La guerra en la antigüedad fue una actividad
endémica, de forma que los diversos pueblos y estados se mantenían
permanentemente preparados para ataques, asedios, campañas, reclutas,
deportaciones, etc. Podríamos tomar cualquier época y civilización, pero podemos
aprovechar el trabajo de Jordi Vidal[1]
sobre los enfrentamientos entre el imperio asirio entre los siglos IX y VII a.
de C. y las ciudades fenicias.
Las inscripciones reales neoasirias –dice el
autor citado- contienen referencias relativamente abundantes de campañas
militares dirigidas contra las ciudades fenicias, que estaban situadas en un
territorio estratégico dentro del comercio internacional. Dos fueron los tipos
de enfrentamientos entre el imperio asirio y las ciudades fenicias: el asedio
(lo más frecuente) y la batalla campal. Uno de los conflictos más antiguos que
conocemos tuvo lugar en el año 803
a. de C., cuando el gobernador provincial de Rasappa, al
norte de la actual Siria, condujo una expedición contra la localidad fenicia de
Ba’lu. Posteriormente los asirios conquistaron algunas localidades del reino
del Tiro, como Mahalab, y sometieron la capital al pago de un tributo. Dicha
intervención fue la respuesta asiria a la coalición rebelde entre el rey e Tiro
y el de Damasco.
Los ejércitos asirios atacaron Sidón en 701 a. de C. también por la
participación del rey de dicha ciudad en una coalición antiasiria. La
descripción asiria hace referencia a la conquista de Sidón, Bit-zitti, Sariptu,
Mahaliba, Usu, Akzib y Akko. Más tarde, el rey de Sidón se rebeló contra la
dominación asiria y el rey Assarhaddon llevó a cabo una expedición militar
contra la ciudad en 677 a.
de C. Los asirios destruyeron Sidón deportando a gran parte de su población y
otras dieciséis localidades también fueron capturadas.
También la ciudad de Tiro inició una labor
diplomática de aproximación a Egipto, pero la reacción asiria no se hizo
esperar: bloqueó la isla en 671 pero Tiro no fue conquistada, aunque perdió el
control sobre una parte de sus territorios continentales. Esta ciudad todavía
hubo de sufrir un nuevo ataque asirio en 663, probablemente por nuevos intentos
de formar una coalición antiasiria. De nuevo los asirios se dirigieron contra
los territorios continentales todavía en su poder y bloquear la capital, que
terminó rindiéndose.
Un nuevo ataque fue el de las tropas asirias
contra las ciudades fenicias de Usu y Akko en 644/3, que se rebelaron
probablemente instigadas por el rey de Tiro. Las dos ciudades fueron tomadas,
ejecutados sus defensores y deportada el resto de la población. En cuanto a las
batallas campales el caso mejor conocido es el de Qarqar en 853, según una
inscripción cuneiforme encontrada en Kurkh en 1861. El rey asirio trató de
extender su dominio hacia Siria central y meridional, saqueó las ciudades de
Hamath y se dirigió hacia Qarqar[2],
ciudad que fue destruida, pero en las afueras de la misma se había concentrado
un gran ejército comandado por el rey Irhuleni de Damasco y Ahab de Israel.
Aunque los asirios nos dejan el testimonio de su clara victoria, existen
historiadores que consideran lo contrario o, que al menos la situación quedó
sin vencedores ni vencidos. Un dato importante es que Salmanasar III no pudo
atravesar el Éufrates en sus campañas de 852-850, justo tras la batalla de
Qarqar, algo impensable si los asirios hubieran vencido como han dejado
escrito. Estos hubieron de enfrentarse de nuevo a la coalición de Damasco y
Hamath en los años 849, 848, 845 y 841. Fueron seis las ciudades fenicias que
participaron en la batalla de Qarqar: Biblos, Sumur, Irqatu, Arwad, Usanatu y
Siannu.
La otra gran batalla campal tuvo lugar también
en Qarqar en 720, cuando los asirios derrotaron a un ejército comandado por el
rey de Hamath, que contó con la alianza de Arpad, Damasco, Samaria y el reino
fenicio de Sumur. La vitoria fue asiria porque el desequilibrio entre su
ejército y el de las ciudades del Levante mediterráneo era enorme. Jordi Vidal
considera que en la batalla de Qarqar el número de carros empleados por los
asirios fue 2.000, mientras que el de las ciudades fenicias 40; los asirios
emplearon 5.500 caballos por ninguno los fenicios y 120.000 infantes los
asirios por 2.900 los fenicios. La razón de que estos últimos no empleasen
carros es que la mayor parte de las veces que tuvieron que soportar los ataques
fenicios fueron por asedios, no en batallas campales, lo que también explica la
diferencia en caballos.
[1] “Guerras desiguales: el imperio asirio contra
las ciudades fenicias”.
[2] Cerca de la costa siria y de Alepo.
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