lunes, 8 de mayo de 2023

"Discurso contra los judíos..."

 

La obra que aquí comentamos ha sido atribuida a Vicente da Costa Matos, un portugués encarnizado opositor de los judíos en su tiempo (primera mitad del siglo XVII). Una vez cayó el texto en manos de Fray Diego Gavilán Vela[i], se aprestó a traducirlo al castellano con la seguridad de que sería del agrado de todos los lectores, pues una minoría renunciarían a los argumentos que en él se contienen. La obra lleva por título “Discurso contra los judíos…”, y está dedicada al obispo de Valladolid que era, a su vez, Presidente de la Chancillería, Don Juan de Torres Ossorio[ii].

La obra es una muestra del odio incubado desde hacía tiempo contra la minoría judía, en este caso en la península Ibérica, pero también del desconocimiento más elemental de la nueva teología, manifestada profusamente en la llamada Escuela de Salamanca, que había abordado asuntos muy en boga desde el siglo XVI: filosofía, teología, derecho de gentes, etc. Publicada la traducción castellana en 1631, pasó por todos los trámites que eran comunes en la época: aprobaciones y licencia en 1629, tasa en 1630 (a razón de 4 maravedíes cada pliego), prólogo del autor “al discreto lector”, encomendación a la Virgen Nuestra Señora, y se añadieron unas liras, un epigrama de Marcial y unas espinelas de Bautista Pérez que, en sus primeros versos, rezan:

El famoso lusitano Acosta,

A su patria dio

Fuente clara en que ostentó

Licor dulce, y docta mano.

En el capítulo primero de la obra se intenta demostrar cómo Jesucristo es el verdadero Mesías, auténtico caballo de Troya entre cristianos y judíos, para seguir en los siguientes con una defensa de la Iglesia y una larga alusión a “la grande y antigua nobleza de la generación Hebrea, y de los tres nombres que tuvieron, Hebreos, Insraelitas y Judíos”. Luego se siguen las razones por las que los judíos están “desgraciados de Dios y como la observancia de Moisés no les es agradable ahora”.

Se extienden autor y traductor en los castigos que “el Señor infligió a los judíos a la salida de Egipto” y luego sobre los gobiernos que tuvo el pueblo hebreo y sus cautiverios en Babilonia. A continuación se habla de la venida de Jesús al mundo y su muerte en Jerusalén “a manos de los judíos”, gravísimo pecado –se dice- por lo que tienen las presentes miserias, pero también las antiguas, pues detalla sin rigor la destrucción de Jerusalén por el emperador Tito.

Sigue en el capítulo X con el “odio de los judíos a Jesucristo” y por qué fueron echados de casi todos los reinos (capítulo XI). En el capítulo XII relata la entrada de los judíos en Portugal una vez fueron perseguidos en España durante la Baja Edad Media, así como los conciertos a que llegaron con sus reyes, particularmente Juan II. En el capítulo XIII habla la obra del primer Tribunal del Santo Oficio y su extensión posteriormente a Portugal, pues en la época formaba con España una sola monarquía.

Más adelante se extiende en explicar por qué los judíos bautizados se llaman cristianos nuevos y por qué se les ponen sambenitos a los apóstatas. Más adelante se acusa a los judíos de idólatras y sodomitas, de cómo todos los pecados han sido originarios de los judíos y heredados de sus mayores, por lo que son “defectuosos” y pérfidos, inobedientes, vanagloriosos, engañadores… y en el capítulo XXI se habla de “los delincuentes Hebreos” que, aun bautizados, hay pruebas suficientes en muchos casos para expulsarles con sus mujeres e hijos, cuestión en la que se insite en los capítulos siguientes, queriendo ver que con la expulsión de 1492 no era suficiente, y elevando dicha necesidad a “prudencia de estado”, haciéndola extensiva a Portugal.

A partir de la página 261 se cacompaña un Index con “los lugares de la Escriptura” en los que se basan autor y traductor para su “discurso”: se empieza por el Génesis y se sigue por el Deuteronomio, el libro de Josué, el libro de los Reyes, el de Esdras, el de Job, etc. Queriendo encontrar justificación para las pretensiones de la obra se tergiversa por completo el sentido de la Biblia, pero aquella es una buena muestra de la mentalidad dominante entre buena parte de la sociedad cristiana de la época.

Mediante otro Index se da cuenta de lo tratado en la obra alfabéticamente, que termina en la leta “V”: Venta de José, primer pecado de los judíos... Por si no fuese poco se incluye otro Index con los títulos del “discurso”. Lo cierto es que, por mucho que sufriesen los conversos en la España del Antiguo Régimen, no se decidió expulsión alguna que completase la de finales del siglo XV, y los historiadores han podido investigar el importante papel que jugaron en no pocas profesiones.

Especialmente interesante es el trabajo de Irving Fine, “Una experiencia judía en la España del siglo XVII”, o el de José Antonio Ballesteros Díez, “Judíos en Mérida (siglos II al XVII)”. Por su parte María Ángeles Martín Romera ha publicado su “Antes de la libertad religiosa: El antisemitismo en España desde la Baja Edad Media hasta el siglo XVII”; y la muy interesante obra de Miquel de Espalza Ferrer, “Jesús entre judíos, cristianos y musulmanes hispanos (siglos VI-XVII)”. No se agotan aquí los ejemplos.


[i] Cuando se publica la traducción el autor era canónigo regular de la Orden de San Norberto y fraile del monasterio de Santa María de la Caridad, en Ciudad-Rodrigo.

[ii] Nació en Cuéllar en 1562 y murió en Valladolid en 1633, miembro de una familia de la nobleza.

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