lunes, 21 de noviembre de 2022

Hidalgo, marqués y la salvación eterna

 

                                                               Fortificación de Veracruz

El nieto de Don Diego Alfón Altamirano no pudo sino llegar a hidalgo, pero tuvo la oportunidad de estudiar algunos años en la Universidad de Salamanca, lo que le permitió más tarde ejercer como notario en Cuba, donde se enriqueció con dicha profesión. Allí llegó de la mano de uno de sus hermanos, que se había aventurado entre los conquistadores de la isla, y es cuando conoce a Diego Velázquez.

En la España del siglo XVI existía entre ciertos grupos sociales una mentalidad conquistadora, ya porque se tenía noticia del triunfo sobre el islam o por el auge que había adquirido la literatura de caballerías. Así, partiendo de Santiago de Cuba, que se encuentra en el fondo de una amplia bahía, y bordeando el norte de la isla, una expedición llegó al extremo nordeste de Yucatán, a Campeche y Champotón y regresó a Cuba (Carenas) quizá después de tocar la Florida; casi el mismo recorrido hizo otra expedición que bordeó Yucatán, llegó a la Villa Rica de la Vera Cruz y vuelta por el sur de Cuba hasta Santiago; la tercera exploración salió igualmente de Santiago pasando por Trinidad y llegó a la Villa Rica encaminándose por tierra hacia Tenochtitlán, esta comandada por Hernán Cortés en 1519 (las dos anteriores en 1517 y 1518 respectivamente).

En Cozumel (nortesde de Yucatán) vieron Cortés y los suyos un templo indígena, lo cual les debió dar una idea de ante qué civilización se encontraban. Después de esto quizá no cupo la idea de regresar sin más, a pesar de que no habían recibido permiso del Gobernador de Cuba, Diego Velázquez. Ya en territorio mexica estaba entre la tropa Pedro de Alvarado, que había vivido en Cuba varios años y participado en la expedición de Grijalva en 1518. Como este quitara a unos indios ciertos alimentos que ellos apreciaban mucho, decidió Cortés castigar a Alvarado y hacer ver a los indios en qué radicaba su autoridad.

Encontraron entonces a un náufrago español que hablaba maya (Jerónimo de Aguilar) y que cumplirá importante papel para la comunicación con los habitantes del lugar. Luego tuvieron que combatir algunas desavenencias y encontraron a doña Marina, la Malinche, que serviría a Cortés de amante y de intérprete, pues conocía el náuhalt. Llegados a Veracruz recibieron emisarios de Moctezuma, que ya tenía noticia de las andanzas de aquella tropa, no muy numerosa pero ciertamente extraña para los indios. Le ofrecieron oro y plata a cambio de que se retirase, lo que no cuadra con la idea que se ha defendido de que el emperador mexica concibió a los visitantes como enviados por su dios Quetzatcoalt, pero ello estimuló más a Cortés. Por otra parte el único permiso que tenía este del Gobernador de Cuba era costear y conseguir oro, pero estaba claro que la tropa, al menos en parte, estaba en objetivos más ambiciosos.

Decidió entonces escribir Cortés al rey diciéndole que sus hombres estaban entusiasmados con lo que habían encontrado y le exigían fundar una ciudad, enviándole como cebo unos escudos de oro y plata respectivamente. Otros soldados, en cambio, no estuvieron de acuerdo en seguir, probablemente porque sospechaban lo peor, o porque eran conscientes de que estaban desobedeciendo a Diego Velázquez. Sea como fuere, Cortés pudo mantener de una forma u otra a la tropa, que tuvo que combatir en unas ciudades mientras que en otras no fue necesario. Pero ¿cuáles eran la mentalidad e ideas de Moctezuma? No era un guerrero, sino un sacerdote; nadie mejor que él para imaginar que Cortés –cuando se produzca el encuentro- es un dios o enviado por Quetzatcóalt. Cuando se ven cara a cara el conquistador y el emperador mexica, este parece dudar y temer, mientras aquel le abraza, lo que era inimaginable para la turba de indios inclinados sin apenas atreverse a mirar. Quizá fue entonces cuando comprendieron que Moctezuma no tenía nada de divino, o quizá que Cortés era el señor al que, por conveniencia, debían servir.

Moctezuma firmó entonces un pacto de vasallaje con el rey de España y así mismo sus súbditos quedaron convertidos en vasallos. Los indios, no convencidos, apedrearon al emperador cuando fue expuesto por Cortés ante ellos, y este es el momento en que le apuñala y decide destruir Tenochtitlán para construir otra ciudad nueva, con el mismo nombre, en el mismo sitio. ¿Para qué entonces la destrucción? Para demostrar su poder y que este había cambiado de manos.

El sucesor, Cuautémoc, intentó escapar pero fue capturado y llevado a presencia de Cortés, el cual ya era consciente, quizá, de que estaba haciendo historia. Allí estaba Gonzalo de Sandoval, también procedente de Medellín (patria de Cortés) y de Cuba, que sustituía a Cortés cuando este se alejaba del puesto de mando. Estando Cuautémoc ante Cortés, aquel le entregó un puñal para que lo matase, pues su función estaba cumplida, pero el conquistador rehúsa, se hace acompañar de él durante varios años hasta que decide matarlo, quizá en medio de dudas sobre la posibilidad de que el azteca vivo seguía teniendo la legitimidad entre los suyos.

Todo esto quizá no hubiese sido posible sin la ayuda de varias comunidades indígenas que, en número de varios millares, ayudaron a Cortés a avanzar sobre Tenochtitlan, sobre todo los tlascaltecas, acérrimos enemigos y sometidos a los mexicas. Las “Cartas de Relación”, obra de Cortés para inmortalizar sus hazañas, son una fuente esencial para, sometida a crítica, conocer los acontecimientos y mentalidades de la época entre los dos mundos encontrados. Cuando Bernal Díaz del Castillo sea nombrado alcalde de Guatemala quizá aprendió a leer y escribir, y según Christian Duverger[i], pudo ser el autor, por orden de Cortés, de su “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, de igual manera que Francisco López de Gómara, sacerdote que nunca salió de España, publicó varias obras[ii] quizá por indicación de Cortés. Debe tenerse en cuenta que desde 1527 el rey prohibió que se publicasen las “Cartas de Relación” de Cortés, quizá porque podrían significar un endiosamiento del personaje que superase al propio rey, por lo que era esencial para Cortés que otros continuasen su obra.

Una vez que el conquistador había recibido del rey el Marquesado del Valle de Oaxaca le pareció poco, por lo que insistió en que se le premiase más merecidamente a su juicio; se opuso entonces al rey y esto llevó a no pocos pleitos. Hizo un viaje a Honduras en busca de un río de oro del que había oído hablar (después de la magnificencia de Tenochtitlan ¿por qué no otras maravillas?) y de la tierra de la eterna juventud, pero encontró una feroz oposición de los indios de la zona y su tropa no puede superar las inclemencias del clima tropical, muy distinto al del altiplano. Apresado por un visitador fue llevado a España; regresó a México y mandó construir barcos para nuevas empresas, pero el rey le quitó el marquesado por las quejas que recibía de los indios. De nuevo en España se enroló como soldado en Túnez, batalla en la que España fue derrotada… y muere angustiado "por la congoja de la salvación eterna" en Castilleja de la Cuesta* (1547). 


[i] “Crónica de la eternidad”.

[ii] “Historia general de las Indias” y “Historia de la conquista de México” entre otras. 

*Al oeste de la actual provincia de Sevilla.

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