martes, 26 de mayo de 2020

Las Memorias de Alcalá-Galiano (16)

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Entre los masones de Sevilla cita Galiano a don José Grases, capitán de artillería, que era teniente coronel, con quien el autor cobró una amistad muy estrecha, poniéndole al corriente de que, contrariamente a lo que ocurría en otras partes de España, en Andalucía estaban los trabajos masónicos en plena actividad. Se preparaba una expedición militar para que, desde Cádiz, partiese a la América española que estaba levantada contra el Gobierno de España, cuya oficialidad estaba ganada para el constitucionalismo. Los soldados no querían embarcarse, por lo que harían lo que estuviese en sus manos para permanecer en España. El capitán general de Andalucía era el conde de La Bisbal, masón antiguo, que conocía el proyecto revolucionario y lo favorecía. El autor se ilusionó con esto y “me precipité gustoso”.

Las cuestiones conspiratorias eran guardadas con celo entre los masones, pero se mezcló en ello un hombre singular, no masón, pero que gustaba de lo que se preparaba, alto, fornido, imprudente en el hablar según Galiano que, en los primeros días que se conocieron le dijo a nuestro autor su parecer: lo mejor sería colocar de nuevo en el trono al rey padre, Carlos IV, residente en Italia. Galiano le oyó y permaneció callado; preguntó quién era y le dijeron que un dependiente o socio de la casa de Beltrán (sic) de Lis[i] de apellido Mendizábal, y así fue como Galiano conoció al que luego sería célebre ministro y financiero.

Siguió nuestro protagonista viaje a Cádiz siendo recibido por amigos de distintas clases, viendo que La Bisbal estaba muy “bienquisto” con los gaditanos, contrariamente al odio que había despertado en 1815. Para los conjurados, la cooperación del conde al proyecto era evidente y descansaba en pruebas, pero llegó a Cádiz, a finales de 1819, la noticia de que había sido descubierta en Valencia una trama de las que estaban en continuo urdiendo para el restablecimiento de la Constitución, en la que había tenido protagonismo el general Elío, de extraordinario celo al servicio de la monarquía absoluta. Galiano relata así la acción de Elío: “cogió el general de sorpresa a los conjurados celebrando su conciliábulo, asombrólos con su vista, infundiéndoles, a la par que terror, deseo de hacer una resistencia desesperada viéndose perdidos”. Se produjo entonces una refriega peleando cuerpo a cuerpo, atravesando con su espada el general al que era cabeza de la Junta… Ente las víctimas estaba un Beltrán de Lis, hermano de Vicente, amigo de Galiano.

Las Memorias de Galiano entran a partir de este momento en un prolijo relato sobre las conspiraciones puestas en práctica para restablecer el régimen constitucional, en las cuales fue protagonista civil nuestro autor. “Un cuerpo supremo y misterioso”, dice, al que se suponía con gran organización y fuerza, celebraba sus juntas en la casa de la familia Istúriz[ii], muy respetada en Cádiz, de las de más nota y antigüedad en la clase superior del comercio y enlazada con militares. Pero llegó el momento en que La Bisbal no encontró al ejército bastante trabajado para poder lanzarse a tan audaz empresa con seguridad de triunfo, por lo que procuró que la masonería se extendiese entre los oficiales. Uno de ellos era don Evaristo San Miguel, segundo comandante del batallón de Asturias, don Antonio Quiroga, coronel graduado comandante del batallón de Cataluña y otros.

Las dudas de La Bisbal se vieron reforzadas por el segundo jefe de la expedición a Ultramar, don Pedro Sarsfield, que convenció al primero de que un levantamiento contra el poder absoluto del rey era suicida, actuando con sus soldados en la isla de León, lo que le valió el asenso a teniente general. Faltando La Bisbal al compromiso revolucionario, con el poder sobre los oficiales y la tropa que tenía, esta intentona fracasó. Pero hubo una segunda, en la que Galiano estuvo más implicado aún, donde narra la desconfianza de los masones después del fracaso habido, sabiéndose además que La Bisbal había mantenido, para tantear sus posibilidades, relaciones con el Gobierno de Madrid.

San Fernando, Jerez, Arcos, la Cortadura[iii] y los castillos de Santa Catalina y San Sebastián fueron centros decisivos de la victoria constitucionalista, pero no así la ciudad de Cádiz, donde habiendo muchos liberales no acertaron a hacer las cosas con la diligencia que exigían los objetivos. Quiroga tuvo dificultades para entrar en la ciudad precisamente porque la Cortadura no había sido hecha franca para el paso de sus tropas, pero sí Riego, que según Galiano avanzó triunfante hasta Cádiz proclamando la Constitución en varias localidades, la primera en Las Cabezas de San Juan, hoy al sur de la provincia de Sevilla. Las dudas, errores, indiscreciones, sinsabores, planes y demás preparativos para el triunfo del constitucionalismo, empezaron con la necesidad de encontrar un jefe militar con la capacidad de agrupar y mandar a oficiales y tropa, encontrándose en Quiroga. La fama que alcanzó Riego, según Galiano, se debió a su arrojo, audacia, éxito y predisposición en adelantarse a otros. El mismo Galiano, sorpresivamente, tuvo la ocasión de encontrarse con Riego en una vivienda a la que había sido llevado, poco antes de que el régimen constitucional se estableciese en toda España, pero por la relación que hace Galiano, no sin dificultades. Con nuestro autor estuvo en las conspiraciones aquel fornido personaje que había conocido no hacía mucho tiempo, Mendizábal.

Cuenta Galiano la anécdota de que habiéndose solicitado la colaboración de un jefe militar con su tropa en el alzamiento revolucionario, pidió aquel entrevistarse con Riego. Se creyó que iba a pedir algún tipo de pago a favor de sus soldados y de él mismo, pero cuando se produjo el encuentro pidió un papel firmado para cubrirse las espaldas, es decir, una orden que estaría obligado a cumplir, a lo que Riego le contestó: ¿Quién me cubre a mí?

Como el alzamiento constitucionalista contó con oposición realista, los conjurados sufrieron consternaciones, varios huyeron o se escondieron, incluso Galiano toma la decisión de salir para Rio de Janeiro e incluso va a Gibraltar en busca de pasaje; no encontrándolo habla con varios conjurados y vuelve sobre sus pasos para continuar los trabajos revolucionarios, encontrándose, al llegar a Cádiz, incomunicado por una epidemia. Tiene encuentros con Mendizábal para encontrar la mejor vía de continuar el proyecto y se reconstruye el “Soberano Capítulo” de la masonería, siendo comisionado el autor para visitar los cantones del Ejército.

La toma del arsenal de la Carraca por parte de los constitucionalistas fue un factor importante, si no decisivo, para el triunfo final, al tiempo que se intenta el apoderamiento de La Cortadura mientras Riego se sitúa frente a las tropas realistas en el Puerto de Santa María. Fueron San Miguel y Galiano los que publicaron la Gaceta de la Isla, así como compusieron la letra de la canción patriótica que hoy se ha popularizado, pero aún hay ocasión para que el ejército realista bloquee provisionalmente a los constitucionales, pero un levantamiento en A Coruña hace renacer las esperanzas; por último, se proclama la Constitución en Cádiz.



[i] Hijo de un rico comerciante. Más tarde llegaría a ser ministro.
[ii] Participó en la guerra de la Independencia, liberal exaltado que intervino en los preparativos del alzamiento militar de Riego y Quiroga. Fue miembro de las Cortes durante el trienio 1820-1823.
[iii] Es una playa junto a las murallas de la Cortadura, límite exterior de las defensas de la ciudad.

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