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El
complejo proceso de independencia de los “reinos” o colonias americanas bajo la
soberanía española, conllevó no pocas contradicciones que se explican en unos
casos por las ambiciones personales de unos caudillos u otros, pero también por
razones de más peso. Sonia Tedeschi y Griselda Pressel[i] han
estudiado el caso de Corrientes y Entre Ríos, en el nordeste de la actual
Argentina.
Las
autoras citadas señalan que no fueron ajenas al fenómeno, en el caso de
Corrientes y Entre Ríos, las aspiraciones imperiales de España y Portugal por
extender su influencia en la zona, máxime teniendo en cuenta que se trataba de
una parte de los “circuitos comerciales entre el Litoral fluvial rioplatense,
la Banda Oriental y Río Grande del Sur que potenciaban la circulación de
personas, bienes y recursos”. En este contexto interactúan las dinámicas en el
establecimiento de la frontera entre los “estados provinciales” de Corrientes y
Entre Ríos a finales del siglo XVIII, durante su independencia colonial y en la
etapa independiente de la primera mitad del siglo siguiente. Esto involucró a
Cabildos, Gobiernos de Intendencia, gobiernos centrales y más tarde a gobiernos
provinciales, la base sobre la que se construyó la historia nacional argentina.
Los
movimientos de la frontera en la zona estudiada se fueron alternando por
diversos factores, uno de los cuales fue el crecimiento económico que tuvo como
base la ganadería vacuna, lo que provocó una mayor afluencia de población que
en otras provincias, particularmente desde Santiago del Estero y un buen número
de indígenas guaraníes de las ex misiones jesuíticas. La necesidad de mano de
obra y la amplia disponibilidad de tierras contribuyeron a ello, incentivándose
la agricultura de subsistencia a base de maíz, mandioca, zapallo[ii] y
frutales. Otro factor fueron las tensas relaciones con los guaycurúes[iii] del
valle de Calchaquí (en la parte oriental de los Andes) y con los charrúas[iv] que
hostigaban desde la parte oriental del río Uruguay.
En
1750 se había firmado el Tratado de Madrid entre España y Portugal para definir
los límites de ambos imperios, lo que pretendía –por parte española- contener
las contínuas invasiones portuguesas sobre la Banda Oriental, y entre 1767 y
1810 la “Carrera al Paraguay” se fue expandiendo, multiplicando nodos de
comunicación desde Santa Fe[v], en
que confluía el circuito mercantil Chile-Perú-Córdoba, y desde aquí se
conectaba con Corrientes. La compra de estancias se remonta a siglos atrás (la
ciudad de Corrientes fue fundada en 1588), y con el tiempo estas compras se
convirtieron en causa de discordia jurisdiccional, que fue zanjada por el
virrey Gabriel Miguel de Avilés disponiendo una línea divisoria entre Yapeyú[vi] y
Corrientes, y a fines del siglo XVIII las disputas entre los Cabildos de Santa
Fe y Corrientes giraron en torno al problema fiscal que originaba la confusión
de sus delimitaciones.
La revolución independentista iniciada en 1810 trajo consigo nuevos problemas, pues las fuerzas independentistas de Buenos Aires y las realistas de Paraguay intervinieron en la provincia, y en 1814 se creó la provincia de Corrientes, pero en un nuevo ordenamiento administrativo pasó a formar parte de la de Entre Ríos (República Entrerriana de 1820 y 1821), y no terminarían aquí los problemas: durante las décadas de 1820 y 1830 Corrientes consolidó su estructura institucional con un Congreso Legislativo, un Gobernador y una Administración de Justicia, contando con una Constitución en 1824 que dispuso el cese del Cabildo a partir del año siguiente.
En el mismo período Entre Ríos
se configuró a partir de un Estatuto Provisorio (1822) que no dio estabilidad a
la provincia, aunque también se dotó de un Congreso Legislativo, un Gobernador
y una Administración de Justicia. Pero ya en 1821 el gobierno provisional de
Corrientes había dictado leyes en defensa de su “derecho inmemorial” sobre los
pueblos de Santa Rita de la Esquina y Curuzú Cuatiá, reafirmando su soberanía
sobre dicha área fronteriza sur, lo que contravenía las pretensiones de Entre
Ríos, y esto tensó las relaciones entre las dos provincias o “estados”.
El
Tratado del Cuadrilátero de 1822, firmado entre Buenos Aires, Santa Fe,
Corrientes y Entre Ríos, dio solución provisional al conflicto, pero ello no
evitó, aún teniendo en cuenta rectificaciones territoriales, acuerdos y
desacuerdos, intermediadores y otros avatares, que estallase la guerra que
enfrentó a Corrientes y Entre Ríos, dándose en llamar “guerra del Plata”,
durante seis meses entre 1851 y 1852. Las dos provincias se aliaron a Brasil y
Uruguay contra la Confederación Argentina, quedando patentes los intereses
contrapuestos entre Argentina y Brasil. Los gobernantes de este último estado
vieron oportuno aliarse con las provincias separatistas de Corrientes, Entre
Ríos y Santa Fe, prueba de que la capitalidad de Buenos Aires no era, aun, un
hecho consumado, estando también en la alianza Uruguay. En la batalla de
Caseros [vii], Rosas fue vencido por los aliados y se exilió. Aún no estaban
las cosas maduras para un estado unificado argentino.
[i] “Zonas
de frontera en el litoral rioplatense…”. (Las autoras utilizan el término
“litoral” referido a los ríos).
[ii] La
mandioca es un fruto con cáscara y pulpa firme, y el zapallo es un tipo de
calabaza.
[iii] Conjunto
de pueblos que habitan en la región del Gran Chaco
[iv] De
origen pampeano, son un complejo formado por pueblos distintos.
[v] Hoy
capital de la provincia de Santa Fe, al oeste de Entre Ríos.
[vi] Al
oeste del río Uruguay.
[vii] En
la cañada de Morón, hoy en plena ciudad de Buenos Aires.
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