lunes, 28 de octubre de 2019

Poder y muerte trágica

El emperador Valeriano, hecho preso por el persa Shapor I

No pocas veces alcanzar el máximo poder ha representado la antesala de una muerte violenta, y aún así, pocos casos encontramos en la historia de renuncia a dicho poder. En el mundo romano, por ejemplo, los siglos del Imperio muestran los muchos casos de emperadores asesinados; con excepción de los dos primeros (Augusto y Tiberio), los demás fueron víctimas de la daga, el veneno o la espada, hasta llegar a Vespasiano y Tito, en la segunda mitad del siglo I de nuestra era, que murieron sin violencia de por medio. Por si no fuese poco algunos fueron ultrajados tras su muerte, otros decapitados una vez asesinados, arrastrados, echados al río Tíber, la misma suerte corrieron sus partidarios y familiares. Todo un festín de sangre y crueldad que contrasta con la rica civilización que nos ha legado el mundo romano en el arte, las obras públicas, el derecho…
En unas ocasiones se trató de intrigas familiares, en otras de conjuras palaciegas, de luchas entre facciones del ejército, de suicidios incluso, como parece ser el caso de Nerón y Otón, en los años 68 y 79 respectivamente, aunque hay autores que hablan de asesinatos en ambos casos. En el del primero la excusa fue los muchos impuestos que exigía, por lo que se ganó la enemiga de Vindex[i] y Galba. El primero se suicidaría al ser derrotado en el campo de batalla y el segundo llegaría a ser reconocido emperador, pero solo durante unos pocos meses.
Los emperadores de la dinastía Antonina, salvo Cómodo, no fueron asesinados, pero la muerte violenta de este llevó a Roma a una feroz guerra civil. Suetonio, que vivió entre los siglos I y II, debió de tener información de primera mano para narrar los asesinatos de Calígula, Claudio (si es que realmente fue asesinado), Nerón (que se suicidó), Galba, Otón[ii] (se suicidó), Vitelio y Domiciano. Muerto Suetonio en 126, ya no pudo dejarnos noticia alguna sobre la muerte violenta de Cómodo.
A pesar de la fama de extravagante, alocado y cruel que tenemos de Calígula, ciertas fuentes encuentran la causa de su asesinato en que quiso someter a los grupos dominantes de la sociedad romana. También se ha especulado con intentos de restaurar la República romana por parte de sus opositores, una vez que ni Tiberio ni Calígula llegaron a tener el prestigio de Augusto.
Si Claudio hubiese sido asesinado, lo que no admiten todos, lo sería por envenenamiento, a pesar de las precauciones que tomaba para evitar este final. Otros consideran que la madre de Nerón y esposa de Claudio, Agripina, preparó el asesinato del emperador a favor del hijo de ella. De Nerón también nos han quedado noticias muy negativas, pero intentó reformas administrativas para favorecer a la plebe, aunque fue acusado de lo que hoy llamaríamos populismo. Lo cierto es que su muerte estuvo precedida de una gran inestabilidad política y de su huída de Roma, algo que dice mal del personaje.
También fue asesinado Galba, en el año 69, por un legionario, y Pisón, que le sucedió, solo duró unos días como emperador antes de ser asesinado. Pero en torno a los atentados contra emperadores, no pocas veces caían los conspiradores y otras personas de las familias de estos o de aquellos. Vitelio, que estuvo en pugna con Vespasiano para erigirse en emperador, yéndole mal las cosas se escondió, pero fue descubierto y los partidarios de Vespasiano la mataron, echando su cuerpo al río Tíber, pero no su cabeza, que fue pasada de mano en mano por las calles de Roma.
Vespasiano nombró césares, asociados al trono, a sus hijos Tito[iii] y Domiciano, pero este también fue asesinado en el año 96 mediante una conspiración en la que la mano ejecutora parece que fue un liberto. La misma suerte corrió, un siglo más tarde, Pértinax, el sucesor de Cómodo, para seguirle tres emperadores (Juliano, Níger y Albino) que tampoco escaparon a la muerte violenta.
Septimio Severo (193-194) empezó reconociendo a Pértinax pero solo, al parecer, para simular que combatía a Juliano; luego mató a Níger, que solo gobernó unos meses, y a Albino en el campo de batalla. Dion Casio[iv] ha dejado escrito que, a tal punto matar era normal en la antigua Roma, que Juliano expresó en el último momento: ¿A quién he matado? Luego siguen emperadores que, hasta mediados del siglo III, todos fueron asesinados: Caracalla[v], Geta, Macrino, Heliogábalo, Alejandro Severo, Maximino, Gordiano (en realidad se suicidó), Máximo y Balbino. Heliogábalo, tenía 18 años cuando encontró la muerte, y Maximino (235-238), 26. Otros tuvieron también una muerte trágica, como Gordiano II en el campo de batalla (Cartago). Gordiano III y Filipo fueron asesinados.
Trajano Decio murió en el campo de batalla (Abrito, Mesia, Balcanes), y Hostiliano, en un reinado de pocos meses, fue abatido por la peste. Treboniano y Emiliano fueron asesinados en una sucesión cada vez más corta, y Valeriano murió en cautiverio a manos de los persas; luego fue asesinado Galieno en 268.
Puede parecer que existió una cierta resignación de estos personajes, como otros, ante la muerte, consecuencia de las influencias estoicas en la civilización greco-latina, pero también cabe pensar que la ambición por el poder era más fuerte que cualquier otra cosa, o que siempre existió la esperanza de no acabar como el predecesor… No terminaron aquí los emperadores romanos asesinados: Treboniano, Emiliano, Galieno, quizá Quintilo, Aureliano, Floriano, Probo, Numeriano y otros, hasta la desaparición del Imperio occidental, fueron asesinados, en menos ocasiones se suicidaron y en alguna otra la causa fue la peste.
Pero si dejamos el Imperio romano y nos vamos al reino godo de Toledo, Hermenegildo fue ejecutado por orden de su padre, el rey Leovigildo; Liuva II, Witerico y Gundemaro fueron asesinados, en algunas ocasiones por sus sucesores respectivos. Suintila tuvo más suerte, pues tan solo fue depuesto por Sisenando, igual que Wamba posteriormente.
En el siglo V Sigerico había asesinado a Ataulfo y en Galia Teodorico II asesinó a Turismundo, su hermano, que a su vez fue asesinado por Eurico II, también hermano… y así podríamos ver ejemplos de dinastías en las que la sangre corrió entre parientes, entre predecesores y sucesores, y no precisamente en el campo de batalla. Aquí ya no cabe hablar de estoicismo; se trata de lucha por el poder, de repartos territoriales, de diferencias familiares, de simples conflictos que acaban en otro mayor. No estuvieron ausentes las motivaciones religiosas en momentos de cismas y herejías, grandes controversias teológicas, pero en ocasiones esto no fue sino la excusa para otros fines.



[i] Militar de origen aquitano.
[ii] Ver aquí mismo “Otón ‘recostó el pecho contra el hierro’”.
[iii] Ver aquí mismo “Contradictorio Tito”.
[iv] Vivió entre mediados del siglo II y el año 235. Historió e ejerció la milicia, fue cónsul y escribió una historia de Roma.
[v] En Carrhae, alta Mesopotamia. La orden de su muerte la dio Macrino, que a su vez fue asesinado por Heliogábalo.

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