Restos de la torre del homenaje de Galisteo (Picota) |
Los abusos de un señor
sobre la población se pueden comprobar en el caso de Pedro Fernández Manrique,
segundo conde de Osorno y duque de Galisteo que, a finales del siglo XV y
principios del siguiente, no tuvo escrúpulos para someter a muchos con “males e
daños e destierros”. El tal Pedro exigió el pago de impuestos injustificadamente,
usurpó tierras, violó los fueros de las villas de sus señoríos, “quiso cobrar
alcabalas indebidamente” en Galisteo y en otros concejos, “intentó recaudar de
sus vecinos y vasallos de la villa de Galisteo y su tierra” dinero que
necesitaba “para ir a la guerra”, además de exigirles cien espingarderos para
la de Granada cuando ya había terminado la contienda, etc. Los vecinos se
negaron y el conde les confiscó a los labradores cien bueyes, además de
recaudar con frecuencia “camas y ropa” para su fortaleza de Galisteo, paja y
leña… El conde de Osorno azotó y cortó los dedos de las manos a algunos de los
que protestaban por sus abusos, como es el caso de 1502, que llevaron sus
denuncias al rey. Tal era la ambición personal del conde como las dificultades
económicas para mantener los suntuosos gastos del modo de vida nobiliario[i].
El III conde, García
Fernández Manrique, en cambio, tuvo un comportamiento muy distinto, lo que se
observa a partir de 1531, cuando se redactan las Ordenanzas de Galisteo. En los muros de la villa aún hoy queda
constancia de la inscripción “marco” junto a la puerta del Río o de la Villa.
Con esta inscripción se pretendía regular el sistema de medidas que se venía
utilizando en el lugar: “que hay dada cañada para los ganados de la Mesta que
por este término y por la puerta de esta villa pasan, la cual está amojonada,
que tiene de ancho por toda ella un marco que está en el muro y cerca de esta
villa, en saliendo por la Puerta del Río… todo el lienzo de la cerca delante hasta
la esquina del miradero, y de allí da la vuelta por el muro hacia la puerta
falsa de la fortaleza…”. La cañada rodeaba la villa discurriendo por el
exterior de la muralla.
La redacción de las Ordenanzas supuso la normalización de
las actividades económicas de la villa, deduciéndose de ellas que el concejo
gozaba de bastante autonomía, lo que fue posible por la importante
participación de la villa y las aldeas en la redacción de las mismas.
El III conde de Osorno
fue muy distinto al segundo, probablemente por la vida cortesana que tuvo como
servidor del Carlos V, de lo que quedó constancia en las cartas que se
conservan. Fue, no obstante, víctima de la Crónica
burlesca, escrita entre 1530 y 1532, por el bufón Francés de Zúñiga, el
cual da cuenta de las ambiciones del conde cuando dice “y su majestad sea
obligado a ensancharle la villa de Galisteo, que es al oriente hacia mediodía,
lindando con la villa de Huesca”. En sus territorios el III conde hizo obras de cierta envergadura, como en la villa de Galisteo: mejora de la casa de
su padre, contribución para el hospital de la villa, hoy desaparecido, el
puente sobre el Jerte, la ampliación y mejora de la iglesia parroquial de la
villa, la reforma del palacio intramuros y la erección extramuros del convento,
también desaparecido, de la Fuente Santa. En Pasarón de la Vera,
al este de Plasencia, construyó un palacio que aún se conserva con el gusto
renacentista de la época.
El III conde hizo
llevar a Galisteo numerosas antigüedades romanas procedentes de Mérida[ii],
en lo que más que una obra de mecenazgo, fue un expolio de los lugares donde
tenían sentido aquellas antigüedades. Quizá –dice Margarita Tornay- adquirió
también una valiosa colección de manuscritos griegos para estimular al estudio
a los dominicos de la Fuente Santa, lo que atrajo la atención del humanista
holandés Nicolás Mameranus[iii],
quien con la ayuda de Carlos V recorrió parte de España en busca de
inscripciones romanas, algo muy querido por ciertas clases dirigentes de la
época. Hay dos copias manuscritas que se conservan de su obra, Epitaphia et antiquitates Romanorum per
Hispaiam. El viaje se produjo, para algunos, entre 1533 y 1535 y para otros
después de 1538.
Dicho viaje comprendió
Madrid, Almagro, Barcelona, Córdoba, Sevilla, Salamanca (por la vía de la
Plata), tomó notas en Casas de la Reina[iv],
Mérida, Galisteo y Cáparra. Gaspar de Castro se asombró de la dificultad para
llevar las obras desde Mérida a Galisteo en “más de sesenta carretas” (algunas
de estas obras terminaron ubicadas en Plasencia). Mameranus describe 13
inscripciones, guardándose en Galisteo otras obras, al parecer en el palomar
del convento de la Fuente Santa, lo que le llama la atención, aunque dicho
convento no estaba entonces terminado (1533-1535).
El III conde hizo llevar a Galisteo,
a partir de 1530 desde Mérida, un buen número de antigüedades romanas, ya fueran
estatuas, inscripciones monumentales o simples lápidas. A su muerte, en 1546,
su sucesor empezó a disgregar estas obras, pues cuando Ponz, en el siglo XVIII,
visita el convento de la Fuente Santa, ya no se correspondían en número con las
traídas desde Mérida. Por su parte, Hübner[vi],
cuando visitó Galisteo en 1861, ya vio el convento de Fuente Santa arruinado,
cuando en la Memoria de lo que el III
conde había dado al convento se recogen datos sobre “cientos de libros, una cruz
de plata y dos retablos”. Entre los libros había no pocos códices, uno
isidoriano. En el siglo XVI Alvar Gómez de Castro[vii]
había recibido la orden de que se acercase a Plasencia e hiciese relación de lo
que allí viese. El humanista se desvió entonces hacia Jaraicejo (hoy en la
provincia de Cáceres, al nordeste de la capital), donde recibió una relación de
los textos más interesantes depositados en el convento de la Fuente Santa,
aunque muy desordenada. Ya en Galisteo, Alvar Gómez de Castro tuvo en sus manos
algunos códices valiosos, como dos manuscritos griegos de obras de Gregorio
Nacianceno sobre pergamino (siglos X u XI).
Otras antigüedades cambiaron de manos en época del IV conde, que no tenía el aprecio por las mismas como su predecesor, no siendo citadas por el humanista italiano Mariangelus Accursius[v] en su Itinerarium, fruto del viaje que le llevó a Mérida en 1527.
Otras antigüedades cambiaron de manos en época del IV conde, que no tenía el aprecio por las mismas como su predecesor, no siendo citadas por el humanista italiano Mariangelus Accursius[v] en su Itinerarium, fruto del viaje que le llevó a Mérida en 1527.
[i] “El
señorío de Galisteo y los III condes de Osorno…”, Margarita Tornay Cabrera, en
cuya obra se basa el presente resumen.
[ii] Hoy
solo se conservan en parte y fuera de Galisteo.
[iii] Fue
además militar. Su nombre deriva de la localidad luxemburguesa de Mamer, en el
suroeste del país. Estuvo al servicio de Carlos V durante 22 años.
[iv] Al sur
de la actual provincia de Badajoz.
[v] Estuvo
patrocinado por el emperador Carlos V.
[vi] Emil
Hübner vivió entre 1834 y 1901, habiendo sido un importante arqueólogo alemán.
[vii] Fue
catedrático de la universidad de Alcalá, conocido como “el Eulialiense” por haber
nacido en Santa Olalla, hoy al norte de la provincia de Toledo.
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