El 29 de abril de 1936 los periódicos
publicaban la noticia de un doble asesinato, el de los hermanos Badía: “el
pistolerismo en acción”, decía uno, para continuar con el titular “Ayer fueron
asesinados en Barcelona los hermanos Miguel y José Badía”. Dos jóvenes que
habían estudiado las costumbres de los hermanos fueron los autores.
Posteriormente se produjo el viaje a Madrid de
varios diputados –según informó el que lo era, Tomás Piera- para pedir que se
reintegrasen a la
Generalitat de Cataluña los servicios de orden público, que
el gobierno conservador del presidente Lerroux le había quitado. Pero ¿quiénes
eran Miguel y José Badía?
El primero era militante de Estat Catalá, una
organización nacionalista que perseguía la separación de Cataluña de España;
había participado en el atentado contra el rey Alfonso XIII en el año 1925,
haciéndole responsable de la dictadura del general Primo (complot de Garraf)
formando parte de la organización terrorista “La Bandera Negra”, relacionada con
“Estat Catalá”. Había sido jefe superior de uno de los servicios de la Comisaría General
de Orden Público en Barcelona, donde se caracterizó por el especial
empeño en la represión, particularmente de los anarquistas, bien entendido que
el orden público estaba en la época seriamente amenazado.
El segundo era Secretario de los somatenes, y el
6 de octubre de 1934 había participado en los sucesos derivados de la
proclamación por Lluís Companys del Estado Catalán dentro de la República Española.
Herido por la policía, consiguió escapar a Francia, pero regresó a comienzos de
1936 con la esperanza de que, venciendo el Frente Popular, como así fue, no se
le persiguiese.
Por lo tanto se trata de dos personajes que,
sin perjuicio de su afiliación política, habían entendido esta de una forma muy
propia de la época: la acción directa, la falta de respeto a la ley y la enorme
polarización política, que no fue exclusiva de la
II República española; recuérdese el
llamado “trienio bolchevique” antes de la dictadura de Primo, el asesinato de
cuatro presidentes del Gobierno (Prim, Cánovas, Canalejas y Dato) y el rosario
de violencias que jalonaron el siglo XIX español.
Los asesinatos de los hermanos Badía se
entienden en el contexto de una época en la que la negación del contrario era
norma: fascismo contra democracia, nacionalismo periférico contra nacionalismo
español, división en el seno de los partidos políticos, existencia de milicias
paramilitares, debilidad de los gobiernos sujetos a la opinión de las
organizaciones que les apoyaban, inestabilidad política en suma. Todo ello en
un contexto europeo en el que el auge de los regímenes fascistas era un hecho.
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