Mariana de Austria por Claudio Coello |
La última vez que los reyes de la casa de Austria
(en el Imperio austriaco y en el español) intentaron una restauración de su
colaboración, aunque con dificultades y carencias, fue durante la regencia de
Mariana de Austria (la minoridad de Carlos II).
Desde 1569 Polonia formaba parte, junto con
Lituania, una Manconumidad que comprendía vastos territorios en Europa del
este, hoy bajo soberanía de estados distintos. Al norte los territorios de la
Mancomunidad limitaban con el golfo de Riga, a donde se asomaban territorios
suecos; por el oeste llegaba a Poznan; por el sur a Breslov[i] y, por
el este hasta Smolensko[ii] y
Poltava[iii]. Por
el oeste la Mancomunidad limitaba con Brandemburgo y con el Imperio austríaco,
por el sur con el turco y por el este con el ruso. Dentro de la Mancomunidad
había territorios gobernados directamente por la monarquía polaco-lituana y
feudos con un diverso grado de autonomía, pero esto en el momento de su mayor
extensión (1619), porque luego siguieron pérdidas territoriales, sobre todo en
el este. Se trataba, además, de un estado aristocrático donde los reyes estaban
mediatizados por los grupos dirigentes de la sociedad.
Durante el corto período de cuatro años[iv], el rey
polaco-lituano, Miguel I, tuvo que hacer
frente al ejército turco, además de a otros conflictos en el avispero que era
Europa, donde las ambiciones del rey francés Luis XIV estaban en alza. Al
frente del Imperio de los Habsburgo estaba Leopoldo I, rey de Hungría a partir
de 1655 y de Bohemia desde el año siguiente, que se debatió en restar el
poderío de Francia (en realidad tenía un parentesco cercano con el rey Luis
XIV) y la amenaza turca en el sudeste de Europa. De hecho, la Triple Alianza[v] formada
a principios de 1688 en La Haya, entre Suecia, las Provincias Unidas e
Inglaterra, pretendió frenar las aspiraciones francesas, alianza que no tuvo
que intervenir militarmente porque su sola existencia disuadió a Luis XIV por
el momento.
En el puzle europeo jugó también un papel la
monarquía española de Mariana de Austria, llegando a un acuerdo con Francia que
puso fin a la llamada guerra de Devolución (1667-1668), favorable a esta desde
la invasión francesa de los Países Bajos españoles, aunque por un tratado
firmado en Aquisgrán[vi]
se devolvió a la monarquía española el Franco Condado[vii],
Cambrai y otras plazas a cambio de Charleroi, Tournai y Lille entre otras
posesiones. La corte de Mariana de Austria mantuvo también relaciones
diplomáticas con Hungría y el Imperio Otomano.
Quien llevó a cabo las relaciones diplomáticas
en nombre de la monarquía española fue el tan denostado Everardo Nithard,
valido de la regencia, que quiso sacar a España del aislamiento en que había
vivido hasta ese momento, toda vez que en solitario, le sería imposible vencer
las ofensivas de Luis XIV, sobre todo en los Países Bajos, donde se
concentraban gran parte de las tensiones de Europa occidental, dice Miguel
Conde Pazos.
Apartado Nithard, el Consejo de Estado reforzó
su papel en la diplomacia y a él correspondieron las relaciones de la monarquía
española con el resto de los países: España empezó a participar entonces en las
sucesivas alianzas que se fueron formando y definió el grado de compromiso con
el Imperio austríaco. Se trataba de buscar un equilibrio europeo que, si se dio
alguna vez, no es sino tras la guerra de sucesión a la corona de España en
1713. Según Miguel Conde Pazos[viii], los
resultados de la política de la reina fueron notables, al lograrse el
aislamiento de Francia (en el contexto de la guerra franco-holandesa
(1672-1678)[ix] gracias
a una serie de alianzas en las que el papel de España fue determinante, aunque
desde 1673 obligaron a una reformulación de la política exterior.
Dos fueron los puntos donde la diplomacia
española centró más su atención a partir de 1670, tras la firma del tratado de
Dover entre Francia e Inglaterra, por el que esta debía ayudar a
Francia a conquistar las Provincias Unidas. España, por su parte, hizo un
acercamiento a Holanda (que ha sido estudiado por Manuel Herrero) y al Imperio
austríaco, con el cual habían existido diferencias. Este último alcanzó mucha
importancia en las relaciones exteriores españolas en los siguientes años: el
emperador Leopoldo, hermano de la reina española, seguía siendo un apoyo
indispensable para mantener Flandes y los territorios italianos, pues en ambos
escenarios luchaban, en el ejército español, soldados alemanes, además de por
la influencia que el emperador ejercía sobre el resto de los príncipes. No
obstante, Leopoldo jugaba a varias cartas, pues mantuvo acuerdos secretos con
Francia.
Buena parte de la reconstrucción de la
influencia española en Viena se debe a la labor de Pablo Spínola Doria, marqués
de los Balbases[x],
de origen italiano. El acuerdo (1668) al que habían llegado el rey francés y el
emperador austríaco para repartirse[xi] las
posesiones del rey español, Carlos II, a su muerte, no tenía nada que
ver con una supuesta colaboración entre las dos ramas de la familia Habsburgo. Dicho
acuerdo significaba, en toda regla, la desaparición de la monarquía española.
Los españoles de a pie, mientras tanto, y muy a su pesar, seguían enviando
subsidios para las empresas del emperador austríaco, mientras que España tenía
aún sin solucionar la independencia de Portugal, que ya era un hecho, pero solo reconocida por España en 1668.
Este no sería el único intento de repartirse
las posesiones españolas entre las potencias, aunque resulta algo quimérico
teniendo en cuenta que Inglaterra, en virtud de un teórico equilibrio, y más
bien el intento de reducir la influencia de Francia, no lo permitiría, no
faltándole aliados para ello. Y aquí entra el papel del marqués de los Balbases,
que se esforzó en que la monarquía española recuperase su influencia en la
corte de Viena. Spínola fue nombrado embajador y empleó a su importante red de
amistades para llevar a cabo la misión. Él fue el encargado de establecer un
nuevo marco de entendimiento entre las dos ramas de la dinastía, encauzando la
política de Viena en un sentido contrario a Francia (se había producido el cambio
del emperador Fernando III por Leopoldo). Para ello –dice Miguel Conde-
estructuró unos espacios cortesanos propios, así como nuevos vínculos de
carácter político y cultural.
No se
trató de una labor sencilla. En 1671 Leopoldo volvió a firmar un acuerdo de neutralidad
con Luis XIV, dejando Holanda a expensas de la agresión francesa. Tampoco fue
fácil lograr la salida de Gremonville, autor del primer reparto, uno de los
objetivos de Spínola solo llegar a Viena, pero en 1673 sus esfuerzos empezaron
a dar frutos, firmándose un acuerdo con los holandeses; a este le siguió la
salida de Gremonville de la corte vienesa y, poco después, la caída en
desgracia de Wenzel von Lobkowitz, que ya venía de conocer la historia europea
desde la guerra de los treinta años. Había sido consejero de Fernando III de
Austria y luego de Leopoldo I. Así Spínola consiguió salvar a la monarquía
española, si es que alguna vez estuvo en peligro en los términos del acuerdo
franco-vienés. Es muy probable que el nombramiento de Spínola por parte de la
regente Mariana de Austria se explique por la influencia, mediante sus
amistades, que aquel tenía en la corte de Viena.
[i] Hoy en
Ucrania.
[ii] Hoy en
Rusia.
[iii] Hoy en
Ucrania.
[iv]
1669-1673.
[v] Impuso
pesados subsidios a la monarquía española
[vi]
Impuesta por la Triple Alianza.
[vii] Entre
Suiza y Borgoña.
[viii]
“Miguel I de Polonia…”. En este trabajo se basa el presente resumen.
[ix]
Participaron también Inglaterra y los obispados de Münster y Colonia.
[x] Los
Balbases es una localidad del oeste de la actual provincia de Burgos.
[xi] Cambrai,
el ducado de Luxemburgo o el Franco Condado, Douai, Aire, Saint.Omer, Bergues y
Furnes, Pasíes Bajos, Filipinas, Navarra, Rosas, las plazas de Norte de África,
Nápoles y Sicilia, etc. pasarían a Francia.
Para el emperador se destinaban los reinos de España (menos Navarra), las
Indias, Milán, Finale, los puertos de Longón, Porto Ercole, Orbetello
(presidios de Toscana) y las posesiones del mar de Liguria, Cerdeña, Baleares y
Canarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario