miércoles, 25 de enero de 2023

Las "bandeiras" portuguesas en Brasil

 


Una práctica de algunos colonos portugueses en Brasil, así como en territorios colindantes, fue la de las “bandeiras” o grupos que se internaban en territorio indígena para apresar a los indios y reducirlos a esclavitud. Los enfrentamientos con los indígenas en el Brasil portugués fueron contínuos, siendo uno de los líderes nativos Juan Ramalho. En 1572 una confederación de pueblos indígenas atacó Sâo Paulo, pero en su defensa participaron el citado Juan Ramalho y el cacique Tiribiçá.

Al incorporarse Portugal a la corona española, Brasil se vería beneficiado en la medida en que los portugueses comenzaron a reivindicar los límites que cosnsideraban naturales, desde el río Amazonas al norte hasta el de la Plata al sur, lo que iba más allá de lo establecido en el Tratado de Tordesillas[i]. Intentaron ocupar por la fuerza más territorios sin que la monarquía española se molestase en defenderlos, quizá considerando que se trataba de tierras muy apartadas y cubiertas de selvas. Una vez alcanzada la amplia meseta brasileña, a los portugueses les resultó más fácil colonizar algunos puntos del interior.

El interés estaba en los metales preciosos, la captura de esclavos, la recolección de especias y la ampliacón de la ganadería extensiva. La captura de los indios se hacía por medio de guerrillas en contínuo desplazamiento, eran las “bandeiras”, que remontaban los ríos hasta la Amazonía en canoas aprovechando la inmensa red fluvial. De hecho fue posible la explotación minera cuando la meseta se fue poblando de haciendas ganaderas, sabiendo los colonos los resultados que los españoles habían conseguido en el alto Perú y en la Nueva España. Surgieron entonces leyendas como la del Lago Dorado y la Sierra de Esmeraldas, “localizados” en las zonas pantanosas que dan origen a los ríos paraguayos y en el centro de Brasil respectivamente.

Las dos primeras expediciones de los portugueses a la meseta brasileña tuvieron lugar en 1531, partiendo de Río de Janeiro, y en 1532 desde San Vicente. Desde Porto Seguro partió otra en busca de esmeraldas, y en 1554 partió también desde Porto Seguro otra expedición al frente de la cual estuvo el español Francisco Bruza de Espinosa, formada por portugueses, muchos indios y un jesuíta, adentrándose 350 leguas en el continente. En 1560 se organizó otra expedición encomendada a Blas de Cubas, que remontando el río Parahiba llegó hasta San Francisco, y entre 1572 y 1573 Sebastián Tourinho realizó dos expediciones partiendo también de Porto Seguro, explorando en la primera el río Jequitinhonda, y en la segunda los ríos Doce y de las Carabelas. Será, sin embargo, de mayor alcance, la penetración en el interior de Brasil a partir de 1592, siendo el gobernador Francisco de Sousa el precursor de la explotación minera que, sin embargo, no dará verdaderos frutos hasta el siglo XVIII.

Las “bandeiras”, mientras tanto, se habían especializado en tres regiones: las vertientes hidrográficas del Río de la Plata, el Amazonas y el San Francisco, partiendo de Sâo Paulo, Pará y Bahía respectivamente. Además del apresamiento de indios se conseguían productos naturales de la selva, especias y drogas, y ya en la primera mitad del siglo XVI se habían producido los primeros viajes de los portugueses hasta el bajo Paraná y el Paraguay, en no pocas ocasiones guiados por indios. A mediados de dicha centuria fue corriente la comunicación de españoles y portugueses entre Sâo Paulo y Asunción del Paraguay empleando en ciertos tramos los cursos fluviales.

La prolongada hostilidad de los indios sobre Sâo Paulo provocó en 1561 las primeras expediciones de castigo hacia el interior, hasta el extremo de que en dicha ciudad se estableció un comercio de esclavos que llegó a ser excedentario, lo que representó un problema, pasándose entonces las ventas a San Vicente, Río de Janeiro, Bahía y Buenos Aires, sobre todo después de la segunda fundación de esta última en 1580. A partir de 1624, estando Portugal bajo la monarquía española, la guerra con las Provincias Unidas y la dificultad en importar esclavos negros desde el golfo de Guinea, los esclavos indios fueron muy solicitados, lo que hizo aumentar el número de “bandeiras”.

Según Rafael Ruiz González[ii], la monarquía española dictó varias leyes para garantizar el camino terrestre entre Sâo Paulo, Asunción y Potosí, política que encontró su auge entre 1609 y 1616. El citado autor habla de los trabajos que se han llevado a cabo en relación a la política indigenista de los Austria españoles en Brasil, pero concentra su atención en la acción monárquica sobre la Capitanía de Sâo Vicente, último territorio portugués en tierras de Brasil. La peculiaridad de este foco –dice- consiste en que fue en esta región, las cuencas de los ríos Paraná y Plata, “donde se pudo llevar a cabo una política de integración de pueblos y superación de fronteras”.

Destaca Ruiz González que las diferencias de orientación entre la política legislativa antes y después de la unión se hizo sentir en dicha región brasileña, incluyendo el viaje que el rey Felipe III hizo a Portugal. Antes de 1580 –como hemos visto- las hostilidades de los indios fueron una constante, además de los problemas planteados por las apetencias de otras naciones europeas. Antes de la legislación española en Brasil, la monarquía portuguesa tuvo que dar cuenta de una política de guerra en la que se pueden destacar varios momentos[iii]: la decisión de establecer en Brasil un Gobernador General en 1549, pues la corona portuguesa estaba más preocupada en ese momento de garantizar la salvaguarda de Bahía que la penetración en el interior del continente, e incluso una ley prohibió que se intentasen expediciones hacia el interior, añadiendo que “cada hombre era un soldado, que tenía que defender la ciudad incipiente: ‘todo habitante de las dichas tierras del Brasil que en ellas tuviere casas, o aguas, o barcos tendrá por lo menos ballesta, escopeta, espada, lanza o chuzo’”. Tal era el peligro, que poco después Río de Janeiro cayó fácilmente en poder de franceses, apoyados por los indios aimorés y tamoios.

Un segundo momento coincidió con la llegada de otro Gobernador General, Mem de Sá, en 1557, que tuvo que hacer frente a los franceses y a los indios hostiles que se encontraban establecidos en Río de Janeiro, y que habían comenzado a levantarse al norte y al sur a lo largo de la costa. Hubo varias guerras contra los indios caetés en la región de Bahía, y se estableció la doctrina de la “causa justa” incluso contra los ya convertidos y pacíficos que se encontraban en las aldeas jesuíticas, que en 1562 eran unos 34.000. Se creó un tribunal formado por seis jueces, tres de los cuales jesuítas, pero el sur pasó a estar también en peligro en vísperas de la unión hispano-portuguesa, y después de la fundación por los jesuítas en Sâo Paulo de un colegio, fue atacada la ciudad por los indios tupiniquin durante más de dos años, momento en que Mem de Sá, refiriéndose a las capitanías del sur, especialmente a la de Sâo Vicente, dice: “Porto Seguro se está despoblando… los Ilhéus* si no se acude se habrán de perder… los de Sâo Vicente están casi levantados: si Vuestra Alteza quiere el Brasil poblado es necesario tener otro orden en los Capitanes…”. El rey Sebastiâo dictó entonces una ley en 1570 determinando las condiciones de lo que consideraba una “guerra justa” contra los indios…



[i] María Belén García López, “La colonización portuguesa de Brasil: los eternos problemas de demarcación y límites”.

[ii] “La política legislativa con relación a los indígenas en la región sur de Brasil durante la unión de las coronas (1580-1640)”.

[iii] Id. nota anterior.

* Al sur de Bahía.

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