Arcachon, Francia |
Arcachon se encuentra en el suroeste de
Francia, en la costa, cerca de la cual pasó un tiempo el exiliado Presidente de la
II República española, Manuel Azaña, antes
de que decidiese un lugar más seguro en Montauban, al norte de Toulouse. En
julio de 1940, con nocturnidad, ciertas autoridades alemanas, policías
españoles y falangistas, registraron la casa donde vivía Azaña cerca de
Arcachon (Villa Edén) y se llevaron objetos de más o menos valor, pero también
todos los papeles que allí había del expresidente de la República española.
Los datos que aquí se contienen fueron
publicados por “El País” el 24 de febrero de 1991, poniendo de manifiesto el
robo que el vicecónsul español en Ginebra, Antonio Espinosa, hizo de los
papeles de Azaña en 1936, en manos del cónsul en ese momento, Rivas Cherif, a
quien el presidente se los había confiado. Los nazis, en 1940, saquearon también la
biblioteca de Azaña.
Una vez en manos del general Franco, que recibe
estos papeles en Burgos, los lee “con fruición” y los pasa a uno de los
responsables de la propaganda del nuevo régimen español, Joaquín Arrarás, que
conocía a Franco desde que estuviera destinado en Marruecos como periodista.
Arrarás corta por donde considera oportuno, descontextualiza la narración,
falsifica por lo tanto el texto de Azaña y lo da a la opinión pública con la
intención de enfrentar a los citados por el expresidente, a los que solía
tratar sin miramientos, fuese para bien como para mal.
El vicecónsul Espinosa fue, en realidad un
“topo” contra la República
española, que robó por primera vez los documentos del mismo despacho del cónsul
Rivas Cherif. Luego vendría el segundo robo por parte de las autoridades nazis
ocupantes de Francia desde mediados de 1940. No fueron robados, sin embargo,
todos los papeles de Azaña, sino solo los que fueron sustraídos en la primera
ocasión citada, conteniendo estos las anotaciones del expresidente desde
agosto de 1932 hasta febrero de 1933 y desde junio a noviembre de este último
año, es decir, se habla del levantamiento de Sanjurjo, la tramitación del
Estatuto de Autonomía de Cataluña, la
Ley de Reforma Agraria, la visita a Madrid del presidente
francés Herriot, el tercer y último encuentro de Azaña con Franco y la caída
del gobierno presidido por aquel.
A Azaña le preocupó, sobre todo, el uso que se
hiciera de sus notas sobre la visita del presidente Herriot, pues Francia era,
en 1936, una ayuda relativamente importante para la
II República española. A tal punto esta
preocupación fue real que Azaña intentó la recuperación de los papeles robados
(primer robo del consulado en Ginebra) a cambio del obispo de Teruel, en ese momento
prisionero de los republicanos, que a la postre sería asesinado en 1939 por
soldados republicanos en la ribera del río Muga (Girona), desoyendo las
instrucciones dadas por el presidente Negrín.
No sé si en la actualidad estos papeles se
encuentran en algún archivo o dependencia oficial, pues siendo ministro del
Interior José Barrionuevo, este dio a conocer el hallazgo de los mismos en una
dependencia medio abandonada de la policía. El artículo de “El País” citado
aquí habla de que, en 1991, seguían en manos de herederos de Manuel Azaña.