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Cierta leyenda judía
dice que, tras la conquista romana de Jerusalén, los romanos hicieron al mar
tres barcos de cautivos judíos sin capitán ni tripulación que, empujados por el
viento llegaron a Burdeos, Lyon y Arles, aunque es poco verosímil. Para llegar
a Lyon tendrían que remontar el Ródano y para arribar a Burdeos, circunnavegar
la península Ibérica o bien llegar por tierra.
El noble Ambrosio, que
la Iglesia católica ha hecho santo, fue intransigente con los judíos, por lo
menos desde que se hizo con el obispado de Milán; sin embargo, Estilicón[i],
general romano del siglo IV y teórico regente del imperio en 395, fue
partidario de la transigencia religiosa.
Ana María Jiménez
Garnica[ii]
considera que en la sociedad gala del siglo V podría haber existido un cierto
grado de convivencia sin conflicto entre cristianos y judíos, a pesar de las
leyes discriminatorias sobre los derechos de los judíos y las limitaciones que
se les impusieron para que no hiciesen proselitismo. Pero en el último cuarto del
siglo se tomaron las primeras medidas eclesiásticas que apartarían a los judíos
en el VI, dándose la circunstancia de que la provincia goda de la Narbonense era la más densa en judíos.
Entre finales del siglo
IV al V los teólogos cristianos intentaron establecer las afinidades y
discrepancias con el judaísmo, siendo uno de los principales motivos de
confundirlos la adopción cristiana del principio universalista judaico. En
occidente no se mostró hacia las minorías religiosas el mismo odio que en
oriente, quizá porque la difusión del cristianismo era limitada y el paganismo
era mayoritario en las ciudades. El odio y la violencia, en cambio, fueron
frecuentes en oriente: en 383 se suprimió la inmunidad de las jerarquías
religiosas judías y más aún desde 417, cuando se les impidió que ejercieran
dominio alguno sobre los cristianos, se les prohibió tener cargos públicos y
tener siervos cristianos (dos años antes se les permitía en occidente).
Para algunos, tal
cambio se debió a la influencia de los teólogos más intransigentes, como
Ambrosio, mientras que otros lo explican por las necesidades de ayuda que el
emperador Honorio tuvo de oriente, sobre todo desaparecido Estilicón en 408. De
todas formas existen muy pocas fuentes escritas, probablemente por la poca importancia
numérica y económica de los judíos en la Galia en esta época.
El judaísmo de la época
se vio influido por el mitraísmo[iii]
y las religiones orientales, mientras que en algunas zonas se limitó la
actividad de los judíos al comercio. Estos, para su actividad, mantuvieron
contactos con oriente, por lo que aprendieron griego, latín y hebreo, lo que
les hizo cotizados por los intelectuales de occidente. Sidonio Apolinar[iv],
por ejemplo, senador de la Narbonense, empleó a judíos en puestos de
responsabilidad. Además, no eran un grupo extraño entre los galos –lo que sí
ocurría con los godos-, no se les consideraba extranjeros y estaban integrados
en la sociedad de la época[v].
Cuando murió Cesáreo de Arlés, arzobispo, los judíos se lamentaron por haber
perdido “a un protector y guía”.
Muchos de los
escritores apologéticos de la primera época tuvieron por los judíos un sincero
afecto, aunque otros los confundían con los nestorianos, al considerar que
Jesús solo tenía la naturaleza humana. Algunos paganos los consideraron “raza
impura”, aunque otros fueron tolerantes. El hecho de que hasta finales del
siglo IX se reiteren las mismas consideraciones en los concilios galos, a
partir del de Vannes[vi]
del 465, indica que el contacto entre judíos y cristianos era estrecho, que se
daban los matrimonios mixtos y que aquellos poseían siervos cristianos, lo que
favoreció el aumento de judaizantes durante el siglo V.
La definitiva
incorporación de la provincia Narbonense al reino godo de Galia posibilitó que
en el reinado de Eurico[vii]
los godos ya tuviesen asumido el arrianismo, que coincidía con el judaísmo en que
solo el Padre era Dios. El obispo arriano Maximino (primera mitad del siglo V)
escribió, no obstante, un tratado contra los judíos, tal vez por el
proselitismo que estos demostraban, particularmente en África. Este tratado de
Maximino fue muy tenido en cuenta por el rey godo Teodorico “el Grande”, aunque
practicó con los judíos una política tolerante. Con el incremento de prosélitos
judíos la tensión contra ellos aumentó a lo largo del siglo V, y esto generó un
odio social que no se había dado hasta entonces en occidente. A mediados del
siglo VI, cuando la polémica antijudía era manifiesta, se previno a los
cristianos sobre la tendencia a judaizar.
A medida que avanzaba
el siglo VI aumentan las noticias sobre judíos en la Galia y ya en el concilio
de Agde (506, Languedoc), cierta legislación se presentaba como preventiva
contra los judíos. Algunos consideran que esto se debe al descenso del nivel
cultural general (tras los siglos tardorromanos), pero la autora a quien sigo
considera que también al descenso de la cultura laica, donde tenemos el
ejemplo del reino visigodo hispano, cuando se produjeron las persecuciones más
violentas contra los judíos en el occidente. Gregorio Magno, papa en Roma a
finales del siglo VI, practicó, no obstante, la tolerancia con los judíos de
Italia, pero ya en 506 la Lex Romana
Visigothorum había establecido sanciones contra los judíos, además de otra
legislación. El rey Alarico II les mantuvo en la misma situación que habían
vivido durante el Imperio: prohibirles tener esclavos cristianos en ciertos
casos y la de comerciar con ellos, les prohibió cualquier cargo administrativo
y otros relacionados con el ejército, abogados o guardias de prisiones. Pero
los derechos religiosos les fueron salvaguardados, teniendo además autonomía
judicial en cuestiones religiosas.
En cuanto a esclavos y
mujeres, se prohibió a los judíos los matrimonios mixtos, considerando
adúlteros a quienes se hubiesen casado en dichas condiciones; al tiempo se
recomendó a los obispos que llevasen a los judíos a las iglesias para que “oyeran
la palabra de Dios”. Se les prohibió usar amuletos y se endureció la actitud de
la Iglesia contra ellos. Se condenó a los eunomianos (rama del arrianismo a
partir del obispo Eunomio, s. IV), priscilianos y maniqueos, pero en la
Septimania el número de judíos seguía creciendo y se convirtieron en un sector
demográfico importante, aunque el elemento universalista judío ya no tuvo
cabida.
[i] Su ascenso se produjo a partir de sus orígenes vándalos.
[ii] “La
coexistencia con los judíos en el reino de Tolosa”. En este trabajo se basa el
presente resumen.
[iii] Religión
mistérica muy importante en oriente durante los primeros siglos de nuestra era.
La divinidad Mitra fue reconocida también en occidente.
[iv] Obispo
de Clermont a finales del siglo V.
[v] Antes de
la plena Edad Media solo se conoce un ejemplo de gueto, el de Alejandría en el
año 38.
[vi] En la
Bretaña francesa.
[vii] Rey de
los godos en la segunda mitad del s. V tras asesinar a su hermano Teodorico II.
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