Obra romana de principios del siglo I (1) |
Durante el régimen
republicano romano el Senado era la máxima autoridad, y estando allí la
aristocracia representada, impulsó la expansión imperialista, pero dos
cónsules, que eran elegidos anualmente, eran los encargados de ejecutar las
decisiones del Senado. Se evitaba así lo que el régimen republicano quería: que
el poder no estuviese en manos de una sola persona, lo que sí ocurrirá desde
Augusto.
Pero sabemos que en el
siglo I a. de C., el ultimo de la República, los generales romanos, en esa
actividad imperialista, habían acumulado mucha influencia, prestigio y poder,
por lo que se enzarzaron en guerras civiles que arruinaron –si no estaba ya escrita
dicha ruina- al régimen republicano. Vino entonces la solución monárquica que
inició la dictadura de César y continuó Augusto.
Según Juan Luis Conde[i] el
régimen de Augusto puso fin a ese ciclo sangriento, de ahí que se hable de “pax
romana”, y en la capital del imperio habían ido apareciendo nuevos grupos
sociales que sustituyeron a la “oligarquía desmochada”, los acaudalados
caballeros y los libertos, “en general profesionales e intelectuales griegos
bien preparados para la administración y la gestión de las finanzas”. El
Senado, a favor del emperador, perdió poder, siendo este la máxima autoridad
del ejército, del que formaba parte la tropa pretoriana acuartelada en Roma.
Pero una vez terminó el
largo reinado de Augusto siguieron los de varios emperadores, de su misma
dinastía, que han sido considerados como infames, si bien este calificativo se
lo atribuyen sus críticos. A comienzos del año 68 –dice Juan Luis Conde- el
ejército y el Senado se concertaron para acabar con el gobierno de Nerón,
mientras dos sublevaciones tenían lugar: en la Galia el propretor Julio Víndice
se rebeló aunque fue vencido por el gobernador de la Germania Superior. En la
Hispania Citerior, Sulpicio Galba fue proclamado emperador por sus tropas (poco
duró la llamada “pax romana”), “por primera vez no en Roma, por primera vez no
por las tropas de la guarnición de la Urbe”, y se dirigió a la capital. Se abrió
entonces un período de lucha por el poder.
El emperador Vespasiano
fue el que consiguió acabar con la guerra civil durante su reinado: aunque fue
declarado emperador por el Senado en el 69, no llegó a Roma hasta el año siguiente
desde Egipto, donde se produjo una rebelión, otra en Palestina de los judíos y
la de los bátavos en la Germania Inferior[ii]
que venía ya del año 69. Tito y Domiciano le sucedieron: el reinado de
este fue decepcionante y atroz, en palabras de Juan Luis Conde, siendo asesinado en
el año 96.
Cornelio Tácito, en su
obra “Agrícola”[iii],
dice de la época: Nuestras propias manos
llevaron a Helvidio a prisión, la visión de Máurico y Rústico nos avergonzó.
Seneción nos bañó con su sangre inocente. Nerón por lo menos apartó sus ojos y
ordenó los crímenes, pero no los contempló: la peor de las desgracias bajo
Domiciano era observar y ser observado. Seneción fue favorecido por Domiciano pero guardó fidelidad a Trajano.
Tácito, que escribe con
tanto escándalo, no tuvo inconveniente en ser pretor en el año 88, fue senador
y llegó a cónsul, procónsul en Asia en el año 112. “El más fiero detractor de
los césares confiesa que les obedeció mansamente…”, dice Juan Luis Conde. Y
Ronald Syme, a quien cita el anterior, añade que entre las razones que llevaron
a Tácito a servir a esos emperadores está “la defensa culpable de un senador
que debía posición y éxito a la Roma de los Césares: al obsequium[iv],
no a la libertas”.
[i] “Cornelio
Tácito. Historias”.
[ii] Entre
el norte de Francia y el sur de Holanda actuales.
[iii] Es el
suegro de Tácito, al que dedica una biografía.
[iv] Que
debe traducirse por obediencia, pleitesía o servilismo, según Juan Luis Conde.
(1) Mármol blanco de 161 cm. de altura: https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/agosto_02/27082002_02.htm)
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