Desde Villafranca de los Barros, en el centro de la provincia de Badajoz, se llega, en dirección sur, a Los Santos de Maimona, y muy cerca se encuentra Zafra. Más al sur está el pueblo natal de Zurbarán, Fuente de Cantos, y siguiendo en la misma dirección encontramos Montemolín y Monesterio. El dominio es de relieves ondulados y planicies, aunque nos encontramos con dos sierras, en el interior de la provincia la de Hornachos y en el límite con la de Córdoba, la del Pedroche. Al sur la Sierra Morena, que separa a Extremadura de Andalucía
Hornachos habrá dado su
nombre a la sierra central de la provincia de Badajoz, levantándose sobre la
planicie circundante por donde corren los ríos Matachel y Guadámez, que nacen
en las estribaciones de Sierra Morena y discurren hasta el Guadiana en
dirección norte, dejando entre ambos la citada sierra de Hornachos. El paisaje
es mediterráneo, con matorrales predominantes.
Por Villafranca de los Barros discurren los ríos Pendelías y Valdequemao, convergiendo entre ellos.
Parece que es ciudad desde 1877, y tiene una iglesia con una fachada gótica y, en
ella, un arco carpanel. En el interior destaca un abigarrado retablo de esos
que han tapado tantas cabeceras de las iglesias. Villafranca cuenta con un
Museo histórico y etnográfico aprovechando un edificio señorial del siglo XVIII, con una portada clasicista. Dentro vemos cerámica romana, miliarios, alguna
escultura en bronce de la misma época, la recreación de una villa romana,
monedas y así hasta objetos del siglo XX. También cuenta con fondos de la
prehistoria, habiendo sido el solar de Villafranca lugar de una mansio romana.
Hacia el sur llegamos a
Los Santos de Maimona, donde se puede ver un molino de aceitunas, y en Zafra
destaca el palacio de los Duques de Feria, hoy convertido en Parador para
turistas. Siempre hacia el sur está Fuente de Cantos y Montemolín. En esta
población hay dos calles que, siendo paralelas, convergen a las afueras del
pueblo camino de Fuente de Cantos. Otra calle, al norte, es casi recta,
separando el caserío de los campos circundantes.
Monesterio tiene un
Museo del jamón, honor que le hace el tener una de las cabañas porcinas más
afamadas. Son cerdos negros que pelan las bellotas al comerlas, dejando fuera
la cáscara y distinguiendo las amargas de las dulces. El paisaje es de dehesas
con bosques claros, y en ellas se da la ganadería extensiva de la que se
obtienen jamones de calidad superior.
(Arriba, dehesa extremeña: fotografía de elmundo.es/viajes/espana).
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