Imagen tomada de elretohistorico.com/palmira-perdida-y-recuerdo/
Casi en el centro de la
actual Siria se encuentran los restos de la antigua Palmira. La reciente guerra
que se libró en el citado país y en otros próximos ha destruido mucho de su
rico patrimonio, sobre todo de época romana, a cuya cultura se unió Palmira al
dar comienzo el siglo I de nuestra era.
Aunque la ciudad se
encuentra en medio del desierto no por ello carecía de agua, que se captaba por
medio de pozos controlados por grupos nómadas organizados. A medio camino entre
el Mediterráneo y el rio Éufrates, a la ciudad llegaban caravanas de comerciantes
desde China, India y otros países. Los habitantes antiguos eran arameos, que
desarrollaron una lengua y una escritura descifrada, esta última, en el siglo
XVIII por el provenzal Jean-Jacques Barthélemy, que destacó en varias
disciplinas.
Palmira se aprovechó
del enorme mercado romano una vez formó parte de su órbita, encumbrándose
familias ricas de mercaderes que se hicieron “inmortalizar” mediantes tumbas
excavadas y estudiadas alrededor de la ciudad. Las más importantes cuentan con
torres de planta cuadrada, algo más anchas en la parte inferior y, en
ocasiones, situadas sobre una colina o promontorio, como dándose a ver por la
notoriedad que pretendieron sus moradores. Construcciones a las que se
ingresaba bajo arcos de medio punto, albergaban pequeños templos e imágenes
esculpidas en piedra, algunas recostadas, donde los artistas de la época
representaron peinados, barbas, actitudes, plegados en los ropajes, tocados,
adornos, inscripciones (en arameo), estando los interiores de algunas tumbas
decoradas con pinturas.
Los que no alcanzaron
riquezas se conformaron con modestos hipogeos, pero lo más llamativo es la
adopción que se hizo del retrato romano, realista y sin concesiones a la
idealización, aunque algunos muestran la jerarquía o riqueza de los
representados. También estos arameos de Palmira heredaron los ritos funerarios
romanos, conservándose actualmente edificios columnarios que delatan la
influencia del imperio.
Pero hubo una Palmira
anterior a la romana, siendo con esta influencia cuando se construyeron baños
públicos, calles nuevas y edificios notables. También había recibido Palmira la
influencia mesopotámica, sobre todo en los dioses, teniendo los habitantes
credos distintos según las influencias culturales que habían ido llegando a la
ciudad.
No podríamos saber
tanto sobre Palmira sin la labor pionera e importantísima del arqueólogo danés
Kai Harald Ingholt que, nacido en 1896, falleció en 1985. Era buen conocedor de
las religiones y en los años veinte del siglo pasado excavó la antigua ciudad.
Sus numerosas anotaciones se conservan en Dinamarca, siendo objeto de estudio
por investigadores posteriores y actuales.
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