Así se expresa Gaya
Nuño en su obra “La pintura española fuera de España”, publicada en 1958[i].
En 1911 el cabildo de la catedral de Zamora vendió a un anticuario unas
arquetas, entre ellas un bote de marfil de época califal valorado en 52.000
pesetas. Enterado Gómez Moreno, que años antes había descubierto dicho bote en
el relicario de la catedral, lo comunicó al diputado nacional Guillermo de
Osma, ante el temor de que la pieza saliera de España. El asunto llegó a
debatirse en las Cortes con la intervención del presidente del Gobierno, José
Canalejas, y generó una polémica sobre la propiedad del patrimonio artístico de
la Iglesia, de la que se hicieron eco los diarios nacionales. Finalmente, el
Estado intervino y compró la pieza, que quedó depositada en el Museo
Arqueológico Nacional.
El llamado Bote de
Zamora parece que lo labró un joyero al servicio del califa al-Hakán II en la
segunda mitad del siglo X (964). A pesar de ignorarse su existencia desde hacía
tiempo, todas las arquetas árabes de la catedral de Zamora se encontraban
registradas en 1367, formando parte del tesoro de la catedral. Ya en el siglo
XX el Bote fue llevado a una exposición que se celebró en Santiago de
Compostela. El epígrafe que tiene en caracteres árabes dice: Bendición de Dios para el Imán ‘Abd Allah
al-Hakin al Mustansir billah. Príncipe de los creyentes. Esto es lo que ordenó
se le hiciera…”.
El descubrimiento del
Bote –siguen los autores citados- se produjo durante una de las visitas
(1903-1904) que Gómez-Moreno y su esposa realizaron a la provincia de Zamora
para la redacción del Catálogo Monumental de la misma. Esta idea de un catálogo
que abarcase todas las obras de arte de España está muy relacionada con el
espíritu regeneracionista de la época, siendo el mentor de la obra Juan
Facundo Riaño[ii],
algo sin precedentes en Europa.
La dilapidación de
buena parte del patrimonio histórico y artístico de la Iglesia venía de lejos,
desde la cabecera de los obispados hasta los rincones más apartados, lo que en
algunas ocasiones motivó protestas de los feligreses. En el mismo año en que se
vendieron las arquetas que contenían el Bote y otros objetos, tuvo lugar en
Villafáfila una manifestación de protesta protagonizada en su mayoría por
mujeres y niños, en la que tuvo que intervenir la Guardia Civil, por las
sospechas de que el cura había vendido a un anticuario una efigie de Jesús
Nazareno. En 1904 se vendieron dos cuadros de El Greco por los canónigos de la
catedral de Valladolid (hoy se encuentran en la “Frick Collection” de Nueva
York y en el “Museum of Fine Arts” de Montreal). Martín Benito y Regueras Grande
siguen diciendo que durante los años sesenta y setenta del siglo XX se llevó a
cabo un gran expolio eclesiástico en España.
No serían los únicos
objetos que el cabildo zamorano vendería a coleccionistas, lo que contó con la
autorización del Nuncio Apostólico, con la excusa de que “la fábrica de la
iglesia se halla bien necesitada de recursos”. El dinero obtenido, sin embargo,
se invirtió en obligaciones de la sociedad hidroeléctrica “El Porvenir de
Zamora”, aunque parte del cabildo no estuvo de acuerdo en esto.
Y entonces intervino
del Ministro de Instrucción Pública, mientras que el obispo Luis Felipe Ortiz y
Gutiérrez[iii],
que ha sido considerado un hombre culto, solicitó se pidiese autorización al papa.
En 1926, no obstante, las arquetas que no habían sido vendidas en 1911 fueron
a parar al coleccionista Pedro Castillo Olivares sin formalidad legal alguna
(así comenta este asunto Gómez-Moreno en su Catálogo).
Cuando el asunto llegó
a las Cortes las relaciones entre el Estado y la Iglesia estaban en un momento
crítico (gobierno de Canalejas y Ley "del Candado”). De 1910 a 1914 tuvieron
lugar por primera vez en España varias sesiones de Cortes a propósito de la
venta de la “Epifanía” de Monforte, cuyo autor es Hugo van der Goes, al káiser Guillermo
II. La suerte del cuadro llegó a apasionar de tal forma a la opinión pública
que el asunto pasó desde la Cámara baja al terreno de la prensa y al Ateneo
madrileño.
Cuando los escolapios
de Monforte de Lemos, vendida la pintura, se preparaban para exportar la tabla
en 1910, el nombramiento de Julio Burrell[iv]
como Ministro de Instrucción Pública, supuso la incautación gubernativa del
cuadro, desde entonces vigilado por la Guardia Civil. Un acto insólito, recordó
Gaya Nuño. Entonces, G. J. de Osma, diputado por Monforte entre 1891 y 1919,
mantuvo una posición tibia en el caso de las pinturas, cuando había sido
reivindicativo en el del Bote de Zamora.
Dicen Martín Benito y
Regueras Grande que, cuando con motivo de la IX edición de “Las Edades del
Hombre”, se exhibió el Bote, la mayoría de los visitantes desconocían las
vicisitudes del mismo, así como que era el primer episodio (conocido) de un
rosario de ventas eclesiásticas que salpican todo el siglo XX. El caso es
extensivo a toda España desde las andanzas de Guerra Junqueiro[v],
los tapices de Tideo (héroe de la mitología griega desterrado a Calidón[vi])
hasta el expolio detectado en 1996 de casi quinientos volúmenes, entre ellos
diez incunables, del fondo antiguo de la Biblioteca del Archivo diocesano (solo
recuperados menos de la mitad).
El siglo XIX –dicen Martín
Benito y Regueiras Grande- marcó la época de los grandes descubrimientos
patrimoniales nacionales e internacionales; por ejemplo, la entrega por
Fernando VII de 165 pinturas recuperadas en la batalla de Vitoria (1813) al
duque de Wellington, que dio ocasión a una gran expatriación patrimonial que no
ha cesado. Más tarde, el rey francés Luis Felipe de Orleáns envió a España una
comisión que realizó una compra masiva de cuadros, constituyendo estos la
Galería Española de Luis Felipe, instalada en el Louvre entre 1838 y 1848, que
se convirtió en un revulsivo naturalista, antesala del impresionismo y clave en
la evolución del arte moderno[vii].
Durante la
desamortización de Mendizábal tuvo lugar la primera interpelación parlamentaria
con la protesta del diputado de Cádiz y
el propio Mendizábal por la venta de los “zurbaranes” de la Cartuja de Jerez,
sin éxito.
La importancia del Bote
de Zamora radica en su componente oriental (aparte el mérito artístico) que
tiene muchos ejemplos de arte eborario, muy propio de la corte de los Omeyas. "... de
nuestra dejadez y de nuestro despilfarro”, termina la frase del título que
debemos a Gaya Nuño.
[i] Esta
cita aparece en un artículo de J. I. Martín Benito y F. Regueras Grande, que es
la fuente para este resumen.
[ii] Granadino,
vivió entre 1829 y 1901; historiador, realizó estudios de árabe. Fue senador
entre 1886 y 1900.
[iii] Poseyó
una nutrida biblioteca que hoy forma parte de la Diocesana de Zamora. Era
políglota y mantuvo contacto con intelectuales de la época, entre ellos Menéndez
Pelayo y José María de Pereda (véase dbe.rah.es/biografias/34071/luis-felipe-ortiz-y-gutierrez).
[iv] Liberal
y periodista.
[v]
Diputado republicano, periodista y poeta portugués. La colección que lleva su
nombre se conserva en su Casa Museo de Oporto y el “Museu Nacional de Arte
Antiga” de Lisboa. El término “elginismo” deriva del británico lord Elgin, que
se llevó ilegalmente los mármoles del Partenón de Atenas a Londres a principios
del siglo XIX
[vi] Ver
aquí mismo “El jabalí de Calidón”.
[vii] Se ha
valorado el papel de los pintores españoles en la revolución antiacadémica del
siglo XIX.
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