemplo de inadaptación de la Iglesia jerárquica a los nuevos tiempos de una Europa que, guiada por Alemania en el continente, encaminaba sus pasos hacia su segunda revolución industrial, el socialismo y las primeras formas de democracia.  

domingo, 9 de diciembre de 2012

Los Ourea


Hesíodo en época arcaica griega y Apolonio de Rodas, en época helenística, aluden a esos seres misteriosos, con poderes sobrehumanos, pero quizá demonios que viven y señorean los montes. Antes, durante toda la historia griega antigua y después, los Ourea estuvieron presentes en el imaginario griego, sobre todo en las zonas rurales y apartadas, no tanto en las ciudades, y aún más en la región de Beocia, al noroeste del Ática, asomada a la parte más oriental del istmo de Corinto. 

Y es que las montañas de Beocia parece que inspiraron estos personajes imaginarios: el macizo de Citerón, en Beocia, es un conjunto de montañas y tierras altas con una vegetación tipicamente mediterránea, rala y verde por la altura. El macizo de Parnés limita con el Ática, siendo continuación apenas del anterior. El monte Helicón, en el macizo de Citerón, permanece nevado durante el invierno.

Pero también en Lidia (Anatolia), en el monte Olimpo, en el Etna (Sicilia) y en el monte Athos (Tracia) imaginaron los antiguos griegos la presencia de Oreo, el dios de la montaña. Como una misma denominación, u otra parecida, podía tener significados distintos según las regiones, e incluso acepciones diversas, los Oureas eran también personajes demoníacos que se escondían en las montañas, trayendo desgracias a quienes se perdían en ellas. Sin embargo los griegos más antiguos se encomendaron a ellos, pues de esa manera podían conjurar los males que les esperasen. 

La montaña era lugar a donde huían los delincuentes o los esclavos que no soportaban el trato dado por sus dueños, eran lugares a donde ascendían los pastores, lugares misteriosos a donde se retiraban los que querían la soledad o a donde escapaban los que eran perseguidos.

Esta ambigüedad entre divinidad y naturaleza demoníaca ha estado siempre presente en la mitología griega. Incluso un monte, el Olimpo, era la morada de los dioses, a casi tres mil metros de latura, entre Tesalia y Macedonia: ¿como no imaginar lo indecible de una montaña gigantesca para un país montañoso, sí, pero apartada de las principales ciudades griegas?  

El Cézanne escocés

"El viejo Duff", de Samuel Peploe
Una generación más joven que Cézanne, pues Peploe nació en 1871, estuvo claramente influído por su obra, de un parecido extraordinario, si bien el colorido del escocés es más acusado, en muchas de sus obras, que el del francés. Otro gran parecido es la predilección por los bodegones, sobre todo en los que hay frutas sobre una mesa.

Peploe estudió en París y esto le llevó al paisaje, inspirándose en la gran llanura francesa, aunque también en el sur del país. Por el colorido habrá recibido también la influencia de los "fauves". 

En la obra "El viejo Duff" la pincelada es muy característica de Cézanne, donde el impresionismo está presente, pero la forma es más completa que en aquel estilo.  

"Kirkcudbright"
Pero Peploe no olvidó su Escocia natal, pintanto el paisaje, desde un punto de vista alto, de la localidad marítima de Kirkcudbright, en el suroeste del país. La iglesia, el caserío, la vegetación, utilizando con predominio absoluto dos colores en tonalidaes distintas: el verde y el gris azulado. 

Quizá el autor quiso rendir tributo a una población que resistió las embestidas de la monarquía británica durante el siglo XVI, en medio de la crisis religiosa vivida en toda la isla.
"Paisaje del sur de Francia"
En los bodegones a veces utiliza un dibujo más preciso, mientras que otras veces, como Cézanne, parece intuir las formas geométricas que hay en cada objeto. Pocas veces pinta fondos oscuros, en cuyo caso la luz emerge en primer plano; también pintó marinas, poblados y vegetación; dio una importancia a la luz extraordinaria, prueba de que la pintura francesa estaba presente en él; alguno de sus bodegones demuestra que conocía la obra barroca de este género. Otros temas son las aldeas, jóvenes mujeres burguesas recostadas, la ciudad y su gentío, como hicieran los impresionistas, embarcaciones, retratos (entre los que destaca el de Willie Peploe.