jueves, 31 de octubre de 2019

Recópolis y Zorita

Vista de Recópolis

En 1845 nació en Salmeroncillos de Abajo (noroeste de la provincia de Cuenca) Juan Catalina García López, arqueólogo e historiador entre cuyas obras se encuentra la “Biblioteca de escritores de la provincia de Guadalajara…”. Fue el primero que se preguntó por la “Rochafrida del rey Pipino” de la que hablaban las Relaciones Topográficas[i] redactadas en época de Felipe II.

Visitando la Alcarria (escribe Vicente G. Olaya) llegó a un altozano junto al río Tajo, donde encontró en 1893 los restos de lo que luego se conocería como Recópolis, un complejo palaciego de 33 hectáreas, de las cuales 22 estaban amuralladas, ordenado construir en 578 por el rey Leovigildo. Luego, decenas de investigadores han ido desentrañando el devenir de una población palatina visigoda que dio origen, a su vez, a otra ciudad muy cercana, Zorita de los Canes (Guadalajara), primero musulmana y más tarde cristiana.

Leovigildo gobernaba sobre casi toda la península Ibérica, incluido el sureste de Francia, lo que quizá influyó para desear simbolizar su poder con la construcción de Recópolis en honor de su heredero Recaredo. Desde 1992 las excavaciones han estado dirigidas por el profesor Lauro Olmo Enciso, que ha recogido los frutos de sus antecesores, entre ellos Juan Cabré. Este desenterró, en los años cuarenta del siglo XX, un tesoro de monedas de oro que fue ocultado cuando se levantó la basílica de la ciudad.

El palacio de 139 metros de longitud y dos alturas, talleres, viviendas para nobles, tiendas de artesanos con mostradores, comerciantes, un acueducto y dos kilómetros de murallas no han hecho más que empezar a mostrarnos la realidad de lo que fue, pues según los arqueólogos, hay trabajo para muchas décadas.

Los musulmanes de la Edad Media se llevaron las mejores piedras y piezas escultóricas para construir Zorita, habiéndose encontrado en Recópolis una balanza romana junto al edificio del palacio. La ciudad goda se rindió[ii], como otras muchas en 711, por lo que no fue arrasada, sino transformada para sus nuevos ocupantes; los edificios aristocráticos fueron ocupados por gente común y se construyó una mezquita. Entre finales del siglo VIII y principios del IX este lugar sufrió un incendio, que los expertos consideran fue intencionado, por lo que Muhammad I inició, en 855, aguas arriba del río, la construcción de Zorita, una alcazaba para la que se expoliaron las piedras de Recópolis. Allí se pueden ver columnas de mármol en una de las puertas de acceso.

En 1124 Zorita fue conquistada por los cristianos tras diversos intentos y comenzó su transformación medieval. La iglesia de San Benito, por ejemplo, tiene capiteles de Recópolis y a los pies de la puerta de acceso de la alcazaba musulmana quedan los restos del puente que mandó levantar Felipe II para unir las dos orillas del Tajo, aunque una tremenda riada lo arrasó y nunca fue reconstruido.


[i] En ella se ofrecen datos sobre todas las poblaciones en época de Felipe II, lógicamente de forma incompleta.
[ii] Ver aquí mismo “Obispos, emires e impuestos” y "Resistencia y colaboración con el invasor".

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