domingo, 25 de septiembre de 2016

Revuelta de mujeres en el primer franquismo (O Saviñao)



María Jesús Souto Blanco ha estudiado el caso de una revuelta, sobre todo de mujeres, durante el primer franquismo, en el municipio de Saviñao, al sur de la provincia de Lugo, como consecuencia de la mala administración de las subsistencias que llevaban a cabo las autoridades, lo que ponía en peligro la alimentación de las familias. Aquí mismo puede consultase “El marqués de Melgarejo en Vara del Rey" (Cuenca) donde se pone de manifiesto un conflicto parecido aunque también con diferencias.

Dice la autora[1] que se trata de una de las formas de resistencia activa contra el intervencionismo del régimen franquista en la época de predominio de Falange Española. El caso por ella estudiado tuvo lugar en 1946.

O Saviñao, en la época, era uno de los municipios más densamente poblados de la provincia de Lugo, pero estaba infradotado y dependía en mucho de la cercana villa de Monforte. Como en la mayoría de los municipios de la provincia, su principal producción era la agropecuaria, destacando el cereal y el vino en un régimen de pequeña propiedad campesina. El socialismo tenía una fuerte implantación en la comarca, de forma que cuando se produjo el alzamiento militar en julio de 1936, se formaron guardias armadas en Escairón, capital municipal, siendo apresado José Losada Ferreiro, alcalde socialista hasta ese momento, siendo acusado, entre otras cosas, de ayudar al guerrillero José Castro Veiga, alias “El Piloto”. La mayor parte de la dirección socialista en el municipio ingresó en prisión mientras que el guerrillero citado seguiría con su actividad intermitente, hasta que fue muerto por la Guardia Civil en 1965, un caso extremo de duración de su actividad en relación a otros.

En 1946 se dieron en la provincia de Lugo pésimas cosechas, particularmente de centeno, menos en las áreas montañosas de O Saviñao, lo que llevó al Ayuntamiento, en manos de afectos al régimen, a ponerse moderadamente de parte de los vecinos cuando los organismos oficiales quisieron requisar las cosechas. A principios de abril de 1946 un centenar de mujeres de Escairón se congregó pacíficamente ante la Casa de Ayuntamiento para exponer sus necesidades de pan, pero un mes más tarde se presentó en el pueblo un fabricante de harinas de Pantón (municipio anexo) de apodo “El Picante”, con la intención de transportar 40.000 kg. de grano de los allí almacenados. Las mujeres, en número de unas ciento cincuenta, protestaron de nuevo acusando al citado de estraperlista, especialidad muy propia de la época. Llegaron incluso a la violencia para evitar la carga del cereal.

Solo participaron mujeres, a las que se sumaron las de otros núcleos de población llegando a varios cientos. El objetivo era que el grano no saliese de Escairón. Más tarde volvió a presentarse “El Picante” acompañado de catorce guardias civiles, a quienes se opusieron las mujeres acompañadas de algunos niños, denunciando que la operación tenía el único objetivo de “estraperlar”. La Guardia Civil procedió a despejar la zona y permitir la carga del grano, pues estas eran las instrucciones de las autoridades centrales contra la comprensión de las locales.

La policía de Lugo elaboró un informe señalando que las familias de O Saviñao estaban muy necesitadas y tenían numerosos hijos (se habla de 10 y hasta 16 en algunos casos). Sin embargo el Gobernador Civil acusó al alcalde (antiguo dirigente local de la Unión de Derechas y Agrarios) y al vecindario de tener una actitud injusta e improcedente. Se dispuso también la intervención de la Guardia Civil. Parece clara –dice la autora- la complicidad o al menos la negligencia del alcalde en el desvío del grano de los cauces oficiales, y así el Servicio de Abastecimientos responsabilizó a las autoridades locales de la situación. El alcalde fue suspendido y se nombró una Gestora Municipal.

La protesta –dice Souto Blanco- responde a la función social de género que sitúa a la madre en proveedora de las necesidades familiares. Por otro lado de esta manera no se podría acusar de politización a las mujeres, generalmente apartadas de lo que se consideraba más propio de varones. La presencia de mujeres en los tumultos intentaba evitar que se produjeran brutalidades por parte de las fuerzas del orden, lo que no siempre se consiguió.

Las autoridades de Falange, por su parte, informan sobre la actuación de las fuerzas de la Guardia Civil “en la total liquidación del brote de tipo comunista que se había manifestado en los atracos ocurridos en esta provincia…”. Lo cierto es que la corrupción era generalizada en la administración franquista desde el primer momento, por lo que las mujeres telegrafiaron al Ministerio a “causa Gobernador lleva ración pan del pueblo piden clemencia justicia humildemente madres familia lo que traslado a VE para que informe con la mayor urgencia”.

La cuestión no era tanto que la gente estuviese hambrienta cuanto que se veía como injusta la administración que se hacía del grano por quienes no habían sido elegidos para ello por parte de la población. Aquellas gentes sabían que había Ayuntamientos que robaban y distribuían discrecionalmente los vales de racionado entre comerciantes sin escrúpulos. De los informes oficiales se sabe que había descontento en municipios como Foz, Cospeito, Vilalba o Taboada, siendo el precio de algunos productos, abusivo. La corrupción era evidente, encontrándose diferencias de varios miles de kilogramos entre lo que se vendía y lo que se requisaba, sin embargo las mujeres no cuestionaban al régimen político, sino la gestión de este.

El alcalde, maestro de profesión, estuvo moderadamente de parte de los vecinos, probablemente porque no querría ser contestado al estar en contacto directo con ellos. Actuó de forma ambigua para no comprometerse con las autoridades pero tampoco defraudar a sus vecinos, por ello fue acusado por las autoridades de no imponerse cuando las mujeres impiden la entrega del grano. La figura del alcalde es importante, porque anima a que las mujeres protesten, incluso les concede una cierta legitimidad, pues es la autoridad más cercana que tienen.

La autora considera que si hubo una ocasión en la que el régimen del general Franco pudo caer fue precisamente en el año 1946, cuando tras la segunda guerra mundial los organismos internacionales se le echaron encima. Los jefes de Falange incluso hicieron un acercamiento a los guerrilleros que aún actuaban en la zona, por si acaso, como es el caso de Chantada, verdadero foco de esa guerrilla. Pero la protesta fracasó porque la represión se ocupó de ello, mas una cosa es el fracaso y otra la constatación de un movimiento contra los abusos en los años más negros de la dictadura. No fue el único caso.


[1] “Una ‘revuelta del hambre’ en la Galicia del primer franquismo: O Saviñao”.

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