Vierzon, Francia |
En 1883, en plena fiebre
imperialista, Francia se hizo dueña de Tonkín, lo que trajo un gran revuelo en
el país y en buena parte de Europa. Hasta tal punto este asunto ocupó las
páginas de la prensa y las preocupaciones de la opinión pública, que el periódico
“La France Militaire”,
que pasaba por ser el órgano oficioso del ministerio de la Guerra, al frente del cual
estaba Georges Boulanger, publicó: “la cuestión social no tiene más que una
solución posible: la guerra”, apostillando algún otro de filiación obrera que
tal medida sería para “enviar a los obreros a la matanza”.
En efecto, el movimiento obrero
estaba en la Francia
de finales de siglo en plena ebullición, de la misma forma que la política
imperialista de la III República.
Fue durante la época del II Imperio cuando Francia se extendió por el extremo
sureste de Asia y, por lo tanto, la región al norte de Vietnam que es Tonkin,
conocida por portugueses, españoles, holandeses e ingleses antes de la
presencia francesa.
El periódico francés citado
acertó en lo que ocurriría, pues entre 1884 y 1885 el ejército francés libraría
una guerra contra China por el control de Tonkin, que era un “protectorado” de
la dinastía reinante en China. Solo unos pocos años antes (1882) había muerto
el socialista francés Louis Blanc, autor de una obra en su juventud llamada a
tener gran influencia en el movimiento obrero francés: “La organización del
trabajo”. En dicha obra, Blanc consideraba que las grandes transformaciones
sociales debían ser llevadas a cabo por el Estado, no tanto por la movilización
del proletariado.
Tonkín y los problemas sociales:
he aquí lo que, según el periódico “La France Militaire”, atenazaba a
Francia en torno a 1886. Precisamente en esos momentos se estaba produciendo
una huelga en la localidad francesa de Vierzon, en el centro del país, que
comenzaba a ser ya un importante nudo de comunicaciones ferroviarias. El
periódico “Cri du People” utilizó, para calificar este conflicto, de “robos
escandalosos” por parte de los dueños de la “Sociedad Francesa de Material
Agrícola”, expresión –según dice el periódico- del “bandolerismo capitalista”,
muy en el léxico de la época. Las reducciones salariales y los despidos en
dicha empresa habían encendido la mecha de la huelga.
Más al sur, en Saint Etienne,
centro minero de carbón, se habían agotado las concesiones a los mineros por
parte de la “Compañía de Rive-de-Gier” (en el departamento del Loira),
prometiendo seguir con dichas concesiones aunque estuviesen hipotecadas, por lo
que se trataría de un engaño a los trabajadores según la prensa afín a ellos.
Son solo algunos ejemplos del clima social que se vivía en Francia en esa
penúltima década del siglo XIX: aventura colonial por un lado, gran
conflictividad social por el otro.
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