sábado, 29 de diciembre de 2012

La mujer también emigra

"Mujeres", de Luis Seoane, 1946

Camagüey está casi en el centro de Cuba, donde la explotación de la caña de azúcar ha dado a la provincia su riqueza principal, en medio de un relieve llano y entre las costas norte y sur de la isla. En la ciudad se comercializaban los productos agrarios, y junto con Oriente y las Villas, conformó la más importante producción azucarera a donde fueron, entre finales del siglo XIX y principios del XX, casi cuatro de cada diez españoles que emigraban a América. 

Ciertos estudios han demostrado (1) que, teniendo en cuenta la procedencia de los "colonos" de la contrata de Goicouría (1845-1846) de un total de 1.208 emigrantes, el 22,7% eran mujeres, pero si tenemos en cuenta la procedencia de algunas regiones en particular, ese porcentaje aumenta, en el caso de Valencia, a 35,7% y en el caso de montañeses (Cantabria) a 28,9%. En cuanto a Galicia, el mismo estudio revela que, entre 1915 y 1925, los porcentajes más altos de emigrantes estaban en las edades de 15 a 24, seguiéndole de 25 a 29, aunque en este caso no se hace distinción entre hombres y mujeres.

Aunque las mujeres tenían restringida la emigración por la Junta del Reino de Galicia en las cuadrillas de segadores que iban a Castilla, en varias ocasiones se saltaron tal prohibición. Las autoras a quienes sigo indican que durante muchos años una tercera parte del éxodo rural a Castilla correspondió a mujeres, tanto para la siega como para faenas vinícolas. Por otra parte, la ausencia del esposo convirtió a algunas mujeres en actoras ante los poderes públicos, antes de que la ley lo estableciese. 

En todo caso, entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, el porcentaje de mujeres emigrantes a América aumentó, mientras que el de hombres disminuyó, lo que no quiere decir que disminuyese la cantidad total de estos últimos. Si en en el período 1882-1889 el porcentaje de emigrantes salidos por puertos gallegos que llegaron a Buenos aires se distribuyó con algo más del 70% de varones y algo menos del 30% de mujeres, en el período 1912-1926, el procentaje de los primeros bajaba de 60 y el de las segundas subía de 40, y esta tendencia se manifestó a lo largo de los años intermedios a los señalados.

La mayor parte de las mujeres emigrantes (salidas de puertos gallegos hacia Buenos Aires) en el período 1882-1926 eran solteras (más del 60%), mientras que las casadas nunca pasaron del 40%; porcentajes muy bajos eran viudas, probablemente porque habían enviudado a edad avanzada o porque por ellas mismas y con la ayuda de algún hijo no les fue necesario emigrar. Es decir, la imagen estereotipada de que el hombre emigró y la mujer se quedó en casa cuidando de la pequeña propiedad familiar (agraria) para trabajarla, pierde peso a medida que nos acercanos a finales del siglo XIX y nos adentramos en el XX.
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(1) "Mulleres e emigración na historia contemporánea de Galicia, 1880-1930", María Xoxé Rodríguez Galdo, María Pilar Freire Esparís y Ánxeles Prada Castro, 1998.

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