Hernandarias de Saavedra (1561-1634)
El repartimiento de
indios en Brasil fue una de las preocupaciones de la monarquía española, viéndose
ya en una carta del rey de 1605 al Gobernador General Diogo Botelho, donde se
le hacía ver que pretendía “se usaran en el Brasil las mismas leyes que la
Corona de Castilla aplicaba a sus Indias, y a partir de la década de 1580 la
estructura colonizadora cambió de sentido: entre 1570 y 1590 la población
portuguesa aumentó en el norte y así mismo los ingenios de azúcar, de manera
que en 1585 se había duplicado su número[i].
El principal objetivo era organizar un sistema de aldeas fijando el pago de los
servicios de los indios, y “para evitar los excesos de que mis vasallos
moradores de las dichas partes de Brasil usan con los indios de ellas tanto
trayéndolos del interior forzadamente y con engaños…”, siendo el principio
fundamental la idea de que los indios eran libres.
Por lo tanto todo
servicio que los indígenas hicieran tendría que ser con su consentimiento, y
para ello la repartición debía hacerse “al gusto y provecho de los indios… sin
obligarlos a servir contra su voluntad”. El Gobernador u oidor general debían
velar por que se pagasen los servicios de los indios a los colonizadores, para
lo que las autoridades citadas debían visitar los repartimientos dos veces al
año. Se trata de una situación similar a la de la América española, y aunque
podamos suponer que las leyes no siempre se cumplían, constituyó un alivio para
la situación de los indios, pues habría funcionarios que ya por convencimiento
o por temor, las harían cumplir.
Los colonos, por su
parte, y principalmente los paulistas, se emplearon en buscar otras soluciones
para hacer trabajar a los indios sin tener que pagarles: la principal y más
conocida fue la “guerra justa”, eufemismo con el que se quería justificar la
tenencia de esclavos, y con el paso del tiempo este fue uno de los principales
puntos de discordia entre los colonizadores y los jesuítas, que habían recibido
en la misma ley la misión de mediar para que las cosas se hiciesen a la
voluntad del rey. Así, se estableció que “dos o tres padres de la Compañía de
Jesús” se preocuparán para que los indios trabajasen en los ingenios “sin
fuerza ni engaño”[ii].
Las leyes más
importantes fueron las de 1609 y 1611, inseparables del proyecto de la corona
de transformar la ciudad de Sâo Paulo en otro Perú[iii],
y este era un proyecto acariciado desde tiempo atrás por las noticias que se
tenían de la plata y el oro en la región de la cuenca del Plata y del Paraná,
que llegaron a Europa en torno a 1530, y con la unión de las dos coronas se podría
llevar a la práctica el proyecto de descubrir minas en el altiplano paulista; y
ciertamente, Sâo Paulo jugó un papel central en la monarquía española.
La corte decidió enviar
a dos alemanes especialistas en minas, siendo el plan similar al que había sido
implantado años antes por el virrey Toledo en el Tauantinsuyo, concretamente en
Potosí: desplazar indios de un lugar a otro, en este caso de Río de Janeiro y
Espíritu Santo, llevándolos hasta Sâo Paulo y trayendo negros de Guinea, pero
la ley de 1609 insistía en el trato que debían recibir los indígenas de Brasil,
sobre todo en el régimen laboral, y el pago a los indios era tan claro que no
se admitía ninguna excepción, incluyendo a los religiosos.
Rafael Ruiz González
señala que la ley de 1609 tiene que ser vista en conexión con la Consulta del
“Provedor mor” de las minas de Sâo Paulo, siendo la respuesta de la corona que
se comprendiese toda la cuenca del Plata y del Paraná; es decir, no se trataba
de una respuesta para el Brasil, sino para el Imperio español. La corona
española iría más allá y autorizó a la Compañía de Jesús a empezar su trabajo
en el Guairá[iv],
al tiempo que se daban los pasos necesarios para abrir el camino desde Sâo
Paulo en dirección al Perú, estableciendo las bases de lo que debía ser la
“repartiçâo sul do Brasil”, del gobierno del Paraguay y del Plata y del
Virreinato del Perú. Era uno de los primeros planes que el imperio español
realizaba desbordando las propias fronteras nacionales de las dos coronas[v].
Una de las
personalidades que más influyó para llevar a cabo el plan fue el gobernador del
Plata, Hernandarias de Saavedra, quien ya había insistido sobre la necesidad de
confiar a los jesuítas la acción sobre los indios. En 1604 aconsejó ir hacia
Santa Catalina, al sur de las costas de San Vicente, donde había muchos indios
y –dice- grandes noticias de oro; y en 1607, mientras estaba resolviendo el
plan del Proveedor de las minas, aconsejó el eje entre Potosí y Santa Catalina
para la fundación de ciudades, “haciendo Pueblo en el Río del Vruay”[vi].
También dijo que era buenísimo el camino desde Potosí a Santa Catalina, y desde
aquí llevar la plata a Castilla por el océano Atlántico, y este camino era
mucho mejor –dijo- que el escarpado por Salta, Tucumán, Jujuy hasta Buenos
Aires, además de que el puerto de Santa Catalina estaba en mejores condiciones
que la difícil boca del Mar del Plata y permitía mayor número de barcos.
De igual forma se pidió
al rey que autorizase valerse de los portugueses de Guayra para poder “allanar
los yndios e yrlos Reduciendo”. Para el Gobernador del Río de la Plata el
dominio del territorio sería imposible sin la ayuda de los jesuítas, por lo que
propuso que por Sâo Paulo entrasen siquiera seis padres de la Compañía, lo que
aceptó la corona, y además dispuso que Brasil, tal y como hiciera el rey
Sebastián en 1570, fuese nuevamente dividido en dos partes, norte y sur, siendo
el gobernador de esta Francisco de Souza, cuya gestión estuvo marcada por una
política que prohibía que los indios fuesen esclavos, y un plan de colonización
basado en incursiones al interior para buscar mano de obra indígena con el fin
de trabajar en las minas.
El desarrollo de la
región fue uno de los puntos principales, y durante los primeros veinte años
del siglo XVII, en los que la corona pretendió desarrollar Sâo Paulo, el
comercio entre el Plata, Brasil e incluso Angola permaneció abierto. Cuando en
1621 ese comercio fue cerrado, no fue por motivos económicos, sino porque se
reanudó la guerra entre las Provincias Unidas y la monarquía española.
Entretanto, Francisco de Souza, y luego su hijo Luis, siguieron una estrategia
de atraer a los indios de Asunción a la ciudad paulista imitando el proceso
peruano, con la diferencia de que ahora, en lugar de llevar a las minas
paulistas indios de Río de Janeiro o de Espíritu Santo, serían llevados de
Asunción por un camino que ya se conocía. Esta política se llevó a cabo
conjuntamente entre varias autoridades, constando que el jefe de los paulistas,
Pedro Paes de Barros, fue hasta Asunción con una treintena de portugueses y
muchos indios tupís, participando luego en las operaciones una comisión de
caciques.
Los paulistas estaban
actuando con las normas de la ley de 1609, consitiendo en persuadir a los
indios para que fueran a la ciudad “con buenas palabras y blandura, como
promesas, sin hacerles fuerza ni molestia alguna”. Y como se trataba de
persuadir, eran los caciques los encargados de explicar por qué era mejor vivir
en Sâo Paulo que en Asunción. Aquella era, en los comienzos del siglo XVII, la
única ciudad de las costas del Brasil que se encontraba en la frontera con los
españoles, la única ciudad de la corona de Portugal que naturalmente estaba
orientada hacia el interior, y el interior era la América española.
[i] Rafael Ruiz González cita a Marchant en la obra del primero: “La política legislativa con relación a los indígenas de la región sur de Brasil…”.
[ii] Ya en las Leyes de 1542 se decía que “ninguna persona se pueda servir de los indios por vía de naboría ni tapia ni otro modo alguno contra su voluntad”.
[iii] Sergio Buarque de Holanda, citado por Ruiz González, apunta una cierta resignación portuguesa, como si la suerte estuviera del lado de los castellanos, y ello explicaría el deseo de hacer tantas incursiones hacia el interior a partir de Sâo Paulo, en busca no del Brasil, sino del Perú (“Visâo do Paraíso”, 1994).
[iv] Sur del actual Paraguay.
[v] Rafael Ruiz González en la obra citada.
[vi] ¿Hace referencia al Uruguay?
El retrato de Hernandarias de Saavedra ha sido tomado de lagazeta.com.ar/hernandarias
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