Entre los expulsados
del reino de Aragón, un número de safardíes que embarcaron en los puertos
aragoneses y catalanes [incluye a los puertos del reino de Valencia] eligieron
Túnez como destino final, escribió el cronista Andrés Bernáldez[i], y
sigue diciendo que muchos llegaron a Italia y otros a tierra de moros, al reino
de Túnez y de Tremecén…
Antes de seguir procede
conocer la situación política de Túnez durante la Baja Edad Media y los siglos “modernos”,
gobernado por la dinastía de los hafsíes, bereberes masmuda, entre 1229 y la
segunda mitad del siglo XVI. Tras la muerte de Abou Amr Uthman en 1488, que
había gobernado Ifriqiya, el Este de Argelia y el oeste de Libia, se
desencadenó el desorden entre sus sucesores: uno de ellos asesinó a su tío y
cegó los ojos a su hermano, pero fue vencido en 1489. Gobernó entonces Abû
Zakariyâ’ Yahyâ hasta 1494, en que murió de peste, y le sucedió Muhammad IV hasta
1526. En este tiempo es cuando llegarán a Túnez sefardíes procedentes de la
península Ibérica.
La inestabilidad
política ha sido caldo de cultivo para que las minorías sufriesen más, y la
dura política del sultán Mulay al Hassan (1526-1543) llevó a revueltas en varias
de las regiones, que propiciaron la derrota frente a los turcos primero y luego
frente al ejército del rey de España, Carlos I: esto fue un impacto muy
negativo para la comunidad sefardí de Túnez. La matanza y el pillaje de las
tropas españolas hizo que los judíos huyeran (1535) al desierto, mientras que
otros fueron pasados a filo de espada o cautivados[ii].
Los sefardíes en Túnez
fueron conocidos como grana,
liorneses o portugueses, siendo los segundos, llegados desde Livorno[iii],
durante el siglo XVII. Al igual que Marruecos y Argelia, –dice Houssen Eddine-
Túnez fue una plataforma de recepción tradicional de judíos ibéricos,
estableciéndose entonces relaciones entre los judíos locales que estaban
asentados en el norte de África desde hacía muchos siglos. Ya a finales del
siglo XIV hubo judíos que abandonaron España para huir de los “progromos” que
tuvieron lugar, estableciéndose relaciones comerciales entre ellos y los
tunecinos en el siglo XV. Desde Túnez algunos sefardíes mantuvieron contactos
comerciales con Valencia, Mallorca y Almería.
Houssen Eddine encontró
un documento que califica de “raro”, fechado en 1495, donde un tal Ruy López de
Medina, judío originario de Coria convertido al cristianismo, es acusado de
haber sacado de la península Ibérica oro, plata y las demás cosas vedadas. El
calificativo de raro se debe a que Ruy López declara en él que de sus seis
hijos, cuatro habían sido cautivos de los musulmanes, que volvió a España con
su esposa y sus hijos “desnudo y muy pobre”, pero –se pregunta Houssen Eddine-
el sufrimiento de Ruy López ¿tuvo lugar en la ciudad de Túnez o en su camino de
vuelta a tierras españolas? Y el mismo autor señala que quizá López no era
sincero en esto último, porque se trataba de no descubrir el que se hubiese
llevado objetos de valor en la época, lo que prohibió el edicto de expulsión de
1492.
Los sefardíes que
llegaron a Túnez desde finales del siglo XVI a través de Livorno y otras
ciudades europeas, viajaron luego a otros países, tomando Túnez como un destino
provisional. Uno conocido como “el tunecino” salió de España en dirección a
Túnez y en 1510 se marchó a Roma, Florencia y finalmente Venecia, donde murió. Un
caso particular es el de Abraham Zacuto, que quizá podría encabezar la nómina
de sefardíes notables; había nacido en Salamanca en 1452 y murió en Damasco en
1515, habiendo estudiado medicina y astronomía, marchándose a Portugal después
de la expulsión de 1492. Cuando el rey Manuel decretó la expulsión de los
judíos de su reino en 1496, Zacuto se marchó a Túnez. Como este caso hay otros,
ya se trate de notables o de simples comerciantes y artesanos, debido en parte
a la complicada geopolítica del Mediterráneo en los siglos que estamos tratando.
Un Abraham Levy,
mallorquín, se marchó a Tremecén a partir de 1492, y está en Túnez en 1507,
pero los grandes desplazamientos probablemente solo fueron posibles en los
casos de unos pocos, pues el coste de los mismos era alto. Con la ocupación por
los Reyes Católicos de Mazalquivir[iv]
en 1505, Orán en 1509, Bujía y Trípoli en 1510, no había tranquilidad para los
judíos, y de ahí el trasiego de un lugar a otro, bien a corta distancia o a
larga.
Durante el siglo XVII
encontramos sefardíes en Livorno y Pisa, pero también había judíos livorneses
en Argelia, y en el siglo XVIII destaca la obra del trinitario toledano fray
Francisco Ximénez de Santa Catalina, hoy fuente esencial para los estudios
orientales españoles. Mostró interés por las crónicas tunecinas y adquirió y
copió manuscritos moriscos, así como estudió la regencia otomana de Túnez[v].
Durante el siglo XVII y parte del XVIII hubo prosperidad económica y una
relativa tolerancia religiosa, pero esto no es suficiente para evitar el
sufrimiento de las minorías, a no ser que algunos hubiesen alcanzado
importantes puestos en la Administración pública o en la profesión.
Y cabe preguntarse cuál
fue la actitud de los habitantes locales respecto de los judíos venidos de
fuera: algunos musulmanes les prohibieron entrar en las ciudades, y en otras
ocasiones los sefardíes fueron asentados en barrios destinados a ellos, como
ocurría en las ciudades ibéricas. En cuanto a Fez, quizá la capital de los
migrantes judíos en el norte de África, parece que dio buena acogida, o al
menos tolerancia, a los judíos cristianos de la península Ibérica, pues el
interés económico primaría, pagarían el impuesto de capitación (yizia) y así contribuyeron a aumentar
los ingresos del estado.
Queda por dilucidar si hubo o no continuidad entre la diáspora sefardí antes y después de 1535: Houssen Eddine considera que tras las acciones militares de Carlos I en Túnez se instaló una crisis financiera en el país que no haría atractivo nuevos avecinamientos; por otra parte, los sultanes hafsíes tuvieron que pagar a los españoles lo que estos les impusieron, y este puede ser el comienzo del fin de la dinastía. Pero hay entonces un factor que vino a favorecer la instalación de liorneses en Túnez por medio de la comunidad morisca de origen ibérico, y cita a Lionel Levy cuando este aporta datos de lo que llama “el siglo morisco en Túnez” (el XVII): colaboración comercial entre sefardíes liorneses y moriscos tunecinos.
[i] Conocido como el cura de Los Palacios, nació en Fuentes de León (Badajoz) a mediados del siglo XV, y falleció en Los Palacios (Sevilla) en 1513. Es autor de la crónica “Historia de los reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel”.
[ii] Houssen Eddine Chachia, “La diáspora sefardí en Túnez: de finales del siglo XV a mediados del siglo XVIII”.
[iii] Ciudad de Italia en el noroeste de la Toscana.
[iv] Actualmente en el noroeste de Argelia.
[v] “El trinitario Fray Francisco Ximénez en Túnez…”, número 13 de la revista Casa de Velázquez, enero de 2014.
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