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Al suroeste del actual Irán se encuentra Istakhr; muy cerca se
puede ver una inscripción y un personaje esculpido de perfil en la roca, tocado
en su cabeza, con los cabellos a base de tirabuzones, collar en el cuello y su
mano sobre la inscripción, como si la estuviese escribiendo. Pudiera tratarse
de un sacerdote sasánida, Kartir, en cuya época parece que dio comienzo una
tenaz persecución religiosa contra las demás creencias que no fuesen el
mazdeísmo. Hay otras cuatro inscripciones talladas en diferentes rocas de las
regiones centrales de Irán, correspondiéndose con la segunda mitad del siglo
III, cuando Kartir estuvo al servicio de cinco emperadores persas: Ardasir, Shapur
I, Hormuzd I, Bahram I y Bahrum II, a lo largo de buena parte del citado siglo[i].
La inscripción dice que el culto a Ahura-Mazda se convirtió en
preeminente, mientras Arhiman[ii] y los demonios fueron
castigados y reprimidos. Así, los judíos, los monjes budistas, los brahmanes,
los nasoreos (judeocristianos), los gnósticos… y los maniqueos fueron
castigados. Se destruyeron los ídolos y en documentos mandados escribir por
Bahram, se indicó: Kartir, Cuidador del
Alma de Bahran, Maestro de Magos de Ahura-Mazda.
Isabel Campos señala que la interpretación que se he hecho de
Kartir es que fue un fanático religioso, empeñado en perseguir a todo aquel que
practicase una religión distinta del mazdeísmo. Durante los reinados de los dos
primeros sasánidas, Ardasir y Shapur I, existe un testimonio procedente de un
sacerdote anterior, Tansar, quien durante el reinado del primero citado dirigió
una carta al rey vasallo Tabaristán, donde le hacía una serie de
recomendaciones sobre lo que debía hacer con los que se apartasen de la
religión oficial: castigos para ciertas transgresiones y, si alguien se obstina
y mantiene orgullosamente una práctica prohibida, “que se le dé muerte”. Por lo
tanto no hay que esperar a Kartir para ver cierta intolerancia religiosa,
aunque algunos consideran que el texto atribuido a Tansar podría ser posterior
(siglo VI) con intenciones legitimadoras para la monarquía.
El contexto religioso de siglo III en el Imperio sasánida –dice la
autora a la que sigo- sentó las bases de las persecuciones religiosas en los
siglos IV y V. Desde el texto inscrito de Kartir hubo una política encaminada a
fortalecer la legitimidad de los nuevos gobernantes (que sustituyeron a los
partos). Se recurre a la religión (algo nada nuevo y también muy actual) que
creó una verdadera unión efectiva entre la iglesia mazdeísta, lo que trajo a
favor de su clero puestos importantes en la administración, mientras que la
monarquía se presentaba sancionada por el propio dios, hasta el punto de que
los emperadores sasánidas llegaron a representar el papel de representantes de
Ahura-Mazda en la tierra.
Durante los primeros reyes sasánidas no hay constancia de graves
conflictos religiosos, tanto contra otras creencias como dentro del propio
mazdeísmo[iii] y el maniqueísmo, que
tuvieron en ocasiones el apoyo de algunos reyes sometidos al Imperio. Los
judíos, por su parte, parecen estar presentes en Irán desde antes de Flavio
Josefo, que hace mención a ellos en Mesopotamia, particularmente en Babilonia.
El cristianismo llegó a Irán tempranamente y fue la política de dispersión de
Shapur I en Capadocia, Siria y Cilicia, lo que favoreció su expansión,
ocurriendo lo mismo con los grupos budistas cuando se produjo la anexión
sasánida del Kushan en el norte de la India.
El propio Kartir es consciente de que el conflicto surge cuando
la religión mazdeísta se expande, y en algunas inscripciones de Shapur I y
Bahran II en monedas se hace ver la identificación entre dicha religión y la “nación”
irania. Kartir tuvo una implicación directa en la caída en desgracia y
posterior condena del fundador Mani (maniqueísmo) en el año 276. En la
inscripción de Kartir se expone todo un programa de represión religiosa, que
llevó a situaciones de privilegio a los clérigos mazdeístas, como la
construcción de numerosos altares del fuego y prosperidad económica.
[i] Hay un
artículo de Isabel Campos Méndez, “Las persecuciones religiosas en la Persia
sasánida…”, donde se estudia este asunto.
[ii] Sería
el opuesto al dios aunque hermano del mismo.
[iii] Por
ejemplo la herejía zurvanista, de Zurvan, un dios mitológico iranio.
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