domingo, 18 de septiembre de 2016

La guerra en la antigüedad




La guerra en la antigüedad fue una actividad endémica, de forma que los diversos pueblos y estados se mantenían permanentemente preparados para ataques, asedios, campañas, reclutas, deportaciones, etc. Podríamos tomar cualquier época y civilización, pero podemos aprovechar el trabajo de Jordi Vidal[1] sobre los enfrentamientos entre el imperio asirio entre los siglos IX y VII a. de C. y las ciudades fenicias.

Las inscripciones reales neoasirias –dice el autor citado- contienen referencias relativamente abundantes de campañas militares dirigidas contra las ciudades fenicias, que estaban situadas en un territorio estratégico dentro del comercio internacional. Dos fueron los tipos de enfrentamientos entre el imperio asirio y las ciudades fenicias: el asedio (lo más frecuente) y la batalla campal. Uno de los conflictos más antiguos que conocemos tuvo lugar en el año 803 a. de C., cuando el gobernador provincial de Rasappa, al norte de la actual Siria, condujo una expedición contra la localidad fenicia de Ba’lu. Posteriormente los asirios conquistaron algunas localidades del reino del Tiro, como Mahalab, y sometieron la capital al pago de un tributo. Dicha intervención fue la respuesta asiria a la coalición rebelde entre el rey e Tiro y el de Damasco.

Los ejércitos asirios atacaron Sidón en 701 a. de C. también por la participación del rey de dicha ciudad en una coalición antiasiria. La descripción asiria hace referencia a la conquista de Sidón, Bit-zitti, Sariptu, Mahaliba, Usu, Akzib y Akko. Más tarde, el rey de Sidón se rebeló contra la dominación asiria y el rey Assarhaddon llevó a cabo una expedición militar contra la ciudad en 677 a. de C. Los asirios destruyeron Sidón deportando a gran parte de su población y otras dieciséis localidades también fueron capturadas.

También la ciudad de Tiro inició una labor diplomática de aproximación a Egipto, pero la reacción asiria no se hizo esperar: bloqueó la isla en 671 pero Tiro no fue conquistada, aunque perdió el control sobre una parte de sus territorios continentales. Esta ciudad todavía hubo de sufrir un nuevo ataque asirio en 663, probablemente por nuevos intentos de formar una coalición antiasiria. De nuevo los asirios se dirigieron contra los territorios continentales todavía en su poder y bloquear la capital, que terminó rindiéndose.

Un nuevo ataque fue el de las tropas asirias contra las ciudades fenicias de Usu y Akko en 644/3, que se rebelaron probablemente instigadas por el rey de Tiro. Las dos ciudades fueron tomadas, ejecutados sus defensores y deportada el resto de la población. En cuanto a las batallas campales el caso mejor conocido es el de Qarqar en 853, según una inscripción cuneiforme encontrada en Kurkh en 1861. El rey asirio trató de extender su dominio hacia Siria central y meridional, saqueó las ciudades de Hamath y se dirigió hacia Qarqar[2], ciudad que fue destruida, pero en las afueras de la misma se había concentrado un gran ejército comandado por el rey Irhuleni de Damasco y Ahab de Israel. Aunque los asirios nos dejan el testimonio de su clara victoria, existen historiadores que consideran lo contrario o, que al menos la situación quedó sin vencedores ni vencidos. Un dato importante es que Salmanasar III no pudo atravesar el Éufrates en sus campañas de 852-850, justo tras la batalla de Qarqar, algo impensable si los asirios hubieran vencido como han dejado escrito. Estos hubieron de enfrentarse de nuevo a la coalición de Damasco y Hamath en los años 849, 848, 845 y 841. Fueron seis las ciudades fenicias que participaron en la batalla de Qarqar: Biblos, Sumur, Irqatu, Arwad, Usanatu y Siannu.

La otra gran batalla campal tuvo lugar también en Qarqar en 720, cuando los asirios derrotaron a un ejército comandado por el rey de Hamath, que contó con la alianza de Arpad, Damasco, Samaria y el reino fenicio de Sumur. La vitoria fue asiria porque el desequilibrio entre su ejército y el de las ciudades del Levante mediterráneo era enorme. Jordi Vidal considera que en la batalla de Qarqar el número de carros empleados por los asirios fue 2.000, mientras que el de las ciudades fenicias 40; los asirios emplearon 5.500 caballos por ninguno los fenicios y 120.000 infantes los asirios por 2.900 los fenicios. La razón de que estos últimos no empleasen carros es que la mayor parte de las veces que tuvieron que soportar los ataques fenicios fueron por asedios, no en batallas campales, lo que también explica la diferencia en caballos.


[1] “Guerras desiguales: el imperio asirio contra las ciudades fenicias”.
[2] Cerca de la costa siria y de Alepo.




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