Concha Espina |
Sobre la calidad literaria de su obra no cabe duda, además de que no me considero competente para juzgarla, pero fue un ejemplo de intelectual de segundo o tercer orden que colaboró con los militares sublevados y con el régimen del general Franco hasta su muerte. Sus tertulias literarias en la calle Goya de Madrid, a las que asistía lo más granado de la burguesía madrileña (no necesariamente culta) dicen mucho de su personalidad. Por ejemplo: nunca se vio en dichas tertulias a Ortega, a Marañón o a Unamuno. Mucho menos a los de la generación del 27, verdadera intelectualidad de la época republicana, entre los que se encuentra Vicente Aleixandre, cuyo izquierdismo no podía cuadrar con aquellas veladas.
Ya fue galardonada durante la monarquía de Alfonso XIII, entre otros premios con la Orden de las Damas Nobles de María Luisa, todo un símbolo de su conservadurismo e incluso reaccionarismo ante cualquier novedad social y política. Al parecer fue en 1933 cofundadora de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, lo que la hace todavía más contradictoria, quizá como consecuencia de su acomodación a los tiempos. Luego sería premiada durante el régimen de Franco repetidamente.
Se trata de uno de esos ejemplos de la intelectualidad franquista, junto con Cela, Maeztu (no llegaría a vivir para serlo, pero su pensamiento reaccionario y calidad literaria están fuera de toda duda) y José María Pemán. Todo lo contrario que los comprometidos intelectuales como Ortega y López de Ayala (menos claro es el caso de Marañón), Alberti, Giménez Caballero (este no republicano), Bergamín y los citados de la generación del 27.
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