sábado, 16 de marzo de 2019

La guerra de Judea según Tácito



Dice Tácido en sus Historias que el primer romano que conquistó Judea fue Gneo Pompeyo en el año 63 a. de C. y que más tarde “aquellas provincias quedaron bajo el control de Marco Antonio y de Judea se apoderó Pácoro”, rey de los partos, que sucumbió a manos de PublioVetidio. Luego los judíos fueron sometidos por Gayo Sosio, confiando Marco Antonio el reino a Herodes. Rebelados los seguidores de Simón, fueron sometidos por Quintilio Varo, gobernador de Siria y, en represalia, la población judía fue repartida en tres reinos asignados a los hijos de Herodes.

Con cualquier pretexto los judíos reanudaron la guerra contra Roma y, en época de Claudio, Antonio Félix ejerció de rey “con talante de esclavo”, dice Tácito. Con Gesio Floro como procurador de nuevo se recrudecieron las hostilidades, acudiendo a sofocarlas el legado de Siria, Cestio Galo, con diversa suerte. Nerón envió a Vespasiano y, en dos veranos, “su victorioso ejército fue adueñándose una tras otra de todas las alquerías y ciudades, a excepción de Jerusalén: resultaba exasperante –dice Tácito- que los judíos fueran los únicos que no se rendían.

A Vespasiano le sucedió Tito, que plantó el campamento ante los muros de Jerusalén, mientras que los judíos formaron al pié de las propias murallas. Los romanos se aprestaron al asalto, pero la ciudad estaba en un abrupto emplazamiento, rodeada de murallas “combadas hacia dentro, de modo que los flancos de los asaltantes quedasen expuestos a los proyectiles". “El templo –dice Tácito- hacía las veces de ciudadela” y en el interior de la ciudad había una fuente con abundante agua, cuevas en el subsuelo de los montes, aljibes y cisternas para almacenar las lluvias. Tres jefes tenían los judíos, pero según Tácito existían diferencias entre ellos[i]: Simón, Juan y Eleazar, siendo este el encargado de defender el templo.

“Se ha dicho que la cifra de asesinados, de cualquier edad, varones y mujeres, era de seiscientos mil” (evidentemente una exageración, pues de ser así ¿qué podríamos decir del número de combatientes?). Llevaban armas todos los que podían –sigue diciendo Tácito- y la tenacidad de hombres y mujeres era pareja, y “ante la tesitura de mudar de hogar, la vida les asustaba más que la muerte”.

En la guerra de Judea del año 70 tres legiones recibieron a Tito en Judea; a ellas se unió una de Siria y contingentes de dos procedentes de Alejandría. Les acompañaron veinte cohortes aliadas, además de los reyes Agripa y Sohemo, así como refuerzos del rey Antíoco, un grupo de árabes poderoso y hostil a los judíos.

Tácito da rienda suelta al mito cuando dice que los judíos se habían exiliado de la isla de Creta y se habían asentado en los confines de Libia. “Los sólimos –dice- fundaron la ciudad de Jerusalén”, haciéndose eco también de que una plaga que brotó en Egipto hizo que el rey Bócoris ordenase purgar su reino y expulsar a otras tierras “a esa raza porque era maldita para los dioses”. En el desierto, un rebaño de asnos salvajes que volvía de pacer se recogió tras una peña a la sombra de un bosquecillo. Moisés fue tras ellos (por lo tanto en el siglo XIII a. de C.) y descubrió abundantes veneros de agua que aliviaron a los expulsados. Estos se apoderaron de unas tierras de las que, a su vez, expulsaron a sus cultivadores y en las que consagraron ciudad y templo.

Moisés les impuso una religión nueva –sigue diciendo Tácito- y contrapuesta a las otras, pasando luego a verter toda clase de prejuicios contra los judíos: “sus prácticas aciagas y siniestras”, perversos, gente de mala calaña, lascivos, tenebrosos… y la proverbial riqueza de que gozaban.

Demuestra conocer el país cuando dice que el territorio de los judíos limita con Arabia, Fenicia, el mar y Siria, para añadir luego que “la constitución de sus habitantes es saludable". Dice que gran parte de Judea está diseminada en aldeas, pero que también hay ciudades amuralladas. En época de los asirios, medos y persas, los judíos constituían “la capa más despreciable de esclavos” y, para terminar, les juzga como “pueblo deplorable”.

Tácito debió nacer a mediados del siglo I y morir en 117 o 120, y a juzgar por una de las cartas que le dirige su amigo Plinio el Joven, eran de la misma ciudad, Como[ii], pero no hay otro testimonio que acredite esto.   



[i] La prueba es que sicarios de Juan mataron a Eleazar y su gente. Pero ante el enemigo exterior, los judíos y sus jefes volvían a combatir juntos.
[ii] Tácito debía de ser unos años mayor que Plinio el Joven, pero murió algo más tarde que él.

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