Ruinas de Delfos |
En el Libro VIII de sus
“Historias”, Heródoto explica la formación de la flota naval griega reunida en
Artemisio, al noreste de la isla de Eubea y por lo tanto al este de la Grecia clásica. Allí la
flota fue atacada por el rey persa Jerjes, de forma que después de varios
combates la armada griega se retiró hacia Salamina.
Los tesalos condujeron a los
persas contra Fócida (al oeste de Anatolia), siendo esto el origen de las
disputas entre los tesalos y los habitantes locales, mientras Jerjes dividió a
su ejército: la parte que debía atacar a Delfos huyó debido a los prodigios que
sucedieron, mientras que los atenienses abandonaron su ciudad embarcándose
hacia Salamina, lo que contribuyó al aumento de la escuadra griega.
A Jerjes no le fue difícil
apoderarse entonces de Atenas con su ciudadela, a la que prendió fuego, y aquí
es donde surge la figura de Temístocles convenciendo a los griegos de que se
diese la batalla en Salamina, convocando Jerjes a sus colaboradores para oír
sus consejos. Mientras tanto, las tropas aliadas del Peloponeso fortificaron el
istmo contra el que se dirigía el ejército de Jerjes, lo que motivó el intento
de los griegos de abandonar Salamina si no es por la insistencia de
Temístocles.
En otro orden de cosas los
tesalos enviaron un mensajero a los focenses, movidos por la aversión y odio
que siempre les habían tenido, y mucho después de su último destrozo de manos
de ellos, los focenses: estos, obligados a refugiarse en el Parnaso,
tenían a su servicio a un adivino llamado Telias, quien encontró una
estratagema para la venganza. Embarnizó con yeso a 600 focenses, los más
valientes del ejército, cubriéndolos de pies a cabeza con aquella capa, además
de sus armas. Luego se dio la orden de que se matase a todos los que no
viniesen a blanquear. Cuando se produjo el enfrentamiento con los tesalios,
estos, sobrecogidos de pasmo, pensaron que eran fantasmas o apariciones. Tras
este terror se espantó todo el ejército tesalio y los focenses dieron muerte a
4.000 tesalios (ya se sabe de las exageraciones en esta materia) y se
apoderaron de sus escudos, los cuales consagraron, la mitad en Abas, donde
había un oráculo de Apolo, y la otra en Delfos. En ambos lugares se levantaron
grandes estatuas.
Pero ¿cuales fueron los prodigios
que los persas vieron en Delfos que provocaron su huída? Delante del templo de
Delfos se vieron unas armas de guerra que actuaban por sí mismas, y cuando los
persas intentaron acometer el templo, cayeron sobre ellos unos rayos salidos
del cielo, dos grandes rocas desgajadas con furia bajaron de la cumbre del
Parnaso y bajaron precipitados hacia ellos en medio de un ruido espantoso,
aplastando a no pocos, mientras dentro de templo de Minerva Pronea se levantó
una gran algazara y griterío…
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