El estrecho de
Magallanes, en latitudes australes (53º 11’ 59’’ norte y 70º 52’ 10’’ oeste) es
ancho a la entrada desde el océano Atlántico, pero luego se estrecha a la
altura de Campo Cerro Manantiales al sur y San Gregorio al norte. De nuevo se
produce un ensanchamiento, y estrechamiento en Puerto Sara (Chile), y luego
vuelve la anchura en Puerto del Hambre (costa oeste del estrecho, en las
proximidades de Puna Arenas).
El esfuerzo llevado a
cabo por unos pocos hombres y mujeres –niños incluso- en torno a 1584 fue
extraordinario, solo comprensible si se entra en la mentalidad de unas gentes
que buscaban honor, riquezas, aventura… a salvo las mujeres que habían acompañado
a sus maridos por un irrefrenable amor hacia ellos. Al mando de todo estuvo
Pedro Sarmiento de Gamboa, nacido a principios de la década de los treinta en
el siglo XVI, y tal fue su osadía durante toda su vida que terminó muriendo en
algún lugar del Atlántico en 1592. Su personalidad es compleja aunque no ha
sido objeto de ningún estudio en el momento en que publico esto; se sabe sin
embargo que fue explorador y conquistador, historiador, filólogo, cosmógrafo,
escritor, matemático y militar. Nombrado Gobernador de las Tierras del Estrecho
de Magallanes, el objetivo era asentar colonos en el mismo para combatir el
corso inglés y de otras nacionalidades que, a finales del siglo XVI, ya eran
evidentes.
En el extremo sur de la
Patagonia argentina fundó el poblado Nombre de Jesús, cuyos restos
arqueológicos no fueron descubiertos hasta principios del siglo XXI. También
intentó, un poco más al oeste, fundar la ciudad Rey Felipe, que luego se
llamaría Puerto del Hambre, aprovechando el relativo abrigo de una bahía. Miles
de hombres en 23 naves surcaron el Atlántico partiendo de Cádiz para tales objetivos,
pero solo un barco llegó al Estrecho; entre tanto, motines, naufragios,
penalidades, etc. Cuando se vio tierra, Sarmiento mandó echar anclas y emplear
las barcas para acercarse a la embocadura norte del Estrecho (hoy el extremo
sur del territorio argentino). Allí iban mujeres y hombres, animales,
sirvientas negras, algún fraile y un preso por amotinamiento que debía ser
juzgado.
Se desembarcaron cajas
con enseres y mercancías, se levantaron tiendas con lonas, se curó a los
enfermos y se procedió a la corta de madera para hacer fuego y las primeras
construcciones sólidas. Entretanto, nerviosismo y rencillas, consecuencia de la
incertidumbre, las penalidades pasadas y las que se adivinaban. Algunos
mostraron su descontento por lo desolado del paisaje, pero lo cierto es que había
árboles en abundancia. Debian aprestarse a impedir el paso de los piratas
mientras soportaban la lluvia y el frío.
El acusado de amotinamiento tenía el nombre de Tomé Hernández, que después de haber sido libertado (sin peligro de huida en aquellas soledades) sería ajusticiado por orden de Sarmiento… gravedad en la escena y rezos frailunos. Se preparaban unos caldos para combatir el frío y el hambre, se mataban gallinas a la espera de que llegasen barcos en ayuda de aquella pequeña e inestable colonia. Siguen las desconfianzas y algunos piensan en matar a Sarmiento. Mientras tanto se hace acopio de agua de lluvia y el lugar empieza a tomar el aspecto de un poblado con plaza, habiéndose construido algunas casas de madera.
Sarmiento fue advertido
del descontento entre algunos y se le aconsejó que durmiese en el Santa María,
mientras otros intentaron convencer al grupo de que esa era la voluntad de
Dios. Ya se ha enterrado a algunos y sobre sus tumbas algunas cruces; velas en
el interior de las casas, las mujeres bordan y la imagen de una virgen es
llevada de un lugar a otro. Se dictaron instrucciones para enviar una
expedición en busca de la nave de refuerzo que se esperaba, algo que más tarde
hará personalmente el mismo Sarmiento sin resultado alguno.
Pero hay abundante
madera y se buscan provisiones mientras aparecen, por primera vez, los
indígenas de la zona vestidos toscamente; Sarmiento intentó un acercamiento
pacífico mientras un monje elevó la cruz en señal de la doctrina que se
pretendía. Por ahora dio resultado pero sin más convivencia entre los dos
grupos. Hacen falta cuerdas y clavazones y se llega a compartir con los
indígenas –sobre los que se tiene una gran curiosidad- a los que se predica la
religión cristiana, pero no tardarán en llegar los primeros enfrentamientos
ante las desconfianzas mutuas: artillería contra flechas.
Los días claros, los
menos, permiten apreciar la belleza del paisaje, pero surgen dificultades en
procurarse aprovisionamientos; las traiciones suceden a la exhibición de
estandartes y aparecen las primeras mujeres embarazadas. Se hacen
fuegos cuando llega la noche, tanto para calentarse como para cocinar
alimentos, y es necesario destrozar cajas de madera seca ante la imposibilidad
de contar con la húmeda de los árboles.
Una mujer da a luz y es
atendida; el niño lloriquea poco después y el escriba da cuenta de su
nacimiento y filiación. Es entonces cuanto Sarmiento parte en el Santa María,
anclado fuera del Estrecho, en busca de todo lo necesario, y se produce la
sustitución al mando, pero en ausencia de Sarmiento de poco valen sus decisiones; muy
pronto el sustituto es sustituido a la vez con asesinato de por medio.
Fue una misión
imposible; cuando años más tarde llegaron al lugar corsarios ingleses, pudieron
ver cadáveres sin enterrar y el lugar abandonado, encontrando solo dos
sobrevivientes. Todos los demás habían perecido de hambre. Casi tres siglos más
tarde, desde Chiloé, Chile se hizo dueña del Estrecho (1843), sufriendo seis
años de penurias los colonos chilenos. En 1847 se produjo un incendio y la
colonia fue trasladada a lo que se llamó Punta Arenas, no sin que por el rigor
del clima, faltasen los desertores del ejército.
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