En el valle de Aosta, al noroeste de Italia, se encuentra el castillo que mandó restaurar, a principios del siglo XV, Ibleto di Challant, obra que luego completó Giorgio di Challant con el objetivo de convertirlo en una elegante residencia.
Una de las particularidades de este castillo son sus frescos, debidos a un maestro o maestra desconocidos a finales de dicho siglo XV. El autor o autora fue representando oficios de la época con gran minuciosidad y gracia, como es el caso de una farmacia donde un boticario atiende a un comprador, otro escribe una receta mientras un empleado prepara una “medicina” (arriba). En las estanterías se pueden ver los frascos conteniendo aceites, especias, hierbas secas, así como cera, velas, esponjas, dulces y amuletos.
En otro fresco se representa una carnicería donde además se elabora pan en un horno, mostrándose animales abiertos en canal y los operearios trabajando. Otro es el caso de una tienda de productos secos donde tres personas se afanan en los preparados y, de una estantería, cuelgan embutidos y ahumados.
En otro fresco se representa un mercado donde se venden frutas, alpargatas, hortalizas y otros productos, presentándose los vendedores (mujeres y hombres) junto a los compradores, que comprueban la calidad de la mercancía. La elegancia en el verstir de estos últimos nos habla de una época evolucionada de la Edad Media (en Italia ya en pleno Renacimiento).
En otro fresco representa a una serie de personajes trabajando en una armería o almacén donde se guardan las armas. Colgadas de ganchos hay varias piezas de armadura representadas de forma muy realista, mientras los personajes –como es costumbre en este autor- están pintados con ricos colores.
Otra escena representada es la de unos vendedores de telas en su tienda, ataviados con elegantes ropajes como corresponde a su gremio, y con el colorido que exige la composición. Estos frescos están todos en los lunetos que se forman entre el muro y la bóveda del castillo.
Más que el valor artístico –que lo tiene- estos frescos son una fuente sociológica extraordinaria para adentrarnos en la vida cotidiana de la Europa de finales de la Edad Media y comienzos de la modernidad. La variedad de tipos, oficios, enseres que se muestran en estos frescos, así como el tratamiento popular y realista de los mismos, nos hablan de un ambiente bullicioso en las ciudades, que el autor desconocido ha llevado a los frescos de un aislado castillo.
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