jueves, 14 de marzo de 2019

La confederación nesiota

Mapa del mundo según Eratóstenes (s. III a. de C.)
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Cuando Ptolomeo I Sóter (“el salvador”) se hizo con Egipto y otros territorios tras la muerte de Alejandro Magno, organizó un imperio que  comprendería, más tarde, el propio Egipto antiguo, Cirenaica, Celesiria[i], Chipre y las islas de la confederación nesiota (las Cícladas y otras del Egeo).

Itano (en el extremo este de Creta) fue una de las posesiones de los Ptolomeo junto con Tera, Metana-Arsínoe (al este del Peloponeso) y Ceos (isla al sur de Ática). También poseyeron Cartaya, Citno (isla al sur de Ática), Coresia (en la isla de Ceos), Sifnos (en el centro sur del Egeo), Ios (cerca de la anterior), Amorgos (al este de las dos últimas), Astipalea, Naxos, Míconos, Andros, Delos, Lesbos, Quíos, Samotracia (al norte del Egeo), Samos, Cos, Calimno y, probablemente, Paros y Tenos. La Liga de los nesiotas se pasó a los lágidas[ii] a principios del siglo III a. de C. y subsistió hasta mediados del mismo siglo.

En Jonia y Caria la presencia de los Ptolomeo debió comenzar con el segundo (Filadelfo = “el que ama a su hermana”) hacia 261. Así controlaba toda la costa desde Éfeso a Halicarnaso y Lébedos, Colofón, Magnesia, Priene, Mileto y, quitá, Teos. En Caria fueron posesiones lágidas Iaso, Milasa, Mindo, Labraunda y Estratonicea. En Licia, Lisa, Araxa, Telmeso, Janto, Patara, Andriaque y Limira, y en Panfilia, Tolemaida y Arsíonoe. Además de la Pisidia, los Ptolomeo poseyeron también en Cilicia una larga línea de fortalezas costeras. En Tracia y Helesponto dominaron algunas póleis y establecieron guarniciones en, al menos, Eno y Maronea. Toda una serie de territorios, continentales e insulares, en Europa, Asia y África, que tenían un nexo: el mar[iii].

Este imperio aportaba grandes ventajas a Egipto y a la dinastía lágida: prestigio y respeto. La política egea devolvía brillo e importancia en el seno de la opinión pública griega, formando parte de esa misma política de grandeza fiestas conocidas como los Tolemaida, pensados para igualarse a los Juegos Olímpicos, y fundaciones en el exterior como la construcción en Atenas del gimnasio de los Ptolomeo (obra del tercero de la dinastía), o el embellecimiento de la capital, Alejandría, con el museo, la biblioteca y el faro, entre otras obras.

Las rutas navales ponían en contacto a las islas de la Liga nesiota con el resto del imperio y aún con otros países. El comercio exterior estaba basado en la exportación de trigo (Egipto), lino, vidrio, papiro, fayenza (un tipo de cerámica vidriada), conservas de pescado, especias, piedras preciosas y marfil, éste procedente del interior de África y del Índico. Rodas y Tiro pudieron ser intermediarias en este comercio, pues las fuentes hablan de las buenas relaciones entre los Ptolomeo y los gobernantes de dichas islas, yendo buena parte de las ganancias a soportar los enormes gastos del Estado. Pero la mayor parte de la riqueza provenía del valle del Nilo, que importaba mercenarios, técnicos, barcos chipriotas y fenicios, maderas del Líbano y de las costas de Asia Menor, brea y metales.

El imperio de los Ptolomeo tuvo que librar múltiples guerras contra otros jefes militares: en 321 Pérdicas invadió Egipto pero como muchos de sus soldados se ahogaron al cruzar el río Nilo, otros le acusaron de temerario y le mataron; en 200 la pérdida de Celesiria dejó inerme a Egipto, de forma que durante la sexta guerra siria (170-168) Antíoco IV, de la dinastía seléucida, ocupó Pelusio (al este del delta) y conquistó casi todo Egipto excepto Alejandría, pero tuvo que retirarse en 169 ante el estallido de una revuelta judía. Al año siguiente invadió de nuevo Egipto, llegando hasta Menfis, y su flota ocupó Chipre, haciéndose titular rey de Egipto; estando a punto de hacerse con Alejandría, los romanos le obligaron a retirarse y abandonar también Chipre.

Los Ptolomeo hicieron de Egipto una potencia militar, aunque en un primer momento, inferior a la de otros imperios. Aunque Egipto no carecía de tradición naval y el faraón Necao (610-595) había construido una flota de guerra  para operar en el Mediterráneo y el mar Rojo, Apries (589-570) libró con ella una batalla contra los tirios, y Amasis (570-526) conquistó Chipre, habiendo seguido esa política naval Teos[iv] en el siglo IV, fueron griegos los constructores de los navíos.

Pero los barcos de Ptolomeo I eran trirremes[v], cuadrirremes y quinquerremos, demasiado pequeños en relación a los de otros imperios. Ptolomeo II Filadelfo hizo construir barcos cada vez más grandes, de forma que poco después de su muerte, en 246 a. de C., la armada egipcia poseía muchos barcos pesados, “hasta dos treintas”, pasando por barcos de seis bancos de remeros, siete, nueve, once, doce, trece y veinte.

Si la parte que podríamos llamar “interior” del imperio estaba formada por Cirenaica, Egipto, Celesiria y Chipre, la “exterior” eran las islas de la confederación nesiota, además de la costa sur y oeste de Anatolia. Se comprende la importancia de la armada de guerra que garantizase, al mismo tiempo, el comercio ultramarino; salvo en el caso del valle del Nilo, casi todo eran costas e islas. El impulsor de la confederación nesiota fue el macedonio Antígono I en el contexto de los conflictos entre los generales sucesores de Alejandro Magno a finales del siglo IV a. de C., siendo como fue, aquel, el principal adalid de mantener la unidad del imperio macedonio, lo que, como sabemos, no consiguió.


[i] Sur de Siria
[ii] De Lagos, nombre del presunto padre de Ptolomeo I.
[iii] El presente resumen está basado en la obra de J. Pascual González, “Egipto en época helenística: una potencia naval del Mediterráneo”.
[iv] De la XXX dinastía.
[v] Barcos de tres bancos de remeros situados cada uno de aquellos a distinto nivel.

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