Vista de Recópolis |
En 1845 nació en
Salmeroncillos de Abajo (noroeste de la provincia de Cuenca) Juan Catalina
García López, arqueólogo e historiador entre cuyas obras se encuentra la “Biblioteca
de escritores de la provincia de Guadalajara…”. Fue el primero que se preguntó por la “Rochafrida del rey Pipino” de la que hablaban las
Relaciones Topográficas[i] redactadas
en época de Felipe II.
Visitando la Alcarria
(escribe Vicente G. Olaya) llegó a un altozano junto al río Tajo, donde
encontró en 1893 los restos de lo que luego se conocería como Recópolis, un
complejo palaciego de 33 hectáreas, de las cuales 22 estaban amuralladas,
ordenado construir en 578 por el rey Leovigildo. Luego, decenas de
investigadores han ido desentrañando el devenir de una población palatina
visigoda que dio origen, a su vez, a otra ciudad muy cercana, Zorita de los
Canes (Guadalajara), primero musulmana y más tarde cristiana.
Leovigildo gobernaba
sobre casi toda la península Ibérica, incluido el sureste de Francia, lo que
quizá influyó para desear simbolizar su poder con la construcción de Recópolis
en honor de su heredero Recaredo. Desde 1992 las excavaciones han estado
dirigidas por el profesor Lauro Olmo Enciso, que ha recogido los frutos de sus
antecesores, entre ellos Juan Cabré. Este desenterró, en los años cuarenta del
siglo XX, un tesoro de monedas de oro que fue ocultado cuando se levantó la
basílica de la ciudad.
El palacio de 139
metros de longitud y dos alturas, talleres, viviendas para nobles, tiendas de
artesanos con mostradores, comerciantes, un acueducto y dos kilómetros de
murallas no han hecho más que empezar a mostrarnos la realidad de lo que fue,
pues según los arqueólogos, hay trabajo para muchas décadas.
Los musulmanes de la
Edad Media se llevaron las mejores piedras y piezas escultóricas para construir
Zorita, habiéndose encontrado en Recópolis una balanza romana junto al edificio
del palacio. La ciudad goda se rindió[ii],
como otras muchas en 711, por lo que no fue arrasada, sino transformada para
sus nuevos ocupantes; los edificios aristocráticos fueron ocupados por gente
común y se construyó una mezquita. Entre finales del siglo VIII y principios
del IX este lugar sufrió un incendio, que los expertos consideran fue
intencionado, por lo que Muhammad I inició, en 855, aguas arriba del río, la
construcción de Zorita, una alcazaba para la que se expoliaron las piedras de
Recópolis. Allí se pueden ver columnas de mármol en una de las puertas de acceso.
En 1124 Zorita fue
conquistada por los cristianos tras diversos intentos y comenzó su
transformación medieval. La iglesia de San Benito, por ejemplo, tiene capiteles
de Recópolis y a los pies de la puerta de acceso de la alcazaba musulmana
quedan los restos del puente que mandó levantar Felipe II para unir las dos
orillas del Tajo, aunque una tremenda riada lo arrasó y nunca fue reconstruido.
[i] En ella
se ofrecen datos sobre todas las poblaciones en época de Felipe II, lógicamente
de forma incompleta.
[ii] Ver
aquí mismo “Obispos, emires e impuestos” y "Resistencia y colaboración con el invasor".
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