Manifestación en el Zócalo mexicano (1938) |
El 26 de julio de 1936 publicaba “El Nacional”,
periódico mexicano, un artículo titulado “La lucha civil en España”, donde
decía que el ejército, los terratenientes y la Iglesia pretendían
restaurar la monarquía en España. No podía imaginar el editorialista que uno de
los generales sublevados se “eternizó” luego en el poder y sí, en efecto, con
la ayuda de la Iglesia
y los terratenientes, entre otros.
El que era entonces embajador de España en
México, Gordón Ordás, se empleó en un combate periodístico y como orador para
defender a la República
española, en lo que tuvo como opositor al periodista Querido Moheno,
particularmente en el mes de agosto, por lo tanto a poco de estallar el
conflicto en España. En una de las conferencias –dice J. A. Matesanz[1]-
las interrupciones por parte de estudiantes de uno y otro signo fueron tantas
que a duras penas pudo empezar Ordás su discurso y terminarlo. En otro orden de
cosas el embajador consiguió aviones y artillería para auxiliar al ejército
republicano español, aunque no hay constancia de que llegasen a ser efectivos.
Ordás había llegado a México en 1936 y pronto
vio la división de la colonia española en el país, donde unos apoyaban a los
sublevados y otros a la
República, pero en conjunto formaron una asociación para
ayudar a la Cruz Roja
Española, mientras que los españoles más adinerados en México enviaron dinero
al general Mola. En respuesta a esto se formó el Frente Popular Español en
México, al que saludó Ordás recordando que seis años antes había estado en el
país americano como veterinario en una visita científica.
Otra cosa fue la situación de los mexicanos que
vivían en España en 1936: casi todos pudieron huir del país, pero algunos
pasaron situaciones apuradas, como es el caso del encargado de negocios en Portugal,
David Cosío Villegas, que había desembarcado en Vigo el 16 de julio, dos días
antes de comenzar la guerra. Teniendo que entrevistarse con el embajador de
México en España, que veraneaba en San Sebastián, fue detenido por unos
milicianos en León a las seis de la mañana, consiguiendo ser atendido al pedir
hablar con el Gobernador Civil, afecto al gobierno republicano. Siguió entonces
camino hacia Santander que –como ocurrió- se suponía fiel a la República, por
carreteras secundarias, donde fue detenido repetidamente, con su familia, en
varios pueblos por grupos de campesinos armados. Una y otra vez alegó ser
mexicano enviado por su gobierno, lo que le fue salvando, pues muchas de
aquellas familias del norte de España tenían o habían tenido emigrantes en
México. Una vez en Santander consiguió salir en un barco alemán hasta Bayona.
Otros mexicanos que se encontraban en España se
incorporaron al lado de la
República, pero la mayoría abandonaron el país en los trenes
puestos a su disposición por el gobierno de Giral, que no solo comprendió la
situación de los extranjeros en España sino que quiso dar la sensación de
normalidad y seguridad para ellos y ante sus gobiernos respectivos.
Ya el 19 de julio el Partido Nacional
Revolucionario de México se adhirió al gobierno republicano mediante un
comunicado donde hablaba del “régimen socialista” español y comparó el
levantamiento militar con lo ocurrido en México en 1913 (golpe de estado de
Victoriano Huerta y el asesinato de Madero). Por su parte, la Confederación de
Trabajadores de México, fundada en el mismo año 1936, envió a la UGT un mensaje de solidaridad.
Lo mismo hizo la Liga
de Escritores y Artistas Revolucionarios a Azaña: “enviamos Frente Popular
nuestros ardientes deseos de triunfo sobre reacción fascista” (28 de julio).
Mensajes de solidaridad enviaron a España otras organizaciones de estudiantes,
profesores y trabajadores.
Tan polarizada estaba la sociedad mexicana como
la española, hasta el extremo de que en un mitin se tomó la decisión de armar a
la población: Vicente Lombardo, secretario general de la Confederación de
Trabajadores de México, explicó que no era extraño que los derechistas
españoles en México se solidarizasen con los levantados en España, ya que en
aquel país esperaban hacerse ricos “reencarnando el antiguo espíritu del
encomendero”. García Urrutia, del Partido Comunista de España en México,
denunció la existencia de Falange Española en dicho país y en otro mitin se
llegó a decir que “la suerte de la actual humanidad se juega… en la encarnizadísima
contienda que sangra a España”. También que “si España se convierte en
fascista… adoptará en México su primitivo sentido de odio hacia una nación
hermana…”.
Necesitando armas la República española, pues
parte de ellas habían caído en manos del ejército sublevado, México actuó de
intermediario para este objetivo, de forma que el embajador Gondón Ordás se
puso en contacto con traficantes de armas de Estados Unidos, país que tenía un
acuerdo comercial con España, pero desde 1935 estaba prohibido vender armas a
países en guerra como muestra de neutralidad.
Uruguay incluso propuso una mediación de
Estados Unidos para un alto el fuego en España, pero su gobierno no lo aceptó
de acuerdo con su política de aislacionismo que era tradicional, aunque esta no
hubiese sido posible en 1917 como no lo sería en 1941. Así las cosas, TEXACO
envió petróleo y gasolina a puertos controlados por los sublevados en España,
pues dichos productos no estaban dentro de la prohibición, mientras que el
Gobierno español envió agentes a Estados Unidos para contribuir a los esfuerzos
del embajador en México, el cual consiguió la mediación del Presidente Cárdenas
para que se vendiesen a la
República española 50 aviones bombarderos, bombas, 5.000
ametralladoras, 20 aviones comerciales convertibles en bombarderos y otro
armamento.
Todo se preparó para que un buque saliese con
el armamento del puerto de Nueva York en dirección a México, pero la posición
del gobierno de Estados Unidos –quizá influido por el Reino Unido- cambió respecto
de la República
española y se puso en su contra. El 6 de enero de 1937 el buque “Mar
Cantábrico” sale de Nueva York hacia Veracruz y de aquí hacia España, pero tras
muchas vicisitudes, el armamento nunca llegó a manos de la República española.
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