El emperador Otón
procedía del municipio de Ferento, muy cerca de Viterbo, en el centro de
Italia. Su estirpe –dice Tácito- no carecía de dignidad, pues su padre había
sido cónsul y su abuelo, pretor. La tradición relata que, el día de la batalla
de Bedríaco[i],
un pájaro de cuya especie nada se sabía, se posó en un paraje de Reggio Emilia
y, a pesar de la mucha gente que se congregó para verlo, allí permaneció el ave
hasta que Otón se suicidó…
Antes, Otón había
esperado noticias del combate entre los partidarios de Vitelio y los suyos,
llegando fugitivos del campo de batalla que le advirtieron de que todo estaba
perdido para él. Tácito dice que los seguidores de Otón querían resistir y le
animaban a dar batalla hasta el triunfo final, pero el emperador les animó a
que no lo hicieran. Plocio Firmo, que era prefecto del pretorio, era uno de los
que más le animaban a resistir, pues le caracterizó la disciplina con la que
trató a sus tropas en ocasiones, confiaba en ellas. Los demás “clamaban o
gemían según el semblante de Otón se abatía o se crispaba”. Los mensajeros de
Mesia[ii],
por su parte, animaban también a resistir, pues el ejército de Otón había
entrado ya en Aquileya (nordeste de Italia).
Pero Otón, “haciendo
oídos sordos”, dijo que cuantas más confianzas mostrasen sus fieles en él más
hermosa sería su muerte y que “entretenerse hablando de la muerte es una forma
de cobardía”, añadiendo que culpar a los dioses o a los hombres solo demuestra
apego a la vida, dando con ello una muestra de estoicismo muy en boga. Empezó
entonces a repartir dinero “sin derroche”, como si no se aprestase a morir y se
dispuso a descansar un rato. Verginio[iii]
fue muy criticado en esos momentos por algunos, pues junto con otros se
preparaba para marcharse, dando todo por perdido.
“A la caída del día –dice
Tácito- aplacó [Otón] la sed con unos sorbos de agua helada. A continuación el
trajeron dos puñales y, tras probarlos, guardó uno de ellos bajo la almohada…
pasó una noche tranquila y, según se afirma, no en vela. De madrugada, recostó
el pecho contra el hierro. A oír gemir al moribundo, entraron sus libertos y
esclavos junto al prefecto del pretorio Plocio Firmo, quienes encontraron una
única herida”[iv].
El funeral fue rápido para evitar que le cortasen la cabeza sus enemigos y
algunos soldados se inmolaron junto a la pira “por devoción al príncipe”.
Cuando se supo el suicidio de Otón otro tanto hicieron algunos en Bedríaco,
Piacenza y otros campamentos.
Pero durante el funeral
hubo motines y algunos pidieron a Verginio que asumiese el poder imperial o
bien que encabezase una delegación ante los seguidores de Vitelio, pero aquel
se escapó “a escondidas por la parte trasera de la casa justo cuando irrumpían
en ella” y mientras esto ocurría, las tropas de Flavio Sabino “se pasaron al
vencedor con la mediación de su general”. Cuando cesaron los enfrentamientos un
grupo de senadores que se encontraba en Módena, intentó recabar información de
los acontecimientos, seguramente para inclinarse al mejor postor, pues nadie se
atrevía a dar el primer paso considerando que “la culpa colectiva es más segura”.
Licinio Cécina, por
ejemplo, se enfrentó a Marcelo Eprio acusándolo de ambigüedad, aunque los demás
también dudaban sobre el partido a tomar. Estos senadores se retiraron entonces
a Bolonia, donde suponían tendrían más información de la situación. En Roma,
donde ya se sabía, todo, los juegos Ceriales (en honor a Ceres, días centrales
del mes de abril), se celebraron como de costumbre, la tropa de la capital
aplaudió a Vitelio y la población paseó por los templos las efigies de Galba,
adornadas con laurel y flores, y se elevó una especie de túmulo con coronas
junto al lago Curcio[v],
precisamente donde Galba había muerto[vi].
En toda Italia se desencadenó una orgía de pillaje…
[i]
Debe tratarse de la primera de las dos que tuvieron lugar aquí, durante el
conflicto que se desencadenó a la muerte de Nerón. Los seguidores de Otón en el
ejército se enfrentaron al de Germania, que había proclamado emperador a
Vitelio. Al norte de Italia, cerca de Cremona.
[ii] En el
Danubio, entre Serbia y Bulgaria actuales.
[iii] General
romano famoso por su victoria sobre Vindex, a pesar de haber sido proclamado
emperador por sus tropas, se negó a aceptarlo, seguramente porque sabía la
suerte que esperaba, en aquellos tiempos, a los que sí lo hacían.
[iv] Otón
tenía entonces 37 años.
[v] Estaba en el antiguo foro.
[vi] Otros
dicen que Galba murió en el foro. Puede que Otón traicionase a Galba al no ver
satisfechas sus aspiraciones de sucederle.
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