Intentar matar al noble francés
Gaspard de Colingy, líder de los hugonotes franceses, provocó una matanza. Ante
la protesta de los hugonotes la población temió lo peor y el rey francés ordenó
eliminar a los dirigentes protestantes, siendo rematado Coligny y defenestrado:
era el mes de agosto de 1572 pero los asesinatos siguieron durante varios
meses. Se trata de uno de los ejemplos más notables de intransigencia religiosa
contra una minoría en un país mayoritariamente católico, Francia.
Casi un siglo después, en la ciudad
de Toulousse, el hijo de Juan Calas se suicidó, lo que sirvió para que los
enemigos de este protestante francés consiguieran que fuese torturado hasta
matarlo. Sus restantes hijos fueron desterrados y a su mujer le quitaron sus
bienes[i]. Contra estas
monstruosidades se posicionó François-Marie Arouet, conocido como Voltaire, que
escribió entonces su “Tratado sobre la Tolerancia” (1763). Según Isidro H.
Cisneros aquel hecho conmovió a buena parte de Europa, pues Calas no era un
delincuente, sino solo un hombre que había tenido la mala suerte de que un hijo
suyo se suicidara y ser miembro de una minoría religiosa, la protestante.
A finales del siglo XIX un capitán
del ejército francés, Alfred Dreyfus, fue acusado falsamente de traición,
juzgado y desterrado a la Guayana francesa. El delito de traición siempre se ha
juzgado, incluso por la opinión pública, muy grave, por lo que Dreyfus tuvo la
enemiga de amplios sectores de la población.
Es conocida la actitud del escritor Émile Zola contra el encausamiento y condena de un militar en el que concurría
la condición de ser judío pero, como se demostró, no tenía nada que ver con la
traición de que se le acusaba, descubriéndose posteriormente al culpable.
Tres ejemplos en el mismo país de
intolerancia contra miembros de una minoría religiosa, en este caso, como
podríamos encontrar otros en la historia de cualquier país por razones étnicas,
nacionales o de cualquier otro tipo.
La matanza de hugonotes en el siglo
XVI se inscribe en las guerras de religión que atenazaron a Francia durante
mucho tiempo, aunque también había motivaciones políticas en el conflicto.
Hugonotes y católicos se disputaban la influencia en el gobierno de Francia durante
el reinado del católico Carlos IX.
Toulousse, en el siglo XVII, vivía
con ardor que un edicto estableciese alguna tolerancia religiosa entre
católicos y protestantes calvinistas. La ciudad había sufrido, pocos años antes
del asesinato de Calas, serias dificultades por epidemias, caldo de cultivo
para volcar la ira en alguien que se presenta como disidente religioso, máxime
si tenemos en cuenta que existía también una organización fanática católica.
En la Francia de finales del siglo
XIX y principios del XX se encontraba avanzado el régimen de la III República
pero no sin intentonas, por parte de los monárquicos, de reinstaurar un rey. El
régimen republicano dio impulso al laicismo derivado de un anticlericalismo que
había sido cultivado desde, por los menos, dos siglos atrás y los cambios
sociales derivados de la industrialización, la urbanización, el auge de la
burguesía y la organización del movimiento obrero, hacían del país un hervidero
de entusiasmos pero, como vemos, también de odios recíprocos. El militar
Dreyfus no fue sino el chivo expiatorio de las contradicciones y de la
intolerancia latente de una sociedad en transformación.
De los tres casos aquí expuestos
solo el de Dreyfus se saldó con la justicia, siendo los otros dos exponentes de
la crueldad más despiadada contra las minorías, sean responsables estas o no de
algunas situaciones (los hugonotes franceses, en el siglo XVI, eran una fuerza
considerable). Las ideas de la Ilustración y de la Enciclopedia, con sus
tributos a la razón, el liberalismo y los códigos legales que se desprendieron
de él, la aspiración a la justicia y la igualdad, con no materializarse,
consiguieron que este último caso escapase a la barbarie de los dos anteriores.
(En la fotografía el monumento a los caídos durante las dos guerras mundiales, Toulousse).
[i] Isidro H. Cisneros, “”Tolerancia: Voltaire entre nosotros”.
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