viernes, 5 de mayo de 2023

Primitivos actuales

 

Kaokoland es una región del noroeste de Namibia y el sudoeste de Angola, limitando al norte con el río Kunene; durante el invierno predominan los vientos secos y en verano las bajas presiones, siendo entonces el viento del oeste. Las estaciones lluviosas se extienden entre el final del verano y el otoño y en la primavera, siendo solo la noche el momento de temperaturas suaves. Se trata de tierras altas en el interior, oscilando entre los 1.000 y los 1.300 m. de altura sobre el nivel del mar, dominando la sabana pero también los bosques con grandes árboles.

En Kaokoland viven los himba, un pueblo ganadero que, en buena medida, ha quedado aislado de los influjos europeos, completando su economía con algunos frutos y bayas del bosque y la caza, fundamentalmente de antílopes.

Según Francisco Giner Abati[i] la primera ocupación de esta zona tuvo lugar a mediados del siglo XVI a manos de los bantó, poco después de la llegada de los ovambo y kavango. Los herero, pueblo también ganadero, cruzaron en dirección sur el río Kunene, invadieron los herbazales de Etosha Pan[ii] y se encontraron con los ovambo, quienes les hicieron retroceder hasta las zonas más áridas y montañosas de Kaokoland, donde actualmente se encuentran.

Pasada la primera mitad del siglo XIX llegaron grupos nanas desde el sur y atacaron a los herero haciéndose con gran número de reses. La peste vacuna de 1896 vino a complicar más las cosas, provocando cambios sociales y religiosos, y a principios del siglo XX hubo una rebelión contra la colonización alemana. Quienes han estudiado la etnografía de la zona hablan de un tronco herero, de los que 5.000 serían himba y otros grupos los tjimbarero, ndamuranda, zemba, hakaona, thwaa, etc.

Los himba están organizados descentralizadamente, lo que se corresponde con la naturaleza segmentaria de los grupos, pero esto no quiere decir que no haya jefes: cada poblado tiene uno que es elegido por el grupo teniendo en cuenta la inteligencia, personalidad y por el número de vacas de que es propietario. Estos jefes han de cuidar del cumplimiento de las normas establecidas valiéndose de unos consejeros.

Además de las vacas, los animales más importantes, pastorean también ovejas y cabras, y dicho ganado constituye el centro de la vida himba, yendo más allá de su puro valor económico como fuente primaria de alimentación (leche y carne). El ganado cumple otras funciones, según ha estudiado Giner Abati: como moneda de cambio, el valor de la piel, el valor social, el valor religioso y el significado político. Obtener brazaletes de cobre, abalorios, conchas, cuchillos, armas, alimentos y tabaco implica entregar animales en trueque, pero en ocasiones excepcionales han empleado dinero.

El estatus político está unido al número de cabezas de ganado que se posee, y desde el punto de vista legal, las sanciones se pagan con la entrega de ganado. Un homicida es obligado a pagar veinticinco reses si mató a una mujer y quince si mató a un hombre, y por adulterio se pagan seis reses. El ganado robado se debe reintegrar con un número equivalente de reses, y la sociedad se divide en dos clases, la aristocracia de pastores ricos y el pueblo pobre que posee pocas reses o ninguna.

Normalmente el ganado no se concentra en un único lugar, a fin de repartir los riesgos como la sequía, el robo o las enfermedades infecciosas. Como complemento de esta economía pastoril, los himba practican la recolección, que sirve como complemento vegetal a su dieta. Los frutos son bayas que se recogen en bandejas hechas con fibras o en cestos de paja toscamente trenzada. También extraen tubérculos comestibles con la ayuda de bastones de madera para cavar, pero algunos grupos que viven cercanos a las vías de comunicación han desarrollado formas sencillas de cultivo: cereales, calabazas, sargo, mijo, guisantes, melones y caña de azúcar.

Los himba son monoteístas, y aunque tienen una idea de Dios su religión no gira en torno a él (Ndjambi, el ser supremo). Los himbas no suelen nombrar a Dios porque para ellos el mismo nombre es demasiado santo o sagrado; es el creador de todas las cosas: plantas, animales y cualquier fenómeno natural es visto como creación de Ndjambi, y también el ser humano. Tienen, pues, idea de la grandeza de Dios, lo que expresan con el término “Rarunga”, y es bienhechor aunque lejano; no se enoja ni castiga a nadie[iii] y no necesita los sacrificios de los hombres. Los himba creen que la lluvia, el rayo y el trueno vienen de Dios, siendo el rayo y el trueno su voz…


[i] “La Religión de los Himba. Kaokoland (Namibia)…”.

[ii] Depresión endorreica en el norte de Namibia.

[iii] Es curioso que esta teología no difiere en lo fundamental de las religiones monoteístas más extendidas, salvo en lo de esperar premio o castigo, que quizá fue un añadido de los grupos sacerdotales a lo largo de la historia.

Fotografía del río Kunene (Wikipedia).

No hay comentarios:

Publicar un comentario