Paisaje de Pomerania (dreamstime.com/photos-images/pomerania)
Con las paces de
Westfalia se resolvió el conflicto de soberanía dentro del Sacro Imperio, cuyo
emperador tenía ya un poder meramente nominal[i].
Desde mediados del siglo XVII, un “imperio provinciano” se mostró compatible
con un alto grado de centralización del poder de los estados, es decir, los
gobernantes territoriales pasaron a ser los principales actores dentro del
Imperio a costa de los parlamentos y otras instancias territoriales de sus respectivos
ámbitos.
Se redujo, pues, el
poder del emperador, y el espacio alemán pudo convertirse, en el siglo XVIII,
en un territorio de estados absolutos. Samuel Pufendorf[ii]
describió, en 1667, el nuevo régimen imperial: una monstruosidad, aunque la
“constitución alemana” se había dotado de normas para regular las relaciones
entre ambas esferas de poder (emperador y príncipes territoriales), si bien
esta estructura resultaría inoperativa.
En los siglos XVII y
XVIII, cuando de sesarrolló este proceso de centralismo político, Brandenburgo-Prusia
tenía unas tierras cultivables trabajadas por 4/5 partes de la población total,
hecho que dio un gran poder a la nobleza terrateniente, los junkers[iii],
aunque estos no eran un grupo homogéneo: la mayoría eran medianos y
pequeños terratenientes, pero delegaban la iniciativa política en los grandes,
los cuales tenían un gran poder económico y político al poseer la propiedad y
admistración de la principal fuente de riqueza, la tierra. Esto fue reforzado
por una dimensión legal que venía del siglo XV[iv],
lo que les permitía ejercer una autoridad directa sobre los campesinos. El
mundo urbano era marginal pero tenía un gran sentido de su autonomía.
Sin embargo, fue la
crisis general del siglo XVII la causante principal de la creciente injerencia
de los príncipes territoriales en los asuntos locales, que hasta entonces se
habían autogobernado. Aquellos formaron una burocracia expansiva que buscó la
captación de nuevos recursos fiscales; de hecho, Brandenburgo-Prusia, hasta
mediados del siglo XVII, había aumentado sus gastos militares, al tiempo que en
el espacio alemán se había dado un uso interesado a las tensiones confesionales
que la paz de Augsburgo[v]
había intentado solucionar. Es decir, estamos ante el fin de los poderes
universalistas donde el Sacro Imperio y el Papado eran las dos instancias de
referencia: se impusieron los intereses pragmáticos y no los morales o
confesionales.
El acto de reinar,
desde entones, fue más un oficio que una dignidad, perfilando una figura del
soberano que marcó el gobierno de los Electores de Brandenburgo-Prusia a partir
del Gran Elector. La centralización del poder en los príncipes tuvo el apoyo
teórico de Pufendorf, partidario de que los asuntos fiscales, antes en manos de
los poderes locales, pasaran al príncipe, y el fortalecimiento del poder del
Gran Elector terminó consolidando un estado unitario en Brandenburgo, que había
empezado a renacer en la segunda mitad del siglo XVII.
De ser un territorio
disperso ocupado por tropas extranjeras y con una economía arrasada, pasó a
ser, en la primera mitad del siglo XVIII, un estado cohesionado con una
economía capaz de sostener un gran ejército profesional. Bajo el gobierno de
Federico Guillermo I de Brandenburgo (1640-1688) se comenzó el proceso, y con
Federico Guillermo I de Prusia se consolidó. El primero fue el fundador del
Reino de Prusia gracias a una serie de reformas, aunque su gobierno estuvo
marcado por la experiencia de su padre Jorge Guillermo I de Brandenburgo
(1619-1640), consiguiendo la máxima independencia posible, una administración
central y el ejército permanente del que ya hemos hablado.
La formación de Federico
Guillermo I de Brandenburgo la obtuvo en la Universidad de Leiden[vi]
en una estancia de cuatro años, y allí aprendió la lealtad del príncipe con la
causa calvinista[vii],
además de comprobar las ventajas que tenía un estado robusto en materia fiscal;
también aprendió la cultura militar moderna. A diferencia de sus predecesores,
cuando ejerció el poder percibió su papel más como un deber que como un conjunto
de derechos y rentas, y los Electores sucesivos continuarían en esta línea.
Tras su vuelta a Berlín en 1643 se ocupó de aumentar los recursos disponibles
para poder ampliar el ejército, hasta el punto de que se institucionalizó la
maquinaria bélica encarnada en un Comisariado de Guerra creado en 1655, justo
cuando dieron comienzo las “Guerras del Norte”[viii]
entre dicho año y 1661.
Bajo la dirección de
Joachim von Grumbkow en 1679, el Comisariado extendió su influencia a todos los
territorios dependientes de Brandenburgo, ampliando sus funciones a la economía
y la autosuficiencia, estimulando la industria textil en particular.
Brandenburgo pudo llevar así una política exterior autónoma y la nobleza se fue
convirtiendo en una casta de servicio. Esta nueva maquinaria militar se
financió por dos medios: los subsidios obtenidos en sus alianzas con potencias
extranjeras (véase lo dicho sobre las guerras del norte) y el aumento de la
presión fiscal, pero como el gobierno no dispuso durante algún tiempo de una
administración suficiente, se fue creando un entramado burocrático que
garantizase eficazmente el cobro de los tributos.
Se creó también una
Oficina de Tierras que se encargó de la gestión del patrimonio en cada localidad,
bien entendido que el Elector era el mayor terrateniente, a la vez que poseía
no pocos monopolios. La centralización de estas rentas no se completó hasta
1683, y aún así no fue suficiente[ix],
por lo que la contribución directa se sustituyó por una tasa indirecta sobre
los bienes y los servicios, que se recaudaron por la administración central,
aunque su aplicación fue exclusivamente urbana, pues la oposición de las
familias terratenientes, de cuyo apoyo dependía el Elector, le hizo ser
prudente en esta materia. Solo de forma progresiva estos impuestos se fueron
extendiendo a todo el territorio.
[i] El emperador, a través del Consejo Áulico, que era el tribunal de mayor instancia del Imperio, conservará su papel como juez supremo. Cita de Remedios Solano Rodríguez en su obra “La influencia de la Guerra de la Independencia en Prusia a través de la prensa y la propaganda: la forjadura de una imagen sobre España (1808-1815)”. En un capítulo de esta obra se basa el presente resumen.
[ii] Sajón nacido en 1632, falleció en Berlín en 1694. Fue un jurista, filósofo, economista e historiador.
[iii] Así se denominaba a la nobleza al Este del Elba, cuyo origen se remonta a las colonizaciones y cristianización del este alemán durante la Edad Media.
[iv] Ver aquí mismo “Los orígenes de Prusia”.
[v] Firmada por Fernando I de Habsburgo (hermano del emperador Carlos) y los estados del Imperio (1555): cada príncipe podía elegir la confesión de su estado.
[vi] En los Países Bajos, cerca de la costa.
[vii] El calvinismo era dominante en la Universidad de Leiden, defendiendo como garantía el orden, la majestad del derecho, la venerabilidad del Estado y la necesidad de subordinar la instancia militar a la disciplina y autoridad del Estado.
[viii] Entre Suecia por un lado y Brandenburgo-Prusia, la Mancomunidad Polaco-Lituana, el Reino de Dinamarca y Noruega y el Sacro Imperio por el otro.
[ix] C. Clark, El reino de hierro…”, obra citada por Remedios solano en la nota i.
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