Fortaleza de Peniche (Portugal)
En un trabajo de
Alfredo Moreno Cebrián y Jorge Chauca García*, se pone de manifiesto que la
rebelión capitaneada por el mestizo José Gabriel Condorcanqui Noguera (Tupac
Amaru II) entre 1780 y 1781, tuvo lugar también en territorios generalmente no
tenidos en cuenta y sus efectos se prolongaron en el tiempo.
Los autores citados
hablan de la relevancia del levantamiento, en lo que parece haber acuerdo entre
los historiadores. En efecto, la rebelión se extendió más allá de las fronteras
del virreinato peruano, una vez que se había creado, unos años antes, el
virreinato del Río de la Plata, concretamente en la Audiencia de Charcas en
1781. Por lo que respecta a Chile, con una tradición rebelde que se remonta al
siglo XVI y que continuará en los dos siglos siguientes e incluso durante el
primer período republicano[i], el
irlandés Abrosio O’Higgins[ii],
en una carta de 1781 dirigida al secretario de Indias José de Gálvez, le
tranquilizaba sobre la situación, que él conocía bien por haber participado en
varias campañas contra los araucanos.
Pero en todo caso O’Higgins
se había tenido que emplear a fondo para combatir la tentativa rebelde del
cacique mapuche Chicaguala en el poblado de Repocura[iii],
el cual había planeado imitar a Tupac Amaru II. Por su parte el gobernador
Andrés Mestre tuvo que reprimir ferozmente el alzamiento toba en la provincia
de Tucumán (1781), que es claramente una extensión de la revuelta peruana y que
además interrumpió el comercio con el norte.
Las autoridades
españolas, aún tratándose del siglo XVIII, cuando la administración de los
territorios americanos estaba más avanzada, se tuvo que valer de la
comunicación por mar para hacer llegar noticias sobre la situación en este o
aquel territorio, dada la enorme extensión de las posesiones americanas: por
ejemplo, embarcaciones que viajaban entre El Callao y Concepción, con la
colaboración del obispo[iv]
de esta última en alguna ocasión. En relación a la vasta región del Chaco se
habla de los indios “infieles” y se da noticia desde Buenos Aires diciendo que
se preparaban “para salir a defender a su Rey Inca que los llama”; y lo mismo
se informa desde Chile sobre los “Aucaes, Peguenches, y demás naciones bárbaras”,
que al parecer tenían intención de unirse a los pampas de Buenos Aires.
Ciertamente, la
rebelión tuvo una importancia capital en lo que hoy son Perú y Bolivia, pero
vemos que también los pueblos indígenas de otros territorios estuvieron prestos
para unirse, con diversa fortuna u oportunidad, al gran movimiento. Una vez
concluida la primera fase bélica –dicen Moreno Cebrián y Jorge Chauca- en el
sur peruano y en el Alto Perú “operó un segundo eco enhebrado por el paso de
los prisioneros cuzqueños por las latitudes extremas de Chile”. En 1784 las
autoridades españolas decidieron enviar a España a cuarenta rebeldes desde El
Callao[v],
veinticuatro hombres y dieciseis mujeres, uno de ellos Fernando Condorcanqui,
hijo de Tupac Amaru II, que había sido sentenciado por la Audiencia de Lima a
diez años de trabajos forzados en un presidio español. En otro navío[vi]
fueron embarcados Juan Bautista y Mariano Tupac Amaru.
El temor a las
resonancias de esta rebelión en Perú y en otros territorios hispanoamericanos
fue un hecho, siendo una prueba la inquietud entre las poblaciones criolla y
mestiza peruanas, que vieron en el levantamiento “la imagen de unos indígenas
desenfrenados buscando la inversión del orden social y la recuperación de su
antiguo gobierno a través de una guerra racial”. También en la jurisdicción de
Charcas se activó el miedo a un exterminio por parte de los indios, sobre todo
cuando el aymara Tupac Katari[vii],
aliado con tupacmaristas, expresó su intención de formar un gobierno indio “que
requería el exterminio de los españoles blancos”; en efecto, había formado un
ejército de varias decenas de miles de indios y cercó la ciudad de La Paz hasta
que tuvo que desistir. El navío "San Pedro de Alcántara" salió de El Callao con los presos y una carga considerable, pero tuvo que regresar desde Concepción por avería. Cuando de nuevo pudo el “San Pedro de Alcántara” salir hacia Concepción (puerto de Talcahuano), la inquietud de la
población local se debió a un brote de viruela que se había desatado en el
buque, la que tuvo que ser combatida con acierto, hasta el punto de que muchos
fueron curados.
Otro aspecto es la
suerte que corrieron unos y otros a partir del momento en que se decidió el
traslado de los insurrectos a España. Dicen los autores a los que sigo que
debió ser duro el camino a pie desde el Cuzco hasta Lima, como también el
traslado en barco desde El Callao hasta Concepción (máxime teniendo en cuenta
que, como hemos visto, el “San Pedro de Alcántara” tuvo que volver a El Callao
para ser reparado), el viaje por el Pacífico Sur y el estrecho de Magallanes hasta
Río de Janeiro, cuando murieron no pocos; la peligrosa travesía por el
Atlántico con mal tiempo en ocasiones, el naufragio frente a las costas de
Peniche (Portugal) del “San Pedro de Alcántara”, muriendo 128 entre la plana
mayor del navío, oficiales de transporte y pasajeros, tanto de una raza como de
la otra, de condiciones sociales distintas, etc. Heridos resultaron 58, de los
que algunos morirían algo más tarde, y sanos 233. Camino del destierro iban 24
indios presos, de los cuales 18 perecieron, la familia de Tupac Amaru II
incluida.
En el navio de guerra
iban hacinada una humanidad muy superior a la aceptable, y aún así fueron
salvados no pocos gracias a la colaboración portuguesa, y también a la
disposición de las autoridades españolas para que se enviasen buques desde
Cádiz, El Ferrol y Vigo, que transportaron lo necesario para los auxilios
precisos.
El naufragio se llevó
por delante considerable cantidad de metales preciosos (153 toneladas de plata
y 4 de oro), 600 toneladas de cobre y los equipajes de oficiales y pasajeros,
se perdieron muchos frutos naturales del virreinato del Perú, cajones de
cascarilla, cacao y cañas de Guayaquil, macetas de plantas vivas (plantones de
araucaria y piñas que O’Higgins enviaba a Gálvez), bálsamos, resina, madera y
lana, plantas de uso medicinal como canchalagua y calaguala.
A partir de aquí los
presos permanecieron un tiempo en Andalucía hasta que fueron enviados a los
presidios españoles del norte de África, especialmente Ceuta. Entre los
fallecidos en la travesía hubo varios familiares de Tupac Amaru II, españoles que
pilotaban la embarcación y auxiliares, lusos y flamencos, e incluso el desterrado
agustino Juan Alcedo, autor de una sátira contra el gobierno español en las
Indias. Algunos se ahogaron al querer alcanzar la costa portuguesa a nado, y
otros irremisiblemente.
[i] Curiosamente, tal era la costumbre que tenían los mapuches de llegar a acuerdos con los españoles, que cuando se produjo la guerra por la independencia del naciente estado chileno, aquellos lucharon a favor de los ejércitos realistas.
[ii] Padre de Bernardo O’Higgins, protagonista en la independencia de Chile.
[iii] El río Repocura es afluente del Cholchol, al noroeste de Temuco.
[iv] Francisco José de Marán y Geldres, natural del Perú (1780-1795).
[v] En el navío “San Pedro de Alcántara”.
[vi] "El Peruano”.
[vii] Para comprender la complejidad del problema debe tenerse en cuenta que los aymaras tuvieron por opositores, en varias ocasiones, a los quechuas. Tupac Katari, al igual que Tupac Amaru II, fueron muertos en 1781.
* "Los ecos indianos del gran levantamiento de Tupac Amaru...". En este trabajo se basa el presente resumen.
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