domingo, 17 de mayo de 2020

Las Memorias de Alcalá-Galiano (2)

"Los indignados del 2 de mayo", Sorolla

La muerte de Dionisio Alcalá-Galiano lleva a su familia a solicitar las recompensas que le correspondiesen por sus servicios, pero estas nunca serán atendidas en la medida en que dicha familia deseaba. Comienza entonces Antonio Alcalá relaciones de amistad con el francés Quilliet, poeta y personaje peculiar que, cuando se produzca la invasión francesa en 1808, gozará de su condición de francés por un lado, pero será sospechoso a ojos de otros. Dice Alcalá que era comerciante de varios objetos de lujo, que era vivo y osado, de instrucción varia, pero superficial, que hacía versos, si no buenos, tampoco del todo malos, y que tenía muchas relaciones, dándose por enemigo de la Revolución Francesa y de Bonaparte, adicto por lo tanto a la monarquía antigua, blasonando no obstante de incrédulo. Nuestro autor viaja entonces a Gibraltar y a Madrid donde visita, en la capital, a su tío Vicente, así como a otras personas de su familia. Quizá lo más importante en estos momentos es que es presentado en casa del poeta Quintana, donde conoce a ciertas celebridades literarias de la época.

Tiene también ocasión de ser recibido por los reyes Carlos IV y su esposa, así como por Godoy, pero según nuestro autor, fríamente. Sobre este último relata su viaje a Aranjuez para felicitar a Godoy, que había sido nombrado almirante, narrando con un detalle que no deja de ser curioso: se trataba de no ser el primero en aparecer ante el Príncipe de la Paz, pero tampoco de los últimos, por lo que hace los preparativos para llegar en segundo lugar y no dar con ello la impresión, ni de un interés excesivo ni de desidia. Poco después regresó a Cádiz, pero ya se empieza a ver en nuestro autor un comportamiento que será constante durante parte de su vida: el empeño por relacionarse con los importantes o influyentes del momento para obtener puestos con los que ganarse la vida holgadamente, más allá del patrimonio familiar. Y expresa este comportamiento con toda naturalidad, como siendo lo normal en una persona de su condición, que no ha de pasar por las penalidades de otros para obtener los empleos que les correspondan.

Tiene mucha conciencia de su condición social, que se ve repetidamente y en esta frase: “vivíamos en Cádiz en una casa grande y donde no habitaban otros vecinos, según es costumbre entre la gente acomodada”. Quilliet cobró afecto a nuestro personaje, haciéndole aficionado a la pintura, con sus estilos y las diferentes escuelas, coincidiendo esto con la lectura por parte de Galiano del “pesadísimo Viaje a España” de Antonio Ponz. La mujer de Quilliet, de apellido Baslaimont, era “fina, graciosa, de gusto en el vestir, y aficionada a tener adoradores, aunque no, al parecer, de mala conducta”.

Una vez en Madrid fue a visitar a un tío suyo y a su abuelo paterno, siendo este último un personaje al que nuestro autor no tenía mucho aprecio. Era mariscal de campo y general empleado en la plaza de Madrid; habiéndose casado “por la vez primera cuando tenía poco más de catorce años, con su prima hermana, mi abuela” dice, muerta ésta pasó a “segundas nupcias con una hermana de la difunta”, perdida esta segunda mujer, pasando ya de los sesenta años, por tercera vez contrajo matrimonio, “para salir del trato ilícito en que vivía con una criada, no obstante su mucha edad y un asma rebelde, habiendo tomado por última mujer a una hermana del conde de Guadiana, cuarentona pelirroja, de muchas carnes, con trazas de buena pasta y cualidades de mal carácter”.

Quilliet, que le acompañaba en Madrid, había traído cartas de recomendación para don Manuel José Quintana, presentándole al notorio poeta. A su tertulia asistían muchas personas distinguidas como Blanco (luego Blanco White), el magistral de la capilla real de San Fernando en Sevilla, el penitenciario de Córdoba don Manuel María Arjona, don Juan Nicasio Gallego, entonces capellán de los reales pajes, don Antonio Capmany, que luego se convirtió en enemigo del propio Quintana; don Manuel Viudo, don Jerónimo de la Escosura y algunas veces don Juan Bautista Arriaza… Estos personajes, dice Galiano, estaban divididos en dos bandos, “que se profesaban y mostraban uno a otro enemistad ardorosa”. Uno estaba capitaneado por Moratín, Estala y Melón, a los cuales llamaban sus contrarios El Triunvirato, el cual contaba con el patrocinio del Príncipe de la Paz. En el otro estaban las preferencias de Galiano, “predominando las doctrinas reformadoras y filosóficas”.

Quintana comenzó a ver a Galiano con afecto, el cual duró mucho tiempo, aunque llegó un momento en el que se separó de él por las contiendas civiles. A mediados de marzo de 1807, cuando nuestro autor contaba dieciocho años, por lo tanto, o poco menos, regresó a Cádiz, reencontrándose con su madre, la cual trató de casarle en un próximo viaje a Sevilla.

Galiano obtuvo en esta época doble premio en un certamen de la Academia de Cádiz, que él había creado con otros, y entró en la Maestranza de Caballería de Sevilla, pasando con su familia a instalarse en Madrid, pues no iban bien sus negocios en Cuba, viendo que su familia no cobraría fácilmente los réditos ni el capital de las sumas que allí había dejado su padre. En Madrid conoció los proyectos políticos de Godoy, vivió la época en la que fue hecho preso el futuro rey Fernando, lo que produjo un profundo efecto en la opinión pública, mientras entraban los ejércitos franceses en la Península. Fueron absueltos los cómplices del príncipe de Asturias y Murat fue nombrado jefe de las tropas francesas de la Península. Con Quilliet visitó muchas iglesias de Madrid, contemplando las pinturas que contenían.

Los anuncios de la retirada de la corte alarmaron a la población y se produjo el motín en Aranjuez que provocó la caída del Príncipe de la Paz, con los subsiguientes desórdenes en Madrid, saqueos y quemas en las casas de los partidarios de Godoy, el descubrimiento del escondite de éste y su prisión. Poco después abdicaba el rey Carlos IV, mientras Galiano descuidó por algún tiempo sus inquietudes literarias y se entregó a una vida disipada con nuevos amigos cuyos caracteres narra en sus Memorias, al tiempo que se refiere a la sociedad de la época y a los orígenes de los amores del autor con su primera mujer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario