Teotihuacán |
Existe una gran confusión sobre
si el hijo del conquistador Cortés, Martín, capitaneó o no una conspiración
para hacerse rey de Nueva España, separando por lo tanto aquel vasto territorio
de la monarquía española. De lo que no cabe duda es que los que fueron acusados
de ello pagaron muy caro, con sus vidas incluso, aunque Martín sería perdonado
por Felipe II.
Covadonga Lamar Prieto ha
estudiado este asunto basándose en dos fuentes principales, pero también otras
accesorias: la “Monarquía indiana” de Fray Juan de Torquemada y las “Noticias
históricas de la Nueva España,
de Juan Suárez de Peralta, ambos contemporáneos de los acontecimientos y ambos
también escépticos sobre la conspiración. En todo caso, si dicha conspiración
fuese cierta, sería la primera vez en que cierta clase dirigente criolla aspira
a independizarse de España.
Lamar Prieto, por su parte[1], señala
que el primer medio siglo tras la conquista de la ciudad de México fue un
período crítico desde el punto de vista social y político. La monarquía
española envió a jueces y pesquisidores para que reprimiesen a las grandes
familias novohispanas, como hizo con los que se levantaron contra la monarquía
española (Orange) por las mismas fechas.
Parece que al frente de la
supuesta conspiración estuvieron dos hermanos, Alonso de Ávila y Gil González
Benavides de Ávila, dos de los más acaudalados del virreinato. Si no existiese
conspiración alguna, la muerte de estos y otros sería la respuesta de las
autoridades españolas a los levantiscos herederos de los conquistadores de
aquellas tierras. Torquemada, por su parte, vivió la mayor parte de su vida en
América, pues fue llevado cuando niño, por lo que quizá el apego a la monarquía
española no fuese tanto como el de los funcionarios que vivían de ella.
Martín Cortés heredó de su padre
el marquesado del valle de Oaxaca, al sur de México y con costas al Pacífico.
Después de viajar con su padre a la península, regresó treinta años más tarde a
Nueva España y fue recibido en todas partes con gran alborozo y fiestas.
¿Concibió regresar a América para hacerse cargo del gobierno de aquellas
tierras, sabedor de quien era y de los apoyos con que contaba? Lo cierto es que
su llegaba parece que abrió las fisuras entre herederos de conquistadores y
autoridades españolas. Los acontecimientos, fuesen conspiración o no, tuvieron
lugar entre 1565 y 1568 y fue una pugna por el poder que se saldó a favor de
los funcionarios reales. Algo parecido ocurrió también en Perú durante el
virreinato de Antonio de Mendoza, que impuso el orden que la monarquía española
exigía en aquellas tierras después de décadas de desórdenes.
Hasta tal punto han influido las
obras de Torquemada y Suárez de Peralta que más adelante las víctimas de la
“conspiración” serán tenidos por mártires laicos criollos. ¿Ha sido esta lucha
una muestra de la “conciencia diferencial” entre funcionarios al servicio del rey
y criollos de las primeras generaciones? Esto es lo que afirma Lamar Prieto, a
quien sigo para este artículo. El relato de Torquemada se refiere a una
“mascarada de Alonso de Ávila” en la que este, disfrazado de Moctezuma, coronó
a Martín Cortés como rey de la Nueva España
en una de las muchas fiestas donde, acompañados de la bebida, no parecía haber
recato en que se supiese que se deseaba algo así como una monarquía diferente a
la española.
Las autoridades procedieron
entonces a las detenciones, se les retiraron las armas y se les encerró en las
Casas Reales: “prendieron a su hermano Don Martín Cortés, y a Don Luis Cortés[2]… y a
Alonso de Ávila, y a Gil González de Ávila…” y así sigue nombrando a todos los
conjurados y apresados Torquemada, en realidad todas las familias importantes
de la Nueva España.
“Presos todos los dichos, tomáronles las Llaves de todas las Caxas, Cofres y
Escritorios…”, sigue Torquemada.
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