Comandancia militar de Burgos |
Hilari Raguel ha publicado hace tiempo un libro[1]
del cual hizo un resumen en forma de artículo en el periódico Le Monde diplomatique (edición
española). En este último habla de que, tras el desastre de Annual (1921) se
llevó a cabo un proceso para depurar responsabilidades, siendo el general
Domingo Batet uno de los jueces instructores. Escandalizado por el favoritismo
con que se procedía, pidió ser relevado y transmitió al ministro de la Guerra, Niceto Alcalá
Zamora, un informe sobre lo que había visto, entre otras cosas la corrupción de
los hermanos Franco. En cuanto a Ramón, sobre sus orgías y escándalos y en
cuanto a Francisco lo siguiente: “El comandante Franco… tan traído y llevado
por su valor, tiene poco de militar, no siente satisfacción de estar con sus
soldados, pues se pasó cuatro meses en la plaza para curarse enfermedad (sic) voluntaria, que muy bien
pudiera haberlo hecho en el campo, explotando vergonzosa y descaradamente una
enfermedad que no le impedía estar todo el día en bares y círculos. Oficial
como este, que pide la laureada y no se la conceden, donde con tanta facilidad
se han dado…”.
Han corroborado esto –dice Raguer- los
historiadores Blanco Escolá, que ha podido ver la hoja de servicios de Franco,
y Paul Preston, que explica la habilidad con que utilizaba a los periodistas
para forjar su leyenda y exigir la Cruz
Laureada de San Fernando. Tendría que autoconcedérsela al
término de la guerra con la farsa de renunciar momentáneamente a la Jefatura del Estado para
que el general Jordana, vicepresidente, se la decretara y el general Varela se
la impusiera.
Durante la
II República el general López Ochoa fue
nombrado Jefe de la IV División
Orgánica, pero Azaña, Jefe del Gobierno, le sustituyó por Batet. Este prohibió
a los oficiales de la guarnición de Barcelona, “que se creían custodios de la
unidad de España”, intervenir contra las manifestaciones de catalanismo, pero
les protegió contra las detenciones arbitrarias por parte de la policía de la Generalitat.
Cuando se avecinaba la crisis del 6 de octubre
de 1934, Batet advirtió al gobierno de los preparativos armados que estaban
haciendo, y de cómo los “escamots” de Esquerra Republicana vigilaban y acosaban
a algunos. Batet avisó reiteradamente a Lluis Companys, por medio de Josep
Tarradellas y de Claudi Ametlla, y luego le visitó para pedirle “que no hiciera
la locura de sublevarse, porque tendría que sofocar la rebelión”.
Batet preparó un plan, mientras que el de la Generalitat, a cargo
de Josep Dencàs, consideró que el ataque vendría desde el gobierno militar y el
cuartel de Atarazanas, por las Ramblas, pero una columna venida de los
cuarteles del parque de la
Ciudadela llegó por detrás, atravesando la
Vía Layetana (dice Raguel), y ocupó las
azoteas que dominaban el Palacio de la Generalitat. Fue
entonces cuando se produjo el enfrentamiento entre Batet y Franco. Este preparó
un plan, por encargo del ministro de la Guerra, que a Batet pareció innecesario y
contraproducente, por lo que se puso en contacto con dicho ministro, Diego
Hidalgo, y le convenció, junto a Lerroux (Jefe del Gbierno) y Alcalá Zamora
(Presidente de la República)
para que su plan fuese el que se llevase a cabo, el cual resultó un éxito,
tomando el Palacio de la
Generalitat con unos pocos cañonazos y consiguiendo la
rendición de Companys.
Ricardo de la Cierva, que ha dispuesto de mucha documentación,
asegura que Batet se ganó aquella noche una injusta reprimenda de Franco, pero
para aquel fueron los mayores elogios de la sociedad en su conjunto, lo que
Franco no olvidaría.
Cuando se produjo la rebelión militar de 1936,
Batet se mantuvo fiel a la legalidad republicana, lo que no hizo su subordinado
Emilio Mola, aunque le había prometido que no se levantaría. En diciembre de
dicho año el general Franco, ya dueño de la situación al frente de los
sublevados, decretó la baja en el Ejército de Batet y en un consejo de guerra
en enero de 1937 fue condenado a muerte “por auxilio a la rebelión”, siendo los
que se rebelaron los que le juzgaron y ejecutaron, el general Franco a la
cabeza.
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