La ocupación de Otranto
por los otomanos en 1480 produjo un gran impacto en el mundo cristiano
occidental, e incluso con posterioridad a su liberación en 1481, no fueron
pocos los autores que, de una forma más extensa o menos, se emplearon en
historiar el hecho, las causas y las consecuencias, entre las que están el
degollamiento de unos ochocientos cristianos en el collado de la Minerva.
La llegada de las
tropas de Gedik Ahmed[i]
-dice Roberto Mondola- puso de manifiesto la crisis por la que pasaba la
monarquía del rey Fernando de Aragón, siendo la invasión una de las
consecuencias de la política imperialista de los otomanos en aquel siglo. La
guerra se desencadenó y fue una de las más dramáticas que sufrieron los
habitantes del sur de Italia a finales del siglo XV. La llegada de los otomanos
a Pulla[ii]
puso de manifiesto la fragmentación de los estados italianos, que no
consiguieron ponerse de acuerdo para frenar juntos la invasión otomana.
El ejército turco se
había concentrado en Valona, principado frente a Otranto, en la costa oeste de
la actual Albania, en ese momento en su poder, con la intención de hacerse con
las riquezas de las que se tenía noticia en Italia. Por su parte Fernando de Nápoles estaba comprometido en la guerra de Toscana después de lo que se ha
llamado conjuración de los Pazzi, una familia rival de los Médici en el control
por la ciudad de Florencia. El napolitano dejó a su hijo Alfonso, duque de Calabria,
al mando del ejército en Toscana y así estaban las cosas cuando los otomanos
alcanzaron Apulia.
Fernando ordenó a su
hijo regresar al sur, lo que implicó renunciar a las ambiciones napolitanas sobre Toscana, pero solo con su ejército no era suficiente para hacer
frente a los ocupantes de Otranto, por lo que se pidió ayuda a Florencia y
Venecia, que no la prestaron, sabiendo que mientras Nápoles estuviese ocupada en Apulia aquellos estados se libraban del acoso fernandino.
Por otra parte, Venecia estaba exhausta de la lucha entre 1463 y 1479 contra
los turcos, con la pérdida de su predominio naval en el Mediterráneo y el Egeo.
Fernando intentó entonces establecer relaciones diplomáticas con sus adversarios enviando
una embajada a Valona para pactar un acuerdo con Gedik Ahmed, que no aceptó la
propuesta aragonesa, contestando que Otranto pertenecía a los turcos
como herederos del Imperio Bizantino. También empeoraron las relaciones de los napolitanos con el duque de Milán, Ludovico el Moro, mientras que la situación
era cada vez más dramática en Otranto.
Fernando comprendió,
entonces, que la única manera de recuperar una alianza con los Médici y
Milán era devolver Florencia, de la que se había apoderado. Un papel
fundamental lo tuvo el papa Sixto IV que, mediante una bula, en 1481, animó a
los príncipes cristianos a ponerse de acuerdo, además de aportar veinticinco
galeras, llegando estas embarcaciones a Otranto en el verano del año citado,
poco después de que hubiese fallecido el sultán Mehmed II. Su sucesor, Bayezid
II no pudo seguir con la política imperialista seguida hasta ese momento, pues
tuvo que ocuparse de combatir a su hermano Cem.
Así fue posible la
reconquista cristiana de Otranto, lo que no evitaría la crisis que llevaría a
la conjura de los barones[iii]
entre 1485 y 1486. Uno de los que historió la ocupación y reconquista de
Otranto fue Giovanni Albino, que emplearía unos quince años en su obra[iv],
donde se muestra favorable a la corte aragonesa.
En cuanto a las cartas –dice
Roberto Mondola- destaca la del monje benedictino Ilarione Piccolomini[v], con detalles dramáticos, haciendo hincapié en el
sufrimiento de la población, en especial de niños y mujeres. De la misma época
es el “Lamento” del toscano Vespasiano da Bisticci, escrito en clave
providencialista, pues el autor ve en la ocupación de Otranto un castigo de
Dios por los pecados de la Iglesia, viciada del nepotismo y corrupción del papa
Sixto IV. Mateo María Boiardo, por su parte, dedicó su obra “Orlando Innamorato”
(1495) para elogiar a Alfonso, hijo del rey napolitano.
En el siglo XVI Antonio
de Ferrariis, el Galateo (1448-1517) publicó una obra de corte corográfico y también en otras obras suyas habló de los sucesos de Otranto. En su obra
más conocida, “Liber de situ Iapygiae”, traza un perfil de Japigia, distrito de
Bari, en la que se habla de los acontecimientos de 1480-1481. El Galateo estuvo
al servicio del hijo de Fernando, Alfonso, en Salento (extremo
sureste de Italia), estableciendo la relación entre la muerte del sultán y la
recuperación de Otranto a manos de Nápoles.
Andrés Bernáldez, el
cura de los Palacios[vi],
dedica en su obra un capítulo a los sucesos de Otranto, y Jerónimo de Zurita,
en su obra “Anales de la Corona de Aragón”, también dedica otro capítulo a los
asuntos de Otranto. No pararon aquí las obras que dedicaron su atención a la
ciudad italiana tomada por los turcos en 1480, y aún hubo otros autores que
hablaron en sus obras de Otranto durante el siglo XVII, es decir, mientras la
amenaza turca fue un hecho.
Pero mucho antes, Alonso Fernández de Palencia, natural de Osma (1423-1492), dedicó su atención a los sucesos de Otranto en su obra “Guerra de Granada”, habiendo trabajado para el cardenal Bessarion (*) y fue cronista de Enrique IV de Castilla. Fue conocedor de la política de su época, los acontecimientos bélicos y diplomáticos y, en el Libro I de la obra citada, dedica una parte a la toma de Otranto por los turcos, la recuperación de la plaza y la muerte de Mehmed II (a quien él llama Mahometo)[vii].
[i] Almirante otomano que fallecería en 1482, un año después que el sultán Mehmet II, lo que influyó, según algunos, en la reconquista cristiana de Otranto.
[ii] Apulia, en el extremo sureste de Italia.
[iii] Surgió en Basilicata (sur de Italia) como reacción a los aragoneses, que se habían asentado en el reino de Nápoles.
[iv] “De bello hydruntino”.
[v] Su verdadero nombre era Nicolò Fontanelli, natural de Verona.
[vi] Nacido en Fuentes de León (sur de la actual provincia de Badajoz), falleció en 1513 en Los Palacios y Villafranca (sur de la actual provincia de Sevilla). Fue un historiador al servicio de los Reyes Católicos.
(*) Nacido en Trebisonda, murió en Rávena en 1472, habiendo sido un erudito bizantino que defendió la unión de las Iglesias oriental y occidental.
[vii] “Guerra de Granada”. La mayor parte del presente resumen se basa en el trabajo de Roberto Mondola, “La conquista otomana de Otranto…”.
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